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Voto de Reaccionario:
4
Drama Ambientada en 1953, narra el enfrentamiento real que, en defensa del periodismo independiente, mantuvieron el famoso periodista y presentador de la CBS Edward R. Murrow (David Strathairn) y su productor Fred Friendly (George Clooney) contra el poderoso senador anticomunista Joseph McCarthy, hecho que determinó el final de la "caza de brujas". (FILMAFFINITY)
20 de noviembre de 2011
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me cuesta y me duele hacer esta crítica. Por un lado George Clooney nos propone una película seria, bien filmada y dirigida (aunque para mi gusto demasiado fría y objetiva), una historia basada en hechos reales, con un tono adecuado y con una intención moralizante, pedagógica sobre la influencia de los medios de comunicación, las presiones que los poderes económicos y políticos ejercen sobre las corporaciones y estas sobre los profesionales, o la denuncia de la "caza de brujas" del senador McCarthy.

Pero por otro lado el guión apenas está esbozado y la historia se pierde en planos de Murrow ante la cámara o de la comisión del Senado. Los personajes no están más que esbozados y los hechos que se cuentan están desprovistos de toda intensidad, de todo dramatismo. Todo fluye con una ligereza que te desconcierta porque por momentos la objetividad es tal que da la sensación de que se está rodando con una cámara de video. De hecho la historia no tiene un principio claro, ni un final, ni mucho menos un desarrollo más o menos estructurado o unas secuencias en la que pase algo de interés. Por añadidura, la parte de Robert Downey Jr. y la mujer, es que no se que pinta, deberían haber sido suprimida porque lo que consigue más que otra cosa es romper la narración.

Aún así, la peor crítica que le realizo a "Buenas noches, y buena suerte" no es formal sino ideológica. La sensación que me produce es que es de una cobardía y de una doblez asombrosa. Me explico. Independientemente de que uno simpatice con el comunismo o que lo conside una de las mayores plagas de la humanidad (como es mi caso), la grandeza de esta película residiría en defender precisamente el hecho de que en un país libre, en los Estados Unidos de los años cincuenta, todas las personas tienen que tener la libertad ideológica y de conciencia y la libertad para afiliarse o ser simpatizante del partido que sea, incluido el comunista. Esa hubiera sido la idea, no criticar a McCarthy por que se excediera en sus métodos o por que condenada basándose en calumnias o rumores, sino rechazarlo porque nadie puede condenar a nadie por tener las ideas que sean sino sólo por las acciones que cometa.

Sin embargo, durante los 90 minutos escasos de la cinta, uno no ve por ningún lado esa idea. En vez de afiliarse como protesta todos los periódistas al Partido Comunista (es una idea) sólo se ven personajes timoratos y asustados que niegan toda relación con el comunismo, que lo condenan, que se presentan como leales y patriotas, buenos americanos, y que precisamente por esta razón critican a McCarthy. Pero el ataque al senador no se ve respaldado por ningún principio, por ninguna idea, por lo que al final el filme resulta vacío, muy limitado, insustancial, o sea, el mayor pecado del cine de este siglo.
Reaccionario
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