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Argentina Argentina · Buenos aires
Voto de Candela :
9
Drama Chesley “Sully” Sullenberger es un piloto aéreo que en 2009 se convirtió en un héroe cuando, al poco de despegar, su avión se averió y logró realizar un aterrizaje forzoso del aparato en pleno río Hudson, en Nueva York, con 155 pasajeros a bordo. (FILMAFFINITY)
28 de febrero de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eastwood demuestra, a través de los años, una cierta inclinación por las biografías. Lo novedoso y singular sigue siendo su manera de narrarlas. En esta ocasión elige un acontecimiento por lo menos extraordinario. El exitoso amerizaje sobre el río Hudson (NY) del vuelo 1549 comandado por el Capitán Chelsey “Sully” Sullenberg en enero de 2009. Luego de semejante hazaña, Sully y su equipo, debieron atravesar las terroríficas audiencias de la Junta Nacional de Seguridad del Transporte donde ponen en cuestión su accionar.
La precisión y la majestuosidad con que Eastwood elabora los distintos pasajes narrativos sobre el amerizaje hacen que un hecho harto conocido (y con posibilidades de recurrir a imágenes de archivo) no pierda emoción y suspenso. Para ello, la producción adquirió un avión exactamente igual al tripulado en el vuelo 1549 de US Airway y contó con un férreo guión de Todd Komarnicki basado en el libro “El deber supremo” escrito por el capitán Chelsey Sullenberg y Jeffrey Zaslow.
Esta intención de veracidad y exactitud de Eastwood se conjuga (podríamos decir que siempre) con una mirada propia sobre los hechos; lejos ya de una búsqueda de objetividad parte de su interpretación sobre lo ocurrido. Nuevamente Eastwood emplea una ecuación muy propia de su cinematografía: mostrar la realidad no alcanza, hay que interpretarla. Y para ello es necesario volver a lo propiamente humano y su universo moral. En este caso ¿cómo puede determinarse si la elección de amerizar fue la mejor maniobra? Más aún ¿qué intenciones debían preceder a una buena maniobra? ¿Salvar la vida de cientos de personas y evitar una tragedia de grandes proporciones en plena ciudad de Nueva York o salvar una máquina valuada en 60 millones de dólares? A partir de aquí se diferencian los recursos morales, poniendo en evidencia los que se preocupan por deshumanizar la elección de Sully a través de estadísticas, simulaciones y tecnicismos en pos de defender los intereses económicos de la compañía área y la empresa aseguradora.
En el crepúsculo de la película podríamos anhelar que triunfe la versión de Sully a través de una exposición técnica sin fisuras que demuestre lo acertada que fue su determinación de amerizar en detrimento de volver a algún aeropuerto de la zona. Empero el decurso del film y del propio Sully (brillantemente encarnado por Tom Hanks) nos conduce por otros caminos: ¿son acaso los resultados que provienen de las máquinas las que estipulan si la decisión humana fue la correcta o es el factor humano en juego el que determina si la decisión fue la adecuada? Esta es la mirada que defiende Sully y es la que defiende Clint Eastwood.
Eastwood crea un espejo de los héroes de otro tiempo. Aquellos que nutrían el cine de varias décadas atrás. Sin embargo sus héroes no son inmaculados. La heroicidad es de carne y huesos; personas que se transforman y que dudan en base a interrogarse sobre lo que está bien y lo que está mal en función de la vida. Sully lo hace. Se pregunta, aun habiendo salvado la vida de 155 personas, si podría haber hecho algo mejor.
Candela
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