Una peripecia enteramente posible, contada eficazmente y sin concesiones a la divagación o el aburrimiento. No le veo puntos débiles. A mí, José Coronado siempre me ha parecido muy buen actor y, en esta ocasión, el director le sabe sacar partido. La historia es cruda, tensa, sin adornos ni efectismos, y el director se puede permitir, incluso, ralentizar el ritmo a veces, a base de algunas escenas o planos que pudieran parecer de demasiada duración, pero no es así: está dando tiempo al espectador a asimilar los ángulos de lo que está ocurriendo, y acumulando tensión dramática de forma acertada, preparando el vuelco final que pone todo lo ocurrido bajo otra perspectiva. Esto de los vuelcos finales lo quiere hacer casi todo el mundo, pero suele quedar forzado y artificioso, dado lo mediocre y falso de todo lo anterior. Aquí entra perfectamente. Una buena película, sí señor.