Hay que aplaudir la opera prima de Ana Asensio por varias razones: la primera y fundamental porque es una buena película. Su fotografía (en 16mm) es excelente (con grano, nerviosa), y aporta, desde su técnica visual, el complemento perfecto a lo que quieren contarnos. Pocos diálogos y pocos personajes: el principal, Luciana, interpretado y autodirigido por la propia Asensio, se erige prácticamente en protagonista único, y lo acompañamos sin descanso durante toda la historia. Con un estilo docurrealista, el film empieza mostrándonos las interioridades de un NY hostil para con los inmigrantes, así como las penurias por las que atraviesa Luciana y cómo tiene que ganarse la vida (genial la escena con los niños). Apenas hay desarrollo, no hay tiempo; pasamos de conocer y acompañar a Luciana en su dura cotidianidad a adentrarnos en lo que viene después. Un larguísimo acto final (casi media película) con tensión de thriller in crescendo que no defrauda. Por poner un par de peros, echo en falta algo más de desarrollo, y más cuidado en abrir subtramas con más peso específico. Se nota que adolece de una estructura básica de guión (dirigir, producir, interpretar, escribir… todo no puede salir perfecto). La segunda razón por la que hay que aplaudir (y apoyar) la peli de Asensio es por cómo se ha llevado a cabo. Ella se ha buscado la financiación y los apoyos, en EEUU, claro. Lo intentó en España pero no lo consiguió (qué raro). Lo logró al otro lado del charco, la rodó en inglés, la película ha sido multipremiada y aquí, tiempo después, solo ha llegado a circuitos reducidos de VO. Así está el cine patrio.