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Le Samouraï

Cine negro. Thriller La historia de un hermético y frío asesino a sueldo. Jeff Costello es un perfeccionista que siempre planea cuidadosamente sus asesinatos y al que nunca han atrapado. Sin embargo una noche, tras liquidar al dueño de un club nocturno, queda a la vista de varios testigos. Sus esfuerzos por construir una coartada fallan y poco a poco es acorralado, tanto por la policía como los clientes que le han traicionado. (FILMAFFINITY)
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Críticas 68
Críticas ordenadas por utilidad
16 de marzo de 2015
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cráteres de silencio en carne viva derriten antiguas heridas oxidadas. Lejos de histrionismos desbocados y de los gemidos apocalípticos inaccesibles al entendimiento, el asesino a sueldo contiene su agonía entre transparentes placas de duro hielo. Su alma infectada de veneno corrosivo se pudre con el frenético y mudo ritmo de la muerte. No hay lágrimas de cocodrilo ni sucedáneos de amor bajo las farolas, sólo crudas mañanas solitarias y recuerdos de una noche ensangrentada.


El pájaro enjaulado silba su aburrida canción doméstica. Un vacío inexplorable se desploma sobre los muros acuchillados, ante el estrépito sordo de la vida. Las gasas únicamente cubren la superficie; el dolor y sus despojos permanecen junto al remordimiento y la misericordia de los culpables. El criminal intuye su sepulcro. Sobran sombreros y gabardinas en este último envite al fracaso. La pistola ya no está cargada. Firme y sereno se rinde a su sepultura prematura, empujado a un suicidio involuntario.


La chica negra acaricia el órgano esperando el disparo que no llega. No reflejan pánico sus ojos; una terrible piedad amorosa por su ejecutor le ilumina toda la cara. Las notas huyen del teclado recreando una melodía de pasión idiota. Sólo una pregunta: "¿POR QUÉ?". El asesino enamorado susurra la esencia de su triste vida desperdiciada: "Porque me pagan". Son palabras en las que ya no cree, pero prefiere mantener la patética farsa de su existencia hasta el final.


Un hombre yace en el suelo. Vomita sangre por la boca. Su cargador vacío revela el secreto de un hombre redimido. Olor a deseo frustrado y desesperación definitiva. La batería sellará la angustia de otra morbosa claustrofobia francesa.
jamago1978
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3 de julio de 2020
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las cimas de Melville. Personalísima narración. Policíaco con un estilo único e irrepetible.
Contiene una atmósfera densa, tan homogénea como un cerebro bien engrasado. La primera hora es sencillamente magistral. No es que luego baje el ritmo. Todo está encadenado con suma precisión. Ambiente de cine negro en mayúsculas. Por citar algunas escenas:
-El asesinato- -El encuentro en el puente- ( Un duelo moderno ) - Las persecuciones en el metro-. -Las 2 entradas al club musical- son de una belleza fílmica admirable. La rueda de reconocimiento.
El canario en su jaula sería un Mac Guffin, con relevancia en la trama.
Me resulta curioso. Que de los 13 filmes y un corto que firmó Melville. Ni uno llega al 8 de puntuación en filmaffinity.
Un cineasta poco reconocido, bastante desconocido. Con un cine Original, de alta calidad y personal estilo. Quizá esto último sea la causa principal. No rueda como nadie .
Volviendo a la película. La música de ésta, en conjunción con las imágenes crean un clima y atmósferas pocas veces vista y oída. Creo es el filme dónde más importancia da a la música de toda su carrera y los resultados están más conseguidos. Cada vez se fue haciendo más asceta y minimalista. Prescindiendo de aspectos como el sonido y la música en gran medida.
Detalle curioso. Aquí trabaja la que fuera primera esposa de Delon. Nathalie. Por cierto aparte de su belleza y fotogenia espectacular con la cámara. Actua de maravilla.
Recomendar a quién no haya visto éste diferente " Noir ". Por su forma y maravilloso tratamiento de los encuadres. Así como su especial clima envolvente. La iluminación sobresaliente. La calle dónde 2 veces, va a cambiar las matrículas. Es de una belleza ruinosa. Marca estilo y crea ambiente.
El desenlace está a la altura del resto del filme.
Zappianin
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31 de mayo de 2008
30 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jeff Costello (Alain Delon) lleva con estilo una gabardina crema y un sombrero más oscuro. Apenas se le ve el rostro ya que la solapa de la gabardina no deja ver con claridad. Costello es un asesino, y cuando va a hacer un trabajo toma precauciones. Jeff tiene clase y utiliza guantes blancos para finiquitar su oficio.

Cuando acaba se quita los guantes con suavidad, como si tuviera que volver a utilizarlos, como si no fuera a arrojarlos al mar junto a la pistola. Tiene el rostro pálido, es tranquilo y no entiende de nervios.

Jeff sabe que puede contar con Jane (Nathalie Delon) para lo que haga falta, además siempre tiene a un periquito para hacerle compañía. Allá donde está Costello se respira tensión. El film es una perfecta máquina de quitar el habla.

A Jeff le persigue el Superintendente (François Périer). La persecución se produce por todos los oscuros rincones de la ciudad y en una extensa línea de metro. Paris, los suburbios y su subsuelo se convierten en otro de los protagonistas. El piano suena en París y el arma siempre debe estar bien cargada.
Sersolo
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16 de diciembre de 2008
18 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impresiona lo bien que sienta esta serenidad de magistral serie noire, ahora que se llevan tanto las películas de asesinos a toda mecha, en acelerada consecución de objetivos o tropiezos con más efectos que tensión dramática.

La fría estructura cinematográfica guarda emociones de alto voltaje hasta arribar a un final que aún hoy sorprende y acongoja, porque Melville siempre supo despertar ternura, compasión por los tipos peligrosos; esta vez la sencilla maestría de un joven Delon que había aprendido mucho con el gran Visconti, en cine y teatro; aquí expande sensaciones y sentimientos con puñado de gestos, pocas miradas, mínimas palabras... junto a quien entonces era su amada esposa, Nathalie, única película juntos, ya que se divorciaron al año siguiente. Dicen que Melville aprovechó al máximo la corriente de simpatía que entre ellos existía en aquel momento, lo que sin duda traspasa la pantalla.

Entre muchos aciertos, El silencio de un hombre goza de un altísimo dominio del ritmo y las situaciones dramáticas densas que caracterizaron el singular policiaco del cine francés, pero sobre todo, tantos años después de su realización impacta la intensidad con que el espectador de hoy puede seguir de cerca, con vivo interés, el devenir de un personaje como éste: perdido en las redes de su propia infamia, hasta alcanzar la dignidad de un hombre entero.
horacio
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4 de diciembre de 2018
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
"¿Usted qué piensa? - Yo no pienso."

Jean-Pierre Melville y su exquisita radiografía de la soledad. "El cineasta europeo más americano, y el americano más europeo". Bebe de las fuentes del cine clásico, pero con su estilo propio, su universo cinematográfico es muy alemán en el fondo y muy francés en la forma, mediante un trasfondo del Noir americano y, sobre todo, del western.

Incluso, LE SAMOURAI, recuerda a los atributos constituyentes de la cultura asiática clásica. El samurái, la soledad, el harakiri, los códigos de honor.

Economía de medios y austeridad en esa París decadente, a golpe de jazz en clubes luminosos, acompañado de ese órgano triste evocador del terror. Jeff Costello, el profesional, con el rostro gélido de Alain Delon, la historia de un silencioso fantasma en un poema desgarrador. Elegancia superlativa. Un sueño mitómano, bajo sombrero y gabardina, en una época que no es la suya.

No menos influyente que la ambientación oscura que pesa sobre los personajes gracias a la gris frialdad de la fotografía de Henri Decae, representa hermetismo metálico.

Melville está considerado el gran fundador del Polar, respetado por la Nouvelle Vague. La diferencia más significativa entre ambas es que Melville plantea historias más minuciosas y planificadas, cerca de Bresson y Dreyer, mientras el movimiento de Truffaut y Godard es más espontáneo. Comulgan en elementos estéticos, ahí está Decae y su magistral dirección de fotografía como eslabón.

Cine experimental, minimalista, moderno, sin amor y con demasiada realidad. 'El silencio de un hombre' es una película sobresaliente. Una de las cumbres del Polar francés, la historia de un hombre con un solo camino, clasícista y vanguardista a su vez, dotada de lirismo, soledad y muerte. Un filme estéticamente especial, rompedor, de obligado visionado.
Paco Garrido
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