Pues eso, dos psicópatas que, desprovistos de toda ética y discernimiento entre el bien y el mal (es lo que tiene ser un psicópata), se dedican a matar y desvalijar a personas ricas.

El director busca el choque dramático entre una familia burgesa normal y la irrupción de estos dos elementos. Pues muy bien, ya ves, ha descubierto la pólvora.

Todo lo que pasa es totalmente previsible, y no es más que un ejercicio de regodeo en el juego de los dos psicópatas. Los críticos dirán que es el hecho de ser previsible lo que la convierte en especial, dado que su importancia radica en lo que ésta nos provoca: Pues provoca lo visto en mil películas así y lo que la convierte es en un tostón.

El protagonista malo todo vestido de blanco, es una copia del de la "naranja mecánica" de Kubrick, solo que esta vez sustituye el bastón por el palo de golf, vaya copia más burda.

Y puff, ¡¡hay unos contrastes!!, imagínate que primero se oye música clásica y de repente ponen: ¡¡trash metal extremo!! ¡¡la leche tío!! otro topicazo más revestido de "brillante" provocación.

La "cinta blanca" la va a ver su señor padre.