Tiene cosas que me gustan mucho y otras que me parecen desacertadas. El punto de vista adulto de la idea de partida me parece muy interesante (a cualquiera de nosotros le puede tocar ser el líquido desalojado, y la mayoría no tendríamos demasiados reparos en ser el cuerpo que se sumerge), pero es en parte estropeado por un tramo final demasiado pasquinesco y por algunas frases y momentos de lirismo que no suelen venir a cuento en historias como estas, que deberían centrarse en los personajes y darles todo el peso. Algunos de los paralelismos y de las coincidencias y, sobre todo, las conclusiones finales, no me convencieron en absoluto. La actriz que hace de Rocío está un pelín por debajo de los otros tres protagonistas, de los que yo destacaría a Marta Belaustegui, aunque confieso que esta mujer es mi debilidad, que siempre me derrito viéndola en pantalla.

Se me aceleró el corazón cuando Sonia (Marta Belaustegui) le abrocha el botón Mariano (Roberto Enríquez). ¡Qué bonita escena!