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La quimera del oro

Comedia. Drama. Aventuras Obra maestra de Chaplin, en la que interpreta a un solitario buscador de oro que llega a Alaska, a principios de siglo, en busca de fortuna. Una fuerte tormenta de nieve le llevará a refugiarse en la cabaña de un bandido. En 1942 fue reestrenada en versión sonora. (FILMAFFINITY)
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Críticas 106
Críticas ordenadas por utilidad
20 de abril de 2008
114 de 125 usuarios han encontrado esta crítica útil
Largometraje nº 3 de Chaplin. El guión, escrito por Chaplin, se inspira en documentación gráfica de los buscadores de oro, de la fiebre del oro de Klondyke (1896-98), y en el libro sobre el desastre del grupo Donner (1846). Se rueda en escenarios naturales de CA (L.A., San Fernando Valley, Sierra Nevada, Inverson Ranch) y Colorado y en los Chaplin Studios (Hollywood), durante 16 meses (entre enero-1924 y mayo-1925), con un presupuesto de 2 M dólares. Es nominado a 2 Oscar (sonido y música). Producido por Chaplin para la UA, se estrena el 26-VI-1925 (EEUU).

La acción tiene lugar en Alaska, en 1896. Charlot (Chaplin) llega a Alaska como buscador solitario de oro. A lo largo de su recorrido conoce a Georgia (Hale), al bandido Big Jim McKay (Swain) y a Black Larsen (Murray). Durante su estancia se ha de enfrentar a frío, hambre, soledad, tormentas de viento polar y enventuales ataques de osos.

El film es una comedia muda, que constituye una obra clásica del cine. El realizador con frecuencia dijo que deseaba ser recordado por este film, uno de los mejores de su filmografía. Describe los horrores del hambre y el frío, retrata con precisión la soledad, extrae expresividad de la pantomima y establece que la felicidad se encuentra en los caminos del amor y la solidaridad, no en los del dinero. Desarrolla una narración concisa, estilizada y sobria, en el marco de una magnífica economía de medios. Combina con maestría humor, ironía y sátira, con drama de gran calado. Extrae comicidad de las sorpresas, los contrastes, los traspiés, lo absurdo y lo grotesco, hasta el punto de convertir el film en un admirable compendio de chistes visuales. Tras la obra se ocultan largas horas de trabajo y esfuerzo, puestas al servicio del perfeccionismo que inspiró siempre a Chaplin. La obra se reestrena en 1942 con banda de música, efectos sonoros y la voz en off de un narrador, que evita los carteles originales. Es entonces cuando el film obtiene 2 nominaciones a los Oscar (sonido y música).

Son escenas memorables la tormenta de viento que impide a Charlot salir de la cabaña, la pelea de Larsen y Big Jim por una escopeta, la cabaña arrastrada por el viento hasta balancearse sobre el borde del precipicio, la invitación de unas muchachas para la cena de Nochevieja, el baile de los panecillos y tenedores y la comida de la bota cocida. El film es citado en "Banda aparte" (Godard, 1964) y "Repulsión" (Polanski, 1965).

La música, de Max Terr (versión 1942), subraya la comicidad de la acción y los lances dramáticos y románticos, con una partitura original rítmica, rápida y colorista. La fotografía, de Roland Totheroh y Jack Wilson, en B/N, trata de minimizar el estatismo y la posición frontal de la cámara, combinando posiciones diversas dentro y fuera del escenario principal. Añade simpáticos efectos visuales (visión alucinada de un pollo). Gran interpretación de Chaplin. Película magistral.
Miquel
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17 de septiembre de 2005
117 de 133 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al terminar de ver "La Quimera del oro" te entra la misma sensación que cuando acabas de tener un bonito sueño: alguna que otra lagrimilla de felicidad en los ojos, una sonrisa que no se borra de tu cara, y la sensación de que has aprovechado el tiempo a lo grande. Esta es una película bellísima, llena de momentos inolvidables (el baile de Charlot con los panecillos es realmente entrañable); con momentos en los que se antoja difícil no dejar escapar alguna que otra lagrima, como cuando el protagonista se queda solo en nochevieja; y con un final antológico (incomprensiblemente eliminado en la versión con narrador de 1942).
Los que ya la han visto seguro que envidian a los que no, ya que podrán disfrutar de este fantástico clásico por primera vez, una experiencia extraordinaria, como un bello sueño.
adrian vigo
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27 de mayo de 2006
71 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde un principio, Chaplin engarza una serie de gags fabulosamente divertidos como el de la ventolera que impide a Charlot salir de la cabaña de Black Larsen o como el de la pugna de Larsen y Big Jim McKie por una escopeta que apunta indefectiblemente a la cabeza de Charlot por mucho que éste corra de un lado a otro o se suba por las paredes.

Sin embargo, a medida que avanza The Gold Rush, con la llegada del vagabundo a la lejana ciudad del norte y todas las peripecias y relaciones que surgen entre los personajes, el maestro Chaplin evidencia una madurez narrativa excepcional, se revela su prodigioso talento para transmitir emociones y su entrada por derecho propio en el empíreo cinematográfico.
Kick'Em Ars
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24 de mayo de 2009
39 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tuve la suerte de poder asistir a un pase de la película con música en directo, con un pianista que interpretaba una de las magistrales partituras con las que Chaplin solía adornar sus películas. La sala abarrotada de gente esperaba para poder contemplar una experiencia inolvidable.

Probablemente porque el Chaplin de La quimera del oro es la versión más infantil, tierna y simple del genio inglés. Es una película que capta en sí misma la esencia más concreta de eso que llamamos cine. Es cine sin referencias externas, sin mensaje, sin artificios. Cine infantil, para niños de todas las edades. Original, divertido.

En definitiva, Chaplin representa en ella lo más conceptual del arte, lo más abstracto. Captura la humanidad misma con extrema sencillez y se la lanza al espectador, que la recibe asombrado por su falta de interferencias.
Y es que si yo fuera autor, creador de algún tipo de obra artística, prohibiría a los receptores de mis obras que vieran La quimera del oro, me prohibiría a mi mismo recordarla. Porque la mayoría de las veces, la realidad de lo auténtico duele a los que tan sólo prentenden emularla.
aka IDIOT
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28 de agosto de 2006
57 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
La quimera del oro es también la quimera del amor, de la riqueza y de la aventura. Los gags de Chaplin están a la altura y son, como los de todas sus películas, los padres de décadas de sentido del humor occidental... PERO

No nos ceguemos con el brillo de las palabras "Charles Chaplin". Es una entretenida y tierna comedia, pero está a años luz de obras como "El chico" o "El gran dictador".

La mayoría de los gags son simpáticos y hasta ocurrentes, pero creo que les falta bastante chicha para tildarlos de "obra maestra".
Alex
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