Ya, ya, tenéis razón: tras el descalabro de la primera entrega de Tomb Raider, ¿pa’ qué me meto en la segunda? En dos palabras: Gerard Butler.

Si algo muy bueno tiene esta saga es que han sabido buscarle a lady Croft unos compañeros de aventuras que son un lujazo. Primero tuvimos al inglés Daniel Craig, y ahora contamos con el escocés Gerard Butler. Alto, fuerte, ojos verdes, labios sensuales y viril porte son algunos de sus cualidades. Aquí le vemos en su mejor momento, con unos brazos musculosos y un torso que no requiere de ningún Leónidas para que nos quite el sentido. Su aparición en escena es precisamente haciendo flexiones enganchado del techo de la celda donde le tienen prisionero (sin duda injustamente, faltaría más), ataviado con camiseta interior verde militar, para mayor deleite de nuestros ojos. Lara Croft encima se le resiste. Es que ni se inmuta ante los acercamientos de Terry, sus halagos, besos y seducciones, con lo que nuestra heroína demuestra lo fría que es.

«Tomb Raider 2: la cuna de la vida» ofrece un espectáculo divertido de ver, graciosísimo según los momentos (¡esas cuerdas para bajar de cabeza!) y tan tonto como puede ser el entretenimiento de la primera película. Es menos ridícula, ahí sale ganando.