Y tras unos apresurados pintxos volvimos a la ya familiar sala 3 de los Príncipe para ver una Perla diferente por estilo y una deseada comicidad para rebajar la densidad de sus compañeras: la racial Infiltrado en el KKKlan/BlacKKKlansman, una de las películas de Spike Lee más aplaudidas en mucho tiempo (que junto a Chi-raq está experimentando un leve renacer) que ganó el Gran Premio del Jurado en el último Cannes. Entre la agitación social de los años sesenta, ingresa en el departamento de policía de Colorado Springs su primer miembro negro, Ron Stallworth. Con el apoyo de su compañero Flip Zimmerman, se introducirán en una peligrosa misión: infiltrarse como un único miembro en el Klu Klux Klan. Cine racial que grita con fuerza y recurre a un registro que ayudará a difundir su mensaje: thriller cómico de perfil comercial para hacer denuncia racial, tan necesaria como siempre. Película que aprovecha para hacer una nada velada crítica a Trump. Cinta estupenda en su banda sonora, y de sobrio estilo que no descuida la elegancia en su realización y fotografía. Película, además, bien interpretada, con mucho flow y carisma. Funciona como un tiro, y la encontré muy divertida. Bien es cierto que, como no sorprenderá a nadie, la crítica política no es que no sea sutil, sino que en su tercer acto se subraya con demasiada insistencia, agotando al espectador como si de un mitin al que no ha decidido ir se tratara, agudizado más aún con el innecesario y burdo uso de imágenes de archivo en la clausura. No es una gran película, seguramente, pero sí una muy lograda, de las que más disfruté de la estancia. Y un postre perfecto para una jornada colosal.