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España España · Shangri-la. Andalucía
Voto de Maggie Smee:
6
Terror Cosas extrañas comienzan a suceder en casa de los Graham tras la muerte de la abuela y matriarca, que deja en herencia su casa a su hija Annie. Annie Graham, una galerista casada y con dos hijos, no tuvo una infancia demasiado feliz junto a su madre, y cree que la muerte de ésta puede hacer que pase página. Pero todo se complica cuando su hija menor comienza a ver figuras fantasmales, que también empiezan a aparecer ante su hermano. (FILMAFFINITY)  [+]
23 de junio de 2018
80 de 114 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que lo primero que debo dejar claro es que, “Hereditary” no se trata de un film de terror. Al menos para mí, es una película dramática en la que se tratan diferentes temas inquietantes y aunque no se profundice nunca en ellos, podría resultar interesante en algunos aspectos. De hecho, a la salida, viendo la disparidad de opiniones de los espectadores, me hizo recordar “Amenaza en la sombra”, una controvertida película de “suspense” con la que no guarda ningún paralelismo, excepto el utilizar como punto de arranque el drama, para luego ir sumergiéndose en otro género, con la diferencia de que en el film de Roeg la intriga estaba bien administrada, no se demora y marcó una cierta renovación del género por su tratamiento, convirtiéndose con el tiempo en “película de culto”.


“Hereditary”, nada más que por el hecho de haber pasado por el Festival de Sundance, un festival por cierto cada vez menos independiente como ya en su día recriminaron DiCillo y otros, se le ha pretendido colgar el honor de “película de culto”, pero la distancia entre la mencionada y la “ópera prima” de Ari Aster es abismal. Incluso con las películas que algunos tan ligeramente la comparan, sea “El exorcista”, “El resplandor”... son exageradas y me temo podrían ir en detrimento del “disfrute” de “Hereditary”. El caso más evidente es de donde más bebe, del Polanski de “La semilla del diablo”, una obra maestra, quizás la mejor de su autor, y que solamente mencionarla hace empequeñecer a “Hereditary”. El pretender igualarla es casi ofensivo.


Así que creo que lo mejor que se podría hacer en el caso de querer comentarla objetivamente es dejar al lado las comparaciones, que muchas veces pueden ser odiosas, pero en este caso para mí serían injustificadas, aún insistiendo en que hay cosas en ella que puedan tener valía. Sundance parece que se ha convertido en lanzadera de películas de terror de bajo presupuesto, donde también comenzó la buena carrera comercial de “La bruja”, de Robert Eggers, que tuvo tantos fans como detractores, y cuyo resultado final fue superior al presente.
A mí el terror me interesa en cualquiera de sus variedades: desde el cine cochambre o serie Z, pasando por el comercial o desembocando en su vertiente pretendidamente intelectual como el caso presente. En cuanto a valorar el género exclusivamente he de confesar que “Expediente Warren: The Conjuring” ha sido la última película buena de terror que vi en el cine.


Dicho todo esto, “Hereditary” denota que es una “ópera prima”: no ha calculado bien los espacios de tiempos dedicados exclusivamente al drama o la tardía inclusión del posible “suspense”. La historia se puede seguir con interés pero no agarra en ningún momento al espectador, a pesar de contar con un par de escenas impactantes. Sus aspectos formales técnicos están cuidados, en especial la fotografía de Pawel Pogorzelski. Los actores hacen un buen trabajo, creyendo en sus personajes, y en lo que el proyecto suponía, desde Alex Wolff a Milly Shapiro, de rostro inquietante y personal, como los hijos. Sus dos protagonistas incluso se hicieron coproductores: un comedido y eficaz Gabriel Byrne y Toni Collette, convencida en que el personaje de Annie le podía facilitar un lucimiento mayor de lo que habitualmente le ofrecen.


En conclusión, lo que le hubiera venido bien a “Hereditary” era una revisión de guión. En sus algo más de dos horas, que ya son, se dejan cabos sueltos, hay cosas que no se terminan de explicarse, incluso la aparición de la perra que posee la familia, más bien parece la mascota de alguien del equipo técnico que aparece casi casualmente y cuyo papel que también se desaprovecha. Si se hubieran limado ciertas imperfecciones hubiera ganado más. La toma que abre el film, una idea muy bonita, también ofrece ciertas expectativas creativas que luego tampoco se producen. Eso sí, como es habitual en muchas producciones nada risueñas, cierran sus créditos finales acompañados de un tema de Judy Collins algo almibarado, su célebre “Both Sides Now”, aquí en un intento de abarcar la idea de su creador, el abrazar los dos lados en el constantemente nos movemos: el bien y el mal desde el cinismo, cosa que se echa en falta en muchos momentos del film.
Maggie Smee
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