Obra maestra arrolladora y todo un clásico del cine de aventuras (que no es mi género preferido, por cierto). Principalmente por su guion, lo más importante para mí en cualquier narración, pero también por la desbordante producción y por todo en general. Mención especial a la excelente banda sonora de Hans Zimmer, la mejor que yo recuerde en una película. En su contra está el hecho de que Zimmer plagió (reconocido por él mismo) parte de la obra Marte, perteneciente a la suite Los Planetas, de Gustav Holst. Pero aparte de eso, obra maestra de la música en general, no solo de las bandas sonoras.
Las coreografías de las secuencias de batalla y luchas son impresionantes, plenas de tensión y verosimilitud. Hay algo que me gusta especialmente en ellas, y es que no se limitan a hacer una secuencia de acción y ya está, lo que resultaría una ocurrencia o un capricho del director, sino que todas aportan algo importante a la historia.
Las interpretaciones, todas a gran altura, aunque Joaquin Phoenix, en el papel de César, está sublime y, en mi opinión, más merecedor de un Oscar que Russell Crowe. La fotografía, impresionante. Mención especial también al director, Ridley Scott, por haber sido capaz de coordinar y dirigir una excelente producción épica de este calibre. El guion está lleno de frases perla, como “lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad”, “tus defectos como hijo son mis fracasos como padre”, y muchas más. En su contra, le falta humor, es una pena, pero en definitiva, del ramillete de películas que me llevaría a una isla desierta… donde hubiera un enchufe, al menos.