No puedo negar que el fenómeno de “John Wick” tiene sus fans acérrimos pero en mi opinión tengo que decir que no me convenció en ninguna de sus dos primeras entregas y en ésta nueva solo puedo rubricar que es más de lo mismo pero en grado superlativo.
Desde que mataron a su perro “John Wick” cogió un cabreo enorme que todavía le dura y nadie va a curar su trauma y sus enemigos lo van a pagar con una ola de violencia a base de tiros en la cabeza (principalmente, si llevan casco se le sube la visera y sin problemas), puñales clavados en cualquier parte del cuerpo y patadas en el culo si viene al caso.
Keanu Reeves va en camino de parecerse cada vez más al “empanao” de Steven Seagal, solo le falta colarse una coleta, ganar unos kilitos y sacarse la camisa por fuera.
Chad Stahelski para seguir con su coreografía de tortazos a tutiplén ha incluido en esta tercera entrega a Mark Dacascos otra estrella en decadencia de las artes marciales.
Para colmo de lo exagerado la película la han alargado a más de 2 horas con lo que se llega a tener un empacho de tortazos que se vuelve cansino.
A pesar de todo hay que destacar alguna de las coreografías que se pueden salvar de la “cremá” como es el enfrentamiento en una armería en la que se vuelven locos a romper vitrinas y lanzar cuchillos que sobresale como una de las escenas más imaginativas.
Quien se haya quedado con ganas de más que no desespere que John Wick como bien dice “Necesita armas…muchas armas” y amenaza con volver con más ensalada de tortazos.