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Así es la aurora

Drama Ángela está casada con el doctor Valerio. Vive en una pequeña ciudad de Córcega. Un día sufre un mareo en la calle y llama a la fábrica en la que su marido cura a un obrero que ha sufrido un accidente de trabajo. Ángela no puede entender que su marido se ocupe tanto de los pobres y la deje a ella abandonada. Al ver a su mujer en tal estado, le aconseja que se vaya con su familia a Niza. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
24 de junio de 2009
21 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film realizado por Luis Buñuel (1900-83) en Francia gracias a una colaboración internacional de Francia e Italia. El guión, de Luis Buñuel y Jean Ferry, con diálogos de Jean Ferry, adapta libremente la novela “Cela s’apelle l’aurore” (1952), del novelista argelino-francés de origen español, Emmanuel Roblès (1914-55). Se rueda en escenarios reales de Córcega y en los estudios Photosonor (Neuilly-sur-Seine, Francia), a partir del 18-VIII-1955. Producido por Claude Jaeger para Les Films Marceau y Laetitia Films, se estrena el 9-V-1956 (Francia).

La acción dramática tiene lugar en Ajaccio (donde nació Napoleón) y otras localizaciones de Córcega a lo largo de algo más de 4 meses, entre la primavera y el verano de 1955. El doctor Valerio (Marchal), médico, trabaja en la isla desde hace 3 años, donde reside con su mujer Ángela (Borgeaud). Se hace amigo de los obreros y campesinos, les ayuda como médico y como persona altruista y generosa, movida por ideales de solidaridad agnóstica (laica y cívica), que nada tienen que ver con creencias religiosas, ya que éstas no forman parte de su vida. Su dedicación a la ayuda altruista le acarrea problemas con allegados y autoridades. El comportamiento del Dr. Valerio sobresale por su coraje, lealtad y generosidad.

El film suma drama, análisis social y romance. La historia que se desarrolla es sencilla, clara y fácilmente comprensible. La narración es transparente, fluida y cálida. Deja de lado complejidades argumentales y se centra en el análisis de las relaciones que el médico establece con personas humildes, el cacique del pueblo, la policía (que representa la autoridad) y una bella mujer joven, viuda desde hace poco, encarnada por una Lucía Bosé, de 24 años, de un belleza serena, seductora y espléndida. Los temas que más preocupan a Buñuel son la inutilidad e ineficacia de la generosidad y del heroísmo, los costes personales que implican, las tensiones y el rechazo que provocan y la ausencia de contrapartidas en términos de satisfacción personal.

La generosidad desinteresada del doctor le provoca soledad, abandono, insultos, desconfianza de la autoridad y el desprecio de los poderosos. Sobre todo la generosidad personal no resuelve los problemas que trata de abordar, sino que más bien los agrava fatalmente. Del discurso de Buñuel se desprende, sin palabras, la defensa de la acción conjunta que cambine las relaciones sociales, la estructura del poder y los sistemas de organización, de modo que el conjunto cree e imponga un orden social justo. El relato contiene elementos de tensión dramática suficientes para interesar al espectador, provocar en él tensión y conmover su ánimo. La figura del Dr. Valerio anticipa la del protagonista de “Nazarín” (1958), sobre el que con el tiempo (dos años) extiende y profundiza su exploración y reflexión.

(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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30 de diciembre de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El encono, la mala leche y el surrealismo que se gasta el turolense en otras películas son mucho más sutiles y comedidos en "Así es la Aurora". Se nota que había cambiado de país, mudándose desde México a Francia. El convencionalismo formal y narrativo es tal que, de no ser por algunos detalles en los que se le reconoce, nadie diría que es obra suya.
Pero algunos de sus temas recurrentes no faltan:
-El desprecio hacia las clases adineradas y de la alta sociedad. La esposa del médico y el padre de ésta son tan snobs que se les coge tirria enseguida. Ella es una niñita de papá incapaz de ver más allá de sus remilgadas narices, y él es el típico suegro insufrible y arrogante que se cree superior por tener dinero.
-El mismo desprecio hacia la iglesia y las autoridades. Junto con las clases altas, todos entran en el mismo saco. Atención a la nula presencia de cualquier representante del clero entre el pueblo llano; el cura, en lugar de ofrecer ayuda y apoyo a la gente pobre, como debería, en cambio a lo que dedica su sacerdocio es a hacerles la rosca a los ricachones locales y está ahí como un mueble. En cuanto a la policía, es duramente atacada a su vez. El comisario es un hipócrita que por delante pone una cara y se las da de íntegro, cuando por detrás es un bravucón. Se critica la brutalidad policial injustificada (al menos en el caso del hombre del principio al que empujan groseramente los gendarmes, aunque no me parece tan injustificada cuando trincan al asqueroso del abuelo pederasta).
-Algunas breves escenas surrealistas, como ese cuadro de un Cristo detrás de unos tendidos eléctricos que, no sé si es sólo impresión mía, pero me ha parecido una parodia del Cristo de los Faroles; una copia del hermosísimo Cristo de Dalí colgada en el despacho del comisario (el pintor y él habían sido amigos y colaboradores, pero se distanciaron tras la Guerra Civil); la tortuga que el médico regala a su amante...
-La presencia de lo truculento y horripilante, incluso aunque no se presente de manera tremendista. La violación de la niña por su abuelo, espantoso suceso que descubrimos cuando el médico es solicitado para que haga un reconocimiento a la pequeña ultrajada y herida.
-Algunos diálogos de esos buñuelescos, agrios y afilados, pero muy pocos.
Aparte de esas señas identificativas, lo demás entra en un estilo que no es muy propio de Buñuel. Las dos historias de amor que aparecen son dulces, demasiado para quien las filmó. El médico es la imagen de lo intachable y la rectitud, tanto que a veces dan ganas de sacudirlo por los hombros a ver si se despeina un poco, si le dice de una vez a la esposa que es una pejiguera insoportable y que ya no la quiere, si le suelta al suegro que se meta su esnobismo por el culo, si le espeta al cura que es un inútil lameculos, si le reprocha al cacique que es una rata, un explotador y un mentiroso...
Es romántico el mensaje del doctor que se solidariza con los humildes y que se salta ciertas normas que entonces eran intocables.
Muy romántico para un Buñuel. No le va mucho, pero incluso él podía permitirse ser indulgente a ratos.
Vivoleyendo
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23 de octubre de 2013
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hermosa adaptación de la novela homónima de Emmanuel Roblès que marca el fin de la etapa mexicana de Buñuel. Filmada casi en su totalidad en la isla de Córcega, esta producción ítalo-francesa es una de las obras menos difundida del "genio de Calanda". La extraordinaria fotografía y la soberbia puesta en escena acentúan el tono dramático del personaje central, un humanitario médico de pueblo que asiste a los pobres poniendo su vida en juego al enfrentarse con los poderes establecidos. Como es de esperar, no escasean los elementos fetiches del director: gatitos callejeros, una tortuguita patas arriba, gallinas espantadas, el cuadro de un Cristo entre hilos eléctricos y, por supuesto, el fúnebre tañir de las campanas y el tic tac de un reloj que preanuncia la hora definitiva. Y para el recuerdo, Lucía Bosé en la flor de su belleza.
klinki
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19 de febrero de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dice Buñuel que no volvió a ver esta película, pero que la recuerda con cariño. No es de extrañar. Significa su regreso a Europa –fue rodada en Córcega-, y en ella están muchos de sus gestos, de sus constantes, de sus obsesiones, incluso de su sentido del humor, a pesar de su naturaleza dramática.

El protagonista, el doctor Valerio, es una especie de Nazarin laico. Y el tema central es prácticamente el mismo que en esa emblemática película que rodará dos años más tarde en México: ¿para qué sirve la bondad en un mundo de embrutecidos? Tal vez el valor principal pueda ser ese: servir de ensayo para la otra, preparar el terreno para la construcción de un personaje complejo y cambiante. En este sentido, Georges Marchal, con quien coincidirá también “La muerte en el jardín” (1956), abre un camino que Paco Rabal recorrerá después con una maestría extraordinaria.

La película tiene un aliciente complementario: ver a una jovencísima Lucía Bosé, que lo hace bien y está bellísima.

Córcega está magníficamente retratada. No solo sus hermosos paisajes, sino también el paisanaje. Son magistrales las escenas iniciales en las que los niños ensayan ya las barbaridades que cometerán de mayores, con enorme crueldad.

Como en “Ensayo de un crimen”, rodada también en 1955, la película está en un punto de cierta equidistancia formal y temática entre los dos polos temporales de la obra de Luis Buñuel. Como en aquella, y sin conocer el texto original de Emmanuel Roblès, tengo la impresión de que el director aragonés se siente con toda la legitimidad para hacer lecturas personales de las obras que elige como pretexto, de las que extrae solamente los aspectos que le interesan prescindiendo sin complejos de los otros.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Paco Ortega
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21 de agosto de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Partiendo de “Electra”, la clásica obra de Eurípides, el dramaturgo francés Jean Giraudoux, escribió su propia versión de la tragedia y su, “Électre”, se estrenaría en 1937, en el Théâtre de l’Athénée de París, con notable éxito. La obra se cerraba con un diálogo entre la señora Narsés y un mendigo, en la cual ella preguntaba: “¿Cómo se llama cuando surge el día, y aunque todo anda mal y pareciera al revés, sin embargo se respira…?” A lo que el mendigo responde: “Eso se llama la aurora”.

Esta última frase, la tomó el escritor y, por entonces, directivo del movimiento Pueblo y Cultura, Emmanuel Roblès, para titular la novela que publicaría en 1952, la cual sería la base para la película del mismo nombre que realizaría el director español, Luis Buñuel. Co-escrito en compañía de Jean Ferry, como bien puede esperarse, el guion está cargado de toques buñuelianos y los dardos apuntarán hacia los habituales estamentos a los que siempre fustigó el movimiento Surrealista. Los detalles, ya han sido mencionados en las numerosas obras que se han escrito sobre Buñuel, pero, por su contrastante significado, necesario es mencionar lo que puede verse en el despacho del comisario Fasaro: Colgada, una reproducción de, “El Cristo de Port Lligart” de Salvador Dalí, y sobre su escritorio un volumen de las obras de Paul Claudel, siendo ambos autores de inclinación franquista durante la época del fascismo. En contraste, “El Cristo Electrificado”, que conserva el Doctor Valerio en su consultorio, pretendiendo iluminar lo que, en su ejercicio práctico (la iglesia), poco ilumina a la sociedad.

Esta sería la segunda de tres películas que podríamos llamar, Trilogía de las Islas, junto a “Robinson Crusoe”, y posteriormente, “La Joven”, títulos que podemos recordar por sus muchos valores intrínsecos. En, <<ASÍ ES LA AURORA>>, el protagonista es un médico norteamericano (George Marchal) quien ejerce sus labores en una isla del Mediterráneo donde se siente muy a gusto sirviendo a las personas de bajos recursos que allí habitan y mucho lo valoran. Tras marcharse su esposa -quien no se siente a gusto en la isla-, el médico conocerá a Clara Bernacci (Lucía Bosé), una joven viuda, irresistiblemente bella, de la que quedará totalmente prendado… y con ella enfrentará los nuevos problemas que pronto se avendrán en aquella olvidada isla.

De nuevo, en micro queda planteada la lucha de clases y, Buñuel, se servirá de precisos detalles y de sus habituales presencias animales (gallinas, gatos, tortuga…) para mostrar la moral y el camino que cada quien sigue ante las circunstancias que surgen en el día a día, y cómo a la clase obrera a veces se la arrastra a la desgracia cuando se le cierran las oportunidades. El médico será un hombre de posiciones muy claras y tomará partido, sin reserva alguna, cuando sienta que es preciso hacerlo.

Es muy probable que la censura interviniera de cierta forma, pues, la escena del fusilamiento al que juegan los niños presenta un corte abrupto, y la muerte de uno de los personajes era más fácil presentirla de otra manera… pero, lo que el director quería decir ha quedado clara-mente dicho y, esta película, entra en esa amplia lista de muy valiosos títulos que nos legara el maestro Buñuel.
Luis Guillermo Cardona
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