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Voto de Miquel:
9
8,1
2.510
Drama. Romance. Western
Letty (Lillian Gish), una inocente joven de Virginia, se traslada desde el Este a las praderas de Texas, donde parece que el viento nunca deja de soplar y la arena llega a todas partes. Allí vive con unos parientes, pero, como no se siente querida, se verá abocada a un matrimonio que no desea. (FILMAFFINITY)
8 de septiembre de 2012
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película muda dirigida por el realizador sueco Victor Sjöström (1879-1960). El guión, de Frances Marion, se basa libremente en la novela “The Wind” (1925), de Dorothy Scarborough. Se rueda en California (Bakersfield, Mojave Dessert …). Producido por Victor Sjöström para MGM, se estrena el 23-XI-1928 (EEUU).
La acción dramática, que en la novela tiene lugar en 1880, la película la traslada a la época actual (1927-1928). En la novela y en la película los hechos suceden en el rancho imaginario Sweet Water de Texas y alrededores. Letty Mason (Gisch) es una muchacha de Virginia que al quedar sola en la vida se traslada a vivir en el rancho de su primo Beverly (Earle), casado con Cora (Cumming) y padre de 3 hijos. Lige Hightower (Hanson) reside en el rancho vecino al de Beverly y se dedica a la captura de caballos salvajes. En el tren que la lleva a Texas Letty conoce a Wirt Roddy (Love). Letty es joven, atractiva, ingenua, delicada y luchadora. Lige es fuerte y rudo. Wirt es violento y mujeriego.
El film pertenece al grupo de obras (literarias, plásticas, cinematográficas, etc.) que se inspiran en concepciones que consideran la naturaleza como fuente de fuerzas hostiles, opresivas y destructivas. En los años 20 proliferaron concepciones de este tipo, que hallaron en el movimiento modernista un espacio de acogida, apoyo y afirmación. La película que comentamos constituye un ejemplo elocuente de una visión inhóspita y trágica de la naturaleza, de su influencia sobre la psicología, el carácter y la conducta de las personas y de los extremos a los que pueden llegar sus fuerzas devastadoras y ciegas. Por otro lado, la obra constituye también un exponente de las concepciones que postulan la belleza de los aspectos más duros y perturbadores de la realidad que rodea al ser humano. El film se esmera en jugar con delicadeza y sumo cuidado con la ambigüedad de un viento enfurecido, capaz de crear adicción y de aportar, a la vez, cosas buenas y malas, problemas y soluciones, penas y alegrías.
El viento, incesante y agobiante, que envuelve la acción se comporta como un elemento que el realizador emplea para crear atmósferas y para reflejar estados de ánimo. En el film el viento cumple varias funciones a la vez y todas las cumple de un modo que en mi opinión es impecable y soberbio.
En línea con otras obras de la época (últimas manifestaciones del cine mudo), el film aporta un conjunto de sugestiones sonoras que sorprenden al espectador. Sustituye en ocasiones la ausencia de sonido mediante la visión gráfica de sus efectos sobre las personas y su entorno. Por otro lado, el realizador, para resaltar los aspectos inquietantes y perturbadores, hace uso de toques de dulzura, candidez, ternura, etc. También recurre al humor, un humor sencillo y obvio, socarrón e irónico, fresco y directo. Al respecto el realizador se muestra ocurrente y eficaz.
La acción dramática, que en la novela tiene lugar en 1880, la película la traslada a la época actual (1927-1928). En la novela y en la película los hechos suceden en el rancho imaginario Sweet Water de Texas y alrededores. Letty Mason (Gisch) es una muchacha de Virginia que al quedar sola en la vida se traslada a vivir en el rancho de su primo Beverly (Earle), casado con Cora (Cumming) y padre de 3 hijos. Lige Hightower (Hanson) reside en el rancho vecino al de Beverly y se dedica a la captura de caballos salvajes. En el tren que la lleva a Texas Letty conoce a Wirt Roddy (Love). Letty es joven, atractiva, ingenua, delicada y luchadora. Lige es fuerte y rudo. Wirt es violento y mujeriego.
El film pertenece al grupo de obras (literarias, plásticas, cinematográficas, etc.) que se inspiran en concepciones que consideran la naturaleza como fuente de fuerzas hostiles, opresivas y destructivas. En los años 20 proliferaron concepciones de este tipo, que hallaron en el movimiento modernista un espacio de acogida, apoyo y afirmación. La película que comentamos constituye un ejemplo elocuente de una visión inhóspita y trágica de la naturaleza, de su influencia sobre la psicología, el carácter y la conducta de las personas y de los extremos a los que pueden llegar sus fuerzas devastadoras y ciegas. Por otro lado, la obra constituye también un exponente de las concepciones que postulan la belleza de los aspectos más duros y perturbadores de la realidad que rodea al ser humano. El film se esmera en jugar con delicadeza y sumo cuidado con la ambigüedad de un viento enfurecido, capaz de crear adicción y de aportar, a la vez, cosas buenas y malas, problemas y soluciones, penas y alegrías.
El viento, incesante y agobiante, que envuelve la acción se comporta como un elemento que el realizador emplea para crear atmósferas y para reflejar estados de ánimo. En el film el viento cumple varias funciones a la vez y todas las cumple de un modo que en mi opinión es impecable y soberbio.
En línea con otras obras de la época (últimas manifestaciones del cine mudo), el film aporta un conjunto de sugestiones sonoras que sorprenden al espectador. Sustituye en ocasiones la ausencia de sonido mediante la visión gráfica de sus efectos sobre las personas y su entorno. Por otro lado, el realizador, para resaltar los aspectos inquietantes y perturbadores, hace uso de toques de dulzura, candidez, ternura, etc. También recurre al humor, un humor sencillo y obvio, socarrón e irónico, fresco y directo. Al respecto el realizador se muestra ocurrente y eficaz.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
(Sigue sin espoileres/aguafiestas)
Los problemas que rodearon las diferencias entre la productrora y el realizador demoraron el estreno del film. Este hecho motivó que su acogida por parte del público se viera perjudicada por el avance del cine sonoro y la preferencia que suscitaba entre el público. El estreno de la obra se saldó en fracaso comercial, pese a la calidad del film y el interés de sus soluciones. Victor Sjöström dejó los EEUU pare retornar a Suecia y Lillian Gisch quedó apartada de los platós durante un tiempo. Tuvieron que pasar años para que se le reconocieran sus valores y su interés. Hoy el film está considerado por la crítica especializada como un trabajo culminante del cine mudo.
La fotografía, de John Arnold (“La melodía de Broadway”, Beaumont, 1929), en B/N, hábilmente construida, aporta imágenes sobrecogedoras que retienen la mirada del público. Se beneficia de una puesta en escena magnífica y de una dirección de actores admirable. Por otro lado, la eleva a gran altura la decoración espléndida de Cedric Gibbons y la apabullante economía de medios que administra el realizador. Las imágenes de las praderas inmensas azotadas por el viento componen una visualidad memorable, de extraordinaria fuerza y de inusual originalidad. La cámara muestra una serie riquísima de recursos y soluciones: encuadres precisos, planos sobresalientes, movimientos de gran modernidad, planos generales asombrosos, planos de detalle cargados de significado y secuencias de grupos (vecinos a caballo, manada de caballos salvajes, toros bravos …) de sorprendente dinamismo.
Esta es, en mi opinión, una película indispensable para todo tipo de cinéfilos, incluidos los que no han descubierto todavía el enorme interés de las grandes obras del cine mudo.
Los problemas que rodearon las diferencias entre la productrora y el realizador demoraron el estreno del film. Este hecho motivó que su acogida por parte del público se viera perjudicada por el avance del cine sonoro y la preferencia que suscitaba entre el público. El estreno de la obra se saldó en fracaso comercial, pese a la calidad del film y el interés de sus soluciones. Victor Sjöström dejó los EEUU pare retornar a Suecia y Lillian Gisch quedó apartada de los platós durante un tiempo. Tuvieron que pasar años para que se le reconocieran sus valores y su interés. Hoy el film está considerado por la crítica especializada como un trabajo culminante del cine mudo.
La fotografía, de John Arnold (“La melodía de Broadway”, Beaumont, 1929), en B/N, hábilmente construida, aporta imágenes sobrecogedoras que retienen la mirada del público. Se beneficia de una puesta en escena magnífica y de una dirección de actores admirable. Por otro lado, la eleva a gran altura la decoración espléndida de Cedric Gibbons y la apabullante economía de medios que administra el realizador. Las imágenes de las praderas inmensas azotadas por el viento componen una visualidad memorable, de extraordinaria fuerza y de inusual originalidad. La cámara muestra una serie riquísima de recursos y soluciones: encuadres precisos, planos sobresalientes, movimientos de gran modernidad, planos generales asombrosos, planos de detalle cargados de significado y secuencias de grupos (vecinos a caballo, manada de caballos salvajes, toros bravos …) de sorprendente dinamismo.
Esta es, en mi opinión, una película indispensable para todo tipo de cinéfilos, incluidos los que no han descubierto todavía el enorme interés de las grandes obras del cine mudo.