Tobor el grande

Una película de ciencia ficción ¨cincuentera¨ que da una vuelta de tuerca totalmente a las típicas pelis de robots asesinos, para mostrarnos una historia donde dicho robot es todo lo contrario.

Expuesta de maneras bastante científica, aunque con las flipadas de aquellos años, tenemos a un par de cientiíficos que están creado un robot para sustiruir a los astronautas que viajen al espacio, pero como de costumbre, tenemos a los espías de turno que quieren usar el invento para sus propios fines.

La peli está pasable, aunque demasiado light, y el robot mola lo suyo, se deja ver bastante bien.

Amable y sencillita película cincuentera sobre las bondades de un robot, de esos que ayudan a la humanidad. ¡Cuan lejos quedaban Hal 9000, Skynet y Terminator! Antecesor de Robby el robot, el de "Planeta prohibido", y diseñados ambos por Robert Kinoshita, el aspecto de Tobor (robot al revés) es el de los robots de los comics de los años 50, de aspecto vagamente humanoide, con extremidades y una cabeza nada humana, con luces y antenitas. Supongo que para los niños de los años 50 sería el no-va-más, siendo un robot fuerte y poderoso, capaz de hundir puertas sólidas y dar golpes demoledores. No queda claro si el el robot piensa solo o simplemente se conecta con sus dueños con un mando a distancia o telepáticamente. Como buena película de su tiempo, su creador se enfrentará a los malévolos espías comunistas que son capaces de pegar a un pobre niño ... sin embargo la inteligencia que proporciona el "liberalismo económico" les vencerá en un plis-plas.

Tuvo un intento de secuela televisiva, del que se rodó un episodio-piloto no emitido. Está referenciado en Filmaffinity.

Como leéis, colegas, en esta película de 1954 hay una escena en la que Tobor (‘Robot’ al revés) se entrena para ir al espacio mediante una pantalla con unos mandos y botones en la parte de abajo, en la cual van saliendo meteoritos simulados que nuestro robotín debe esquivar... Aluciné en colores (bueno, en blanco y negro) cuando vi una maquinita Arcade a pleno rendimiento en una peli que, por más que trataba de cerciorar lo contrario, resultaba ser, en efecto, de mediados de los cincuenta. En fin, los más frikys ya sabemos que Service Games -Sega, para los amigos-, hacía Arcades mecánicos desde los años ’40, pero joder...

Pasado el entusiasmo que siento cuando una película antigua profetiza algo que al final se hace realidad (como el famoso “pincho” de ROBOCOP, el cual insertaba en un ordenador y descargaba información), da la casualidad de que a TOBOR THE GREAT la encuentro muy por encima de la media de pelis serie B-espacio-ciencia ficción que tanto se prodigaron en la década del Sputnik. Su guión es estupendo y los actores no lo hacen nada mal, incluyendo al niño que todos recordamos por LA NOCHE DEL CAZADOR. Y además, el ritmo es más llevadero que en otras películas que he visto de este trazo.

Puede que defraude un poco que (SPOILER ALERT) el robot de marras al final no sufra aventuras y peripecias en el espacio exterior, como quizá prometía un poco el póster. Aunque con la publicidad engañosa de los posters en la serie B mejor no nos metamos (de hecho, en ningún momento veremos a Tobor sosteniendo a una mujer, pero se ve que en aquella época lo del monstruo sosteniendo a una mujer desmayada era estándar). Y lo más decepcionante, para mí al menos, es que no se produjeran secuelas de la que hubiera podido ser una chulísima franquicia. Pero... supongo que no hizo taquilla suficiente. Una pena.

Tobor el grande es una película tan empecinadamente mala que cuesta creerlo. Ambientada en plena Guerra Fría, da lecciones acerca de cómo ser un buen ciudadano, amante de la patria y demás zarandajas, incluso desde la más tierna infancia. Rodada de manera birriosa por el ,mediocre Lee Sholem, quien cuenta en su filmografía con títulos tan deleznables como Cannibal Attack o Pharaoh's Curse, se despacha en 77 angustiosos minutos, mientras uno cree que algún agente del FBI entrará de repente en el salón y le obligará a jurar la Constitución (estadounidense, of course). El robot es del mismo tipejo que creó Robbie the Robot, de la entrañable Planeta prohibido, pero está claro que en ésta faltaba presupuesto y/o imaginación. El niño, repelente en todo momento, es de bofetada. El elenco actoral no despierta excesivos frenesís, y si algo conviene destacar es la presencia de Karin Booth, una señora que pasea con elegancia sus sobresalientes pectorales, desmintiendo la idea de que es un ama de casa recatada y virtuosa. Para coleccionistas irreductibles de la ciencia-ficción años 50.