Una gran película desde la factura técnica. Es una cinta que nada tiene para envidiarle a cualquier producto Pixar desde lo estético y desde el atractivo visual que ofrece a la platea.

Generalmente las obras de DreamWorks Animation están un escalón más abajo en calidad técnica en comparación con los lanzamientos de la productora líder del momento y desde ya hace bastante tiempo como es Pixar. Pero esta obra verdaderamente ofrece una alternativa muy estimulante por la calidad de los gráficos, por la fluidez de la animación, por las texturas y los coloridos, y por los maravillosos fondos en donde se desenvuelve el conflicto de la historia.

Si seguimos mencionando los méritos y las virtudes de esta cinta no hay que olvidarse de su banda sonora, la cual nos ofrece una ampulosa y grandilocuente partitura sinfónica cuyo poderío orquestal termina realzando aún más el espíritu aventurero y frenético que aparece constantemente en el argumento.

También puede mencionarse que el filme logra ser un digno pasatiempo, pero quizás allí radique la limitación que esta propuesta animada posee. El guión sólo ofrece una simple aventura de fantasía, la cual si bien es entretenida y dinámica en sus circunstancias, nunca llega a trascender más allá de ello.

Hay pasajes en los cuales se llega –aunque mínimamente- a implicar emocionalmente al espectador con situaciones sensibles, mientras que en otros momentos inclusive se llega a leer entre líneas una especie de crítica antibelicista hacia esas guerras que son declaradas por malos entendidos y prejuicios, las cuales se podrían tranquilamente haber evitado.

Pero más allá de ello, el filme tiene sólo pretensiones de divertir a la platea con una aventura donde la amistad entre dos seres incomprendidos se hace presente con mucho vértigo y con una maravillosa presentación estética. Y vaya que cumple con eso.