Jersey Boys, el primer musical de Clint Eastwood, director ecléctico donde los haya, es una montaña rusa.
Empieza realmente baja de ritmo y de energía, avanzando pesadamente por las adolescencias y juventudes de todos los miembros de The Four Seasons y sin saber encontrar el tono durante unos primeros sesenta minutos erráticos e irregulares en el ritmo y el interés por lo que sucede en la pantalla.
Lo curioso es que, según avanza y a pesar de su excesiva duración (no eran necesarias dos horas y diez minutos para contar esta historia), el interés de la narración crece una vez la banda comienza a tener prblemas económicos y se ve en manos de la Mafia. Ahí sí remonta nel vuelo Eastwood ya sus dos guionistas Marshall Brickman y Rick Elice, con escenas de poderosa fuerza dramática como las de las discusiones acerca de la deuda, los problemas familiares y sentimentales de Valli o los abandonos de los miembros de los Four Seasons. Además, las actuaciones de los actores, la mayoría de ellos desconocidos, son excelentes, destacando irremediablemente John Lloyd Young, quien ya interpretó a Frankie Valli sobre los escenarios, y Vincent Piazza, el más carismático de un conjunto de por sí lleno de fuerza (atención a Michael Lomenda y Erich Bergen, todo naturalidad y efectividad en sus actuaciones) y ayudado además por unos maquillaje, peluquería y vestuario extraordinarios. Y es que Eastwood, gusten o no sus películas, sean estas mejores o peores, es indiscutiblemente un gran director de actores. Bueno, un gran director a secas.
Un aceptable biopic sobre una de las leyendas musicales de América que hubiera dado para más de haber resumido mejor los primeros compases del musical. Pero no siempre se les pueden pedir a los maestros películas maestras, ni siempre pretenden hacerlas.

Lo mejor: La segunda hora de película, una vez comienzan los problemas del grupo.
Lo peor: Tarda mucho en arrancar y es demasiado larga.