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Voto de TOM REGAN:
8
7,5
5.077
Drama. Romance
Harry Lund, de 19 años, trabaja en un almacén de vidrio y porcelana. Cerca de ahí trabaja Mónica en un almacén de vegetales. Mónica es una chica de 17 años alegre y feliz. Ella empieza una conversación con él al verlo en un café. Después de un tiempo se enamoran. Los dos son hostigados en su empleo por su edad. Mónica abandona su casa después de una discusión con su padre y Harry deja su trabajo después de una discusión con su jefe. Sin ... [+]
14 de agosto de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
160/18(27/07/18) Notable film del maestro sueco Ingmar Bergman, la cinta que lo dio a conocer en el panorama internacional, obra embestida de un lirismo visual brillante, radiografiando con cariño pero a la vez con bisturí afilado el despertar de la inocencia de una pareja de jóvenes, jóvenes que se creen libres de ataduras, libres de responsabilidades, creen poder estar en perpetuas vacaciones de verano, pero el otoño y el invierno siempre llegan y entonces la cruda realidad les aplasta. Per Anders Fogelström guioniza su propia novela homónima de 1951, desarrollando un film rebosante de melancolía, de ternura, de ilusiones, y de frustraciones juveniles, hablándonos de los primeros amores, del sexo como motor, de libertad, de la fugacidad de la vida, de las responsabilidades, ello con personajes con hondura psicológica, ambiguos, con defectos, soñadores, aristas, egoísmo, nihilismo, muy humanos, con los que es fácil empatizar en sus fragilidades y virtudes, todo con señas de identidad bergmanianas como el protagonismo de la mujer, su fuerza vital lo mueve y manipula todo, deconstruyendo el concepto nuclear de la familia, con uso lírico-visual de espejos, mostrando crisis de amores, sobre pasiones retraídas y explotadas, el gusto por los primeros planos penetrantes, y siempre regando de pesimismo el metraje. Influyó al cine posterior, especialmente a la nouvelle vague, ejemplo claro se da en “Los 400 golpes” (1959), el niño Doinel roba de la cartelera de un cine una foto de Harriet Andersson que reproduce un fotograma de la película, cuyo natural desnudo se convirtió en símbolo libertario: imagen de la felicidad pagana, el esplendor y la plenitud del cuerpo a la luz cenital del verano, mientras dura. La película hizo estrella de su actriz principal, Harriet Andersson, Bergman había estado íntimamente involucrado con Andersson en ese momento y concibió la película como vehículo para ella, los dos tras separarse siguieron trabajando juntos, en películas como “Noche de circo”, “Sonrisas de una noche de verano”, “En un espejo, y “Gritos y susurros”. En Suecia, el erotismo, la breve desnudez y los guiones de la película que involucraban a la maternidad soltera y el adulterio no levantaron polémica, pero cuando se estrenó en USA a mediados de los '50, se convirtió en una especie de corte, particularmente después de la explotación. Es la película de Bergman más vista en Estados Unidos.
Es la historia de un (loco) amor de verano de unos jóvenes inmaduros que encuentran su pasión juvenil de irrefrenable ebullición de hormonas el motor para huir del mundanal ruido, un romance de resonancias elegiacas, hablándonos de lo efímero que puede ser la pasión, donde la urbe representa todos los vicios y convencionalismos sociales, y familiares, para iniciar una oda a la rebeldía y ala utopía, en una odisea en lancha por un río sueco parando en la isla de Örmo, dando pie a entrar en un mundo rural bucólico, donde las normas y deberes son inexistentes, prima la libertad y el amor, la atracción física, sexo, baile, baños, comidas campestres,… pero todo en la vida tiene su fin, y llegará la crisis que enfrentará a los dos caracteres; Harry Lund es un chico de 19 años, se encuentra asfixiado en un trabajo de repartidor que lo hostigan, huérfano de madre, vive con su padre, es un joven timorato, ingenuo, noble, idealista, de mentalidad enamoradizo (probablemente virgen), pero con su cabeza amueblada para saber los límites entre la libertad y el libertinaje. Lars Ekborg lo encarna con gran veracidad, emitiendo estar deslumbrado por la extrovertida Monica, mostrando una mirada hacia ella en que brilla su devoción lujuriosa por esa flor con espinas, ejemplo es el modo en que la conoce ofreciéndole fuego que no es capaz de encender hasta después de varios intentos (el nerviosismo ante la sexy chica lo turba) para el recuerdo esa última mirada al espejo, excepcional de todo lo que habla esa imagen (spoiler); Monica Erikson es un alma libre de 17 años, que no quiere ataduras, que solo ansía disfrutar de la vida, y por ende su hermoso cuerpo, visto a través de la cámara cual encarnación de la Diosa Venus, joven pícara, vive con su familia en un hogar que la oprime, sobre todo por un padre borrachín y violento, es fumadora, impulsiva, sensual (y lo sabe), ha tenido varias relaciones antes (no es precisamente virgen), es la clásica mujer fatal del cine negro, pero sin estar en este género, es un corazón indomablemente salvaje, no cree en responsabilidades, es egoísta, y sobre todo un cañón magnéticamente carnal. Harriet Andersson con solo 21 años la encarna de forma homérica, es enérgica, vitalista, electrizante, ociosa, una actuación maravillosa en el modo en que arraiga en el espectador como un sirena inalcanzable, y se nota a Bergman enamorado de ella en la forma de filmarla cual rayo de luz libidinoso sobre las rocas (tumbada o de pie cual divinidad pecaminosa) de la costa desnuda, pareciendo por momentos una aparición celestial, y expresando en el apartamento ser un (bello) animal enjaulado, o la forma en que a través de ella rompe la cuarta pared (algo inaudito en el cine), de tremenda intensidad dramática, hecho que precede a una punzante elipsis; A los dos les une su afán de sexo libre, sus ganas de rebelarse contra el modus vivendi urbanita.
El relato se puede dividir en tres partes: Primera es la presentación de personajes, vemos por primera vez a ella mirarse en un espejo de un escaparate, joven y resplandeciente en su belleza, vemos sus diferentes caracteres (ejemplificados en la proyección de cine a que asisten, ella llora ante la película que ven y él bosteza), vemos el modo en que viven en la ciudad, de cómo sus ambientes familiares y laborales les incomodan más y más, hasta que los dos amantes deciden huir hacia adelante, sin mirar atrás; y comienza la segunda parte, un tramo bucólico, con la pareja de jóvenes disfrutando en una isla desierta, el hedonismo en todo su esplendor... (sigue en spoiler)
Es la historia de un (loco) amor de verano de unos jóvenes inmaduros que encuentran su pasión juvenil de irrefrenable ebullición de hormonas el motor para huir del mundanal ruido, un romance de resonancias elegiacas, hablándonos de lo efímero que puede ser la pasión, donde la urbe representa todos los vicios y convencionalismos sociales, y familiares, para iniciar una oda a la rebeldía y ala utopía, en una odisea en lancha por un río sueco parando en la isla de Örmo, dando pie a entrar en un mundo rural bucólico, donde las normas y deberes son inexistentes, prima la libertad y el amor, la atracción física, sexo, baile, baños, comidas campestres,… pero todo en la vida tiene su fin, y llegará la crisis que enfrentará a los dos caracteres; Harry Lund es un chico de 19 años, se encuentra asfixiado en un trabajo de repartidor que lo hostigan, huérfano de madre, vive con su padre, es un joven timorato, ingenuo, noble, idealista, de mentalidad enamoradizo (probablemente virgen), pero con su cabeza amueblada para saber los límites entre la libertad y el libertinaje. Lars Ekborg lo encarna con gran veracidad, emitiendo estar deslumbrado por la extrovertida Monica, mostrando una mirada hacia ella en que brilla su devoción lujuriosa por esa flor con espinas, ejemplo es el modo en que la conoce ofreciéndole fuego que no es capaz de encender hasta después de varios intentos (el nerviosismo ante la sexy chica lo turba) para el recuerdo esa última mirada al espejo, excepcional de todo lo que habla esa imagen (spoiler); Monica Erikson es un alma libre de 17 años, que no quiere ataduras, que solo ansía disfrutar de la vida, y por ende su hermoso cuerpo, visto a través de la cámara cual encarnación de la Diosa Venus, joven pícara, vive con su familia en un hogar que la oprime, sobre todo por un padre borrachín y violento, es fumadora, impulsiva, sensual (y lo sabe), ha tenido varias relaciones antes (no es precisamente virgen), es la clásica mujer fatal del cine negro, pero sin estar en este género, es un corazón indomablemente salvaje, no cree en responsabilidades, es egoísta, y sobre todo un cañón magnéticamente carnal. Harriet Andersson con solo 21 años la encarna de forma homérica, es enérgica, vitalista, electrizante, ociosa, una actuación maravillosa en el modo en que arraiga en el espectador como un sirena inalcanzable, y se nota a Bergman enamorado de ella en la forma de filmarla cual rayo de luz libidinoso sobre las rocas (tumbada o de pie cual divinidad pecaminosa) de la costa desnuda, pareciendo por momentos una aparición celestial, y expresando en el apartamento ser un (bello) animal enjaulado, o la forma en que a través de ella rompe la cuarta pared (algo inaudito en el cine), de tremenda intensidad dramática, hecho que precede a una punzante elipsis; A los dos les une su afán de sexo libre, sus ganas de rebelarse contra el modus vivendi urbanita.
El relato se puede dividir en tres partes: Primera es la presentación de personajes, vemos por primera vez a ella mirarse en un espejo de un escaparate, joven y resplandeciente en su belleza, vemos sus diferentes caracteres (ejemplificados en la proyección de cine a que asisten, ella llora ante la película que ven y él bosteza), vemos el modo en que viven en la ciudad, de cómo sus ambientes familiares y laborales les incomodan más y más, hasta que los dos amantes deciden huir hacia adelante, sin mirar atrás; y comienza la segunda parte, un tramo bucólico, con la pareja de jóvenes disfrutando en una isla desierta, el hedonismo en todo su esplendor... (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
… Allí Bergman se viene arriba con la cinematografía entusiasta de Gunnar Fisher (“El séptimo sello”), de resonancias en este segmento a realismo mágico explayándose en su alegría de vivir, en sus fogatas, en sus danzas, en la lujuria, en la desnudez de ella, en comunión con la naturaleza, sin mirar a los lados, sin pensar en el futuro, solo en el presente, incidiendo en contrastes entre el cielo (con algunas preciosas nubes) y la tierra (en tonos grisáceos), jugando con sibaritas contraluces y claroscuros en que Harriet queda delineada de forma mágica, surtiendo el director con lindas y simbólicas imágenes con esa telaraña con el insecto atrapado (en realidad ella es la araña y él el insecto atrapado, o son la pareja los presos de este mísero mundo?), hasta que la maldad aparece por sus rendijas humanas, primero por ese tipo que mete fuego a la lancha, y luego con el hambre que deriva en Mónica atrapada; Esto y el embarazo de ella (cual pecado terrenal) les hace volver a la civilización, arranca la tercera y última parte, bloque de resonancias claras en el neorrealismo italiano, cual otoño caen poco apoco las hojas del árbol del amor, las diferencias que antes solo se punteaban ahora agrietan su amor de verano, lo que eran horizontes infinitos se convierte en espacios cerrados, claustrofóbicos en el triste apartamento, lo sombrío y nostálgico se apodera del metraje, dejando para el recuerdo el ingenioso (y atrevido) recurso de la joven Monica mirando a cámara medio minuto, hablando de sus pensamientos, haciendo que el espectador se involucre, pues le habla directamente a él, aunque lo enmascare en reflexiones en voz alta. Para acabar en un ejercicio circular inteligente y de gran sentido emocional (spoiler).
La puesta en escena rezuma sentido incisivo emitiendo el estado de ánimo requerido en cada momento, en cada escenario, con cada personaje, rodándose bajo el notable diseño de producción de P.A. Lundgren (“Sonrisas de una noche de verano” o “El Séptimo Sello”) en Suecia (Ornö; Riddarfjärden; Sandelöga; y en Estocolmo); enaltecido por la mencionada fotografía de Gunnar Fisher; Adornando está la festiva música de Erik Nordgren (“El séptimo sello” o “Fresas salvajes”), añadiendo valses de Johan Strauss (“Sangre vienesa”, “El Danubio azul”), un tango, una balada (“En mi jardín soñado”) y composiciones tradicionales suecas; La edición juega con inteligencia con las elipsis, ejemplo excelente es el que se produce tras la moneda en la “jukebox”.
Spoiler:
Al entrar al invierno, con la responsabilidad de una hija en brazos, el joven abandonado encontrará un espejo concreto que también simbólicamente resume el tiempo. En él contempla su imagen actual y proyecta sus recuerdos de la fugaz felicidad pasada. A pesar de haber transcurrido unos meses desde que conoció a Monika. Entonces acuden a su mente las imágenes más bellas de su convivencia en el bote con Monika (su cuerpo tendido en el bote tomando el sol, un armonioso paseo desde la orilla hacia el agua de una dulce y desnuda Monika…). Seguidamente y tras volver en sí, mira al pequeño bebé que sostiene en los brazos y nos sonríe, dándonos la esperanza de que las cosas vayan a ir mejor a nuestro protagonista. Cuando se retira, sin embargo, se observa en el espejo cómo unos nuevos propietarios se llevan los muebles de la casa que compartían Monika y él, mezclándose en nuestro espejo los mejores momentos del film y las terribles consecuencias de su final. Un grupo de ancianos en movimiento ocupa la última imagen reflejada por el espejo, transmitiendo la caducidad que siempre espera al final de todo camino humano. [Dixit] Terminando de modo circular la cinta.
Notable muestra de cine de calado emocional que habla de temas profundos con sentido lírico. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2018/08/un-verano-conmonika.html
La puesta en escena rezuma sentido incisivo emitiendo el estado de ánimo requerido en cada momento, en cada escenario, con cada personaje, rodándose bajo el notable diseño de producción de P.A. Lundgren (“Sonrisas de una noche de verano” o “El Séptimo Sello”) en Suecia (Ornö; Riddarfjärden; Sandelöga; y en Estocolmo); enaltecido por la mencionada fotografía de Gunnar Fisher; Adornando está la festiva música de Erik Nordgren (“El séptimo sello” o “Fresas salvajes”), añadiendo valses de Johan Strauss (“Sangre vienesa”, “El Danubio azul”), un tango, una balada (“En mi jardín soñado”) y composiciones tradicionales suecas; La edición juega con inteligencia con las elipsis, ejemplo excelente es el que se produce tras la moneda en la “jukebox”.
Spoiler:
Al entrar al invierno, con la responsabilidad de una hija en brazos, el joven abandonado encontrará un espejo concreto que también simbólicamente resume el tiempo. En él contempla su imagen actual y proyecta sus recuerdos de la fugaz felicidad pasada. A pesar de haber transcurrido unos meses desde que conoció a Monika. Entonces acuden a su mente las imágenes más bellas de su convivencia en el bote con Monika (su cuerpo tendido en el bote tomando el sol, un armonioso paseo desde la orilla hacia el agua de una dulce y desnuda Monika…). Seguidamente y tras volver en sí, mira al pequeño bebé que sostiene en los brazos y nos sonríe, dándonos la esperanza de que las cosas vayan a ir mejor a nuestro protagonista. Cuando se retira, sin embargo, se observa en el espejo cómo unos nuevos propietarios se llevan los muebles de la casa que compartían Monika y él, mezclándose en nuestro espejo los mejores momentos del film y las terribles consecuencias de su final. Un grupo de ancianos en movimiento ocupa la última imagen reflejada por el espejo, transmitiendo la caducidad que siempre espera al final de todo camino humano. [Dixit] Terminando de modo circular la cinta.
Notable muestra de cine de calado emocional que habla de temas profundos con sentido lírico. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2018/08/un-verano-conmonika.html