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España España · Málaga
Voto de Kaori:
9
Drama Rocky Balboa es un desconocido boxeador a quien se le ofrece la posibilidad de pelear por el título mundial de los pesos pesados. Con una gran fuerza de voluntad, Rocky se prepara concienzudamente para el combate y también para los cambios que acabarán produciéndose en su vida. (FILMAFFINITY)
29 de septiembre de 2012
72 de 86 usuarios han encontrado esta crítica útil
Unas letras mayúsculas en un fondo negro y la Fanfarria de Bill Conti sonando de fondo; un Pantocrátor pintado en una pared descascarillada de un club cualquiera. Un ring, dos hombres que boxean, el ambiente cargado y mezquino. Empieza «Rocky».

No es una película más, por mucho que sus detractores insistan en empequeñecerla. Creo que ninguna otra ha retratado con tan pocos medios y tanto acierto el mundo del boxeo, del deporte incluso y, sobre todo, el mundo de los fracasados y los soñadores cotidianos. Derrocha absoluta humanidad.

Ha pasado al imaginario colectivo, no entiendo por qué, toda la parte del entrenamiento de Rocky, lo típico, vamos. Y digo que no sé por qué, porque precisamente eso es lo de menos importancia. Claro, ahí se ven sus habilidades, pero mucho más impactante y hermoso es ese madrugón a las cuatro de la mañana con el simpático locutor de radio quejándose de la hora y un Rocky corriendo sin fuerzas al borde del amanecer. Porque esa es la verdadera esencia de «Rocky».

Una película melancólica, íntima y nocturna, apasionada y desperada, donde hay besos que se llevan media vida y un combate de boxeo que se lleva la otra media. Una película plagada de detalles (miradas, gestos, diálogos) que van retratando a los personajes, todos de una profundidad y un despliegue emocional impecable. El retrato de Rocky, desde el primer minuto, me parece asombroso; personaje el suyo de una ternura y una nobleza que conmueve hasta las entrañas, con un carisma arrollador. Talia Shire hace una interpretación magnífica como la insegura Adrian, así como Burt Young en el papel del amigo y hermano Paulie, víctima y verdugo al mismo tiempo. Una película que nos enseña la parte menos elegantes de una gran urbe, en este caso una Filadelfia de mercados sucios, muelles y prestamistas, baretos con borrachos y sin espejos, barrios marginales donde los jóvenes sin esperanzas fuman y cantan en las calles; y aún así, nunca ha apetecido tanto conocer una ciudad. Sí, yo también quiero subir las escaleras del Museo de Arte y levantar los brazos al cielo, imaginado que no soy sólo una idiota más del mundo.

Banda sonora descomunal. Impagable el «Alone In The Ring» o «The Final Bell», que hace que se me salten las lágrimas de sólo escucharlo. La pareja de Rocky y Adrian, por cierto, es una de las más bellas del celuloide, romántica aún sin proponérselo, sin cursilerías de ninguna clase y totalmente encantadora.

Sobre sus secuelas debo decir que, a otro nivel y con otro estilo, son más que aceptables, y algunas muy buenas en su género, aunque no se debería juzgar a la primera por la calidad de las segundas. No tiene sentido. De todos modos, se les ha colgado la etiqueta de «malas» y ya no hay quien se la quite, a no ser que te tomes la molestia de verlas y te des cuenta de la grosería del prejuicio.

Esta «Rocky» es antológica en todos los sentidos. Un mito.
Kaori
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