Violación de domicilio

Exceso de secuencias donde se entremezclan la trama principal, con datos o detalles secundarios, que hacen que el guión este falto de ritmo y tienda, en momentos, al aburrimiento por su lentitud.
Abusivo protagonismo de las relaciones amorosas y de las continuas y absurdas apariciones de la "prostituta" ( no sé que papel juega en la película ), que hacen que el tema principal de la película, por momentos, se desoriente y pierda credibilidad.

Un final muy poco convincente No todo debe salir bien en los momentos difíciles, a veces hay que superar obstáculos. Muy poco creíble y con mucha falta de convicción.

Como nota positiva, me quedo con el gran papel interpretado por Juliette Binoche y la interpretación (aunque creo que fue algo natural y no actuado)de los ladrones, sus continuos movimientos, su habilidad y su elasticidad son dignos de destacar.

Minghella, hay que tener presente ese apellido. Breaking...representa esos eslabones aislados de películas que se exhiben dentro de un falso envase chico. Por momentos es tanta la sobriedad, la seriedad de los asuntos plasmados en la obra que ésta llega a sorprender, porque, insisto, toda su forma de presentación es tramposa.

Se inicia con un acto vandálico, las repercusiones del mismo tienen lugar de importancia hasta poco menos de la mitad del visionado. Curiosamente en este segmento, mientras los robos se perpetran, no logramos ver un verdadero drama sino más bien una suceción de causas y efectos que o bien son salpicones de comedia, o bien todo se desarrolla en clave picaresca (la prostituta en el auto es el ejemplo más transparente).
Luego los tonos cambian, el perjudicado por los robos conoce de forma pseudo azarosa a la madre de uno de los ladrones y...se engancha, lisa y llanamente. Aquí vale destacar los cambios de ritmo junto con una lectura en paralelo de ciertas cuestiones políticas, antes esbozadas y ahora bien palpables.
Al entrecruzarse ambas historias se da pie al tercer acto: una sucesión de peripecias intimistas borderline entre el policial y el cine intimista más maduro. Finalmente quiero rescatar esa palabra: es difícil ver buen cine intimista, pero un cine intimista maduro es más difícil todavía.
Breaking parte de historias "gastadas", las entrecruza de manera "gastada" pero llevando un singularísimo estilo que se te impregna en los ojos a medida que la ves.
Hubiera sido una nota mucho más alta, de no ser porque a veces los finales complacientes no necesariamente son correspondidos por el devenir de la historia.

Minghella nunca me termina de seducir. Mirando en mis votaciones, acabo de comprobar que las cuatro películas suyas que tengo votadas ostentan sendos sietes. Ninguna baja a la categoría de mediocre, pero tampoco llega al sobresaliente. No sé exactamente por qué será, pero si tuviera que aproximarme un poco a una explicación más o menos apropiada, diría que su cine es muy correcto, bien planificado, bellamente filmado, muy profesionalmente interpretado… Pero, en el fondo, no arde. No consume. Personalmente prefiero directores más defectuosos pero con llamaradas de incendio.
Si tuviera que escoger cuál de esas cuatro películas votadas está un poquitín más arriba, creo que se trataría de “Breaking and entering”. Pero con dudas.
Se abarca un tema complejo y amplio, demasiado para resolverlo con tanto arte. La inmigración, el choque intercultural, la inadaptación, las relaciones sentimentales entre parejas, padres e hijos…Un crisol con el que es fácil identificarse. Quién no tiene problemas de pareja, quién no tiene problemas con sus hijos, quién no tiene problemas en el trabajo, quién no ha tenido una infancia a veces o a menudo amedrentadora, solitaria y perdida.
Nos gustaría que hubiera un Jude Law, una Robin Wright Penn, una Juliette Binoche para que el vapor, en lugar de acumularse hasta hacer explotar la olla express, encontrara el orificio de la válvula liberadora.
Tendremos que romper muchas ventanas antes de aprender a reparar una.

Es una película correcta, se deja ver, pero creo que se le podía haber sacado más partido a la historia desde el momento en que el protagonista conoce a la madre bosnia, papel interpretado genialmente por Juliette Binoche. Esa parte del filme te atrapa pero lo finaliza de una manera bastante facilona, impropia de un director de su calibre.
Me gusta el comienzo de la pelicula con la frase " hace cuanto tiempo hemos dejado de mirarnos",me parece algo muy real en la sociedad en que vivimos.
En definitiva, filme interesante con un regular final.

Mucho se ha criticado a Anthony Minghella con motivo del estreno de esta atípica película. Y muchas de esas críticas son desde luego infundadas, ya que las hacen los mismos que en su momento ensalzaron las enormes virtudes de sus tres mega- adaptaciones literarias: Cold Mountain, El talento de Mr Ripley y El paciente Ingles, y ahora las critican como meros ejercicios de estilo. Como ha ocurrido con la que aquí nos ocupa, una película sutil, nada evidente, simbólica (por lo que todos los que le acusaban de grandilocuente deberían rectificar), en la que se muestra el choque de culturas de una manera precisamente mucho menos grandilocuente que otras muestras mucho más evidentes y diríamos fáciles como las laureadas Crash, o incluso Babel.

La propuesta minimalista de su director resulta plenamente subyugante, hipnótica, como lo son las duras relaciones entre sus personajes, hondas, complejas, y representadas por unos actores en estado de gracia. Desde Jude Law, que hace comprensible su difícil personaje, dándole una complejidad total a la vez que abandona ciertos vicios interpretativos adquiridos, Juliette Binoche, creíble en todo momento en su papel gracias a su profesionalidad a la hora de encarnarlo, con acento incluido, of course, y tan absolutamente sutil que un solo gesto suyo esconde una cascada de emociones; Robin Wright, actriz que merecía mucha más atención en su carrera, por interpretaciones tan puras como las ofrecidas en Forrest Gump, Mensaje en una Botella, Hurlyburly o Una casa al fin del mundo, que ejerce aquí un papel de gran peso dramático sin histrionismos ni excesos, sino con una capacidad increíble de registros, como la película en sí; Vera Farmiga, con un rico papel, el único cómico pero aún así creíble del metraje, o el joven Rafi Gavron, que transmite en todo momento un abanico de sensaciones en su personaje, parco de palabras pero extremadamente sensible en su caracterización.

Breaking And Entering no es una película fácil, pero desde luego si es una buena película, a la vez que es dura al mostrar la cara menos complaciente del ser humano corriente y rutinario. Su sutil historia de choques tal vez peca en exceso de trascendencia, pero como en toda su filmografía, Anthony Minghella no solo filma con un gusto exquisito e innovador, sino que cada fotograma tiene una razón de ser, así como cada palabra de un guión original que sabe transmitir en todo momento algo tremendamente propio (y difícil) de los humanos: los silencios y las distancias.