Autostop al infierno

He aquí la típica cinta noir RKO: concisa, veloz, brutal, sugerente más que explícita. Tierney, con esa mirada que te convierte en un fardo gimoteante en cuestión de segundos, es el asesino sin escrúpulos, probablemente psicótico, que sube al coche de un comercial palurdo y le amarga la vida. Por cierto que la galería de personajes que desfilan por la pantalla son escasamente recomendables. Los polis se pasan las noches jugando al póker como si les fuera la vida en ello; el comercial es más tonto que pichote y sólo aspira a ganar más y más dinero; su mujer es una mantenida dominada por la madre, otro ogro; el vigilante nocturno es un borracho asqueroso que miente más que habla; el chiquito de la gasolinera es un repugnante delator siempre a la caza de recompensas; y el putón verbenero que le baila el agua al asesino es de bofetada. En conjunto, una mirada pesimista, casi nihilista, al american way of life. En poco más de una hora, Felix Feist (eso que llaman un fiel artesano) despacha una historia que ahora tardarían dos horas en desarrollar, con brío, eficacia y ritmo. Una muy agradable sorpresa.

Peliculita, si nos atenemos a su metraje, poquito más de una hora, de aquellas que hacía la simpática RKO en los años, principalmente cuarenta.
Y con esto quiero decir que se trata de un film modesto, con poco presupuesto, no muchos personajes y una realización standard que no obstante consigue resultar entretenida e interesante en todo momento.
El guión a cargo del propio realizador, que adapta la novela de Robert C. DuSoe, es lo suficientemente atractivo como para ser amena de principio a fin. El comienzo no puede ser más directo y las interpretaciones son funcionales.
Por su parte, la fotografía en blanco y negro a cargo de J. Roy Hunt es francamente buena y todo junto hacen de esta cinta un producto manufacturado con seriedad, mucha dignidad y sentido del espectáculo.
No, no es una obra maestra, eso por descontado, pero está bien. Se pasa el rato y a otra cosa mariposa.

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Esta película, editada en dvd en España con el título de "Amenaza diabólica", y cuyo título original en inglés se puede traducir como "El diablo hace autoestop", es una buena muestra del cine negro de serie B que producía la RKO en 1947. Lawrence Tierney interpreta a un delincuente que roba a un hombre en San Diego y trata de llegar a Los Ángeles haciendo autoestop. La Policía, ayudada por un empleado de una estación de servicio, le seguirá el rastro, mientras el protagonista trata de aparentar lo que no es. Tierney encarnaba muy bien a personajes violentos y brutales como el de esta película, y además destacan escenas insólitas, como la del empleado de la gasolinera jugando a las cartas con los policías. Merece ser vista, entre otras cosas porque Felix E. Feist es un director a reivindicar.

Pues es una cinta estupenda. Me recuerda, inevitablemente, tanto a Detour de Ulmer y al Autoestopista de Ida Lupino.
Un planteamiento sencillo, incluso simple, un desarrollo convencional, pocos recursos técnicos pero un manejo solvente de los actores, del montaje y del tiempo.
El resultado es, sencillamente, estupendo. No tiene el 'punch' de las dos citadas, especialmente la primera, pero funciona de verdad. Un ritmo prodigioso, en el que no sobra un minuto y unos actores eficientes hacen el resto.
Del director sólo he visto una cosa y no me acuerdo de ella: La Ley de la fuerza (1952). Ni siquiera la tengo fichada en las diversas bases de datos que manejo.
Tengo que ver más cosas suyas.

Perfecto ejemplo de película admirable de estudio, esas películas llamadas de serie B que se hacían para poder completar las dobles sesiones y que muy a menudo usaban decorados de otras películas de ese estudio, actores ociosos con contrato e historias de guionistas que no acababan de convencer al estudio tanto como para apostar sus mejores recursos por ella.

Así nos encontramos con magníficas películas como esta dirigida por el casi desconocido Felix E. Feist y con un Lawrence Tierney al que Tarantino se permitió recuperar como cerebro de su opera prima RESERVOIR DOGS, en un papel que difícilmente nadie puede superar en cuanto a maldad, un personaje de los más odiosos de la historia del cine, solo por esto merece la pena ver la película.

Pero tiene mucho más: está rodada en un blanco y negro esplendoroso, los actores son magníficos, la historia está contada de una forma muy ágil, todo se explica en poco más de una hora...

No lo duden, si no la han visto deberían hacerlo, lo disfrutarán.