La promesa verde

Un muy interesante drama rural en el que se denuncia la anticuada y egoísta moral de un padre de familia que impone a sus jóvenes hijos una férrea disciplina basada en criterios reaccionarios para mantenerlos atados a las faenas de su granja y su obsesión en cultivar sus tierras con métodos arcaicos que casi lograrán sumir a toda la familia en una tragedia.
La testarudez de este agricultor -magnífico Walter Brennan- será tal que intentará impedir que su hija mayor mantenga sus propios criterios sobre cómo guiar su propia existencia y destruir su amor con un ingeniero agrónomo que querrá implantar los métodos modernos para el cultivo de esos campos y evitar una catástrofe natural.

Otro de los aspectos de esta buena y desconocida película (al parecer no se estrenó en salas de cine en España) es el tratamiento, en la América profunda, agraria y ganadera, del mundo de la infancia (perfecta la niña Natalie Wood) y de la adolescencia, que se mueve entre los deseos de la añorada libertad, de los sueños y de la imaginación, unidos a las aspiraciones de adquirir una cultura académica, y la realidad de la represión de ese microcosmos patriarcal, retrógrado y represor.

En el film se aprecian ecos de John Ford y de Frank Capra en la composición de personajes y de sus relaciones, en el peso de la sangre y en la solidaridad familiar y, estilísticamente, en la esmerada fotografía casi expresionista.
A destacar, por su puesta en escena y emotividad, la larga secuencia de la brutal riada y de cómo el director William Russell, forjado en series televisivas, juega con el paisaje, con los elementos meteorológicos, con esa fotografía expresionista aludida, con el "tempo" narrativo interno y con la sentimentalidad de los personajes.

El final, muy de Capra, como ya he aludido, amortigua la brutal ideología del personaje central y suaviza la tensión psicológica a la que han sido sometidos los personajes durante la hora y media de intenso metraje.

En conclusión: una película muy especial, con todos los ingredientes del cine clásico americano, donde se nos muestra que la vida en campo no es siempre ideal ni alabable, a pesar de que el film nos propone un clima con una especie de tono entrañable y familiar. Y menos bajo el dominio de un tiránico y ofuscado progenitor.

Una pequeña joya para contemplar.

Excelente film, creo que bastante desconocido (yo tampoco recordaba oír hablar de ella) y que se puede decir que he visto casi por casualidad al haberla comprado junto con otra en un quiosco hace un millón de años y no haberle hecho el menor caso durante casi el mismo tiempo.
Y fue un error por cuanto es muy buena, con unas soberbias interpretaciones (que Walter Brennan esté tan sublime como siempre ya no es novedad), pero es un placer ver a la aquí niña Natalie Wood, la verdadera protagonista de la película). Su actuación es magistral, en un papel nada fácil por la cantidad de sentimientos que expresa durante el metraje, y que van desde la franca risa y sonrisa de una niña, al miedo, indignación (hacia la decisión "democrática" de la familia ante su sana y positiva propuesta), enfado (la cara de mala h....a que le pone a su chivata hermana), alegría...
Brillante fotografía de John L.Russell, estupendo guión de Monte Collins que nos retrotrae al cine de John Ford (la fuerza de la Tierra) y/o Frank Capra (los personajes, con todos sus defectos y virtudes (bueno, en todo el filme sólo hay un personaje negativo, aunque muy humano)).
Una cinta preciosa, que gana al espectador más escéptico y que deja no pocas enseñanzas para quien las quiera recoger.
Una agradabilísima sorpresa, recomendable al mil por mil.

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! Quién me iba a decir a mí que iba a tener la ocasión de ver a un Walter Brennan en un papel en el que le iba a detestar tan profundamente!
Porque esta película, revestida de beatífico drama rural familiar, en realidad, escarba bastante profundamente en la imperfecta estructura que forma el núcleo familiar, donde, a pesar de los fuertes lazos afectivos que unen a sus miembros, no pueden dejar de asomar esas rencillas, pequeñas jerarquías, egoísmos y luchas de poder que la conforman, como a cualquier otro colectivo humano y que tanto daño hacen.
Walter Brennan es un granjero viudo y padre de cuatro hijos. La mayor ( Marguerite Chapman), es una joven prematuramente madura al tener que cargar con las responsabilidades de cuidar de sus hermanos menores y llevar la casa. Acaban de mudarse y comprar una nueva granja, después de que la anterior quedara arruinada. Presume de su gran experiencia en el cultivo de tierras, así como de ser un padre ejemplar y justo. Todas las decisiones que atañen a la familia se toman por consenso entre todos sus miembros, donde cada uno de ellos puede expresarse libremente y ser tomados en consideración, incluida la voz de la pequeña de diez años ( Natalie Wood). Sin embargo, en seguida nos daremos cuenta de que las cosas no son como este populista hombre las pinta y de que la justicia, la democracia e incluso el cariño verdadero y generoso, son conceptos vacíos cuando se está cegado por la obstinación, el orgullo de ignorancia y la manipulación afectiva. Hay una pequeña lección política aquí.
La película va a discurrir por los senderos del despertar de sus hijos a medida que vayan queriendo ejercer su autonomía y se vayan topando con un muro de piedra.
Las interpretaciones me parecen muy buenas. Brennan, para qué vamos a hablar de él, siempre lo hace genial. Chapman, también me parece muy correcta en su papel de jovencita que no puede permitirse el lujo de abandonarse al romance por las responsabilidades más perentorias que le acucian. Donaldson está más desaprovechado porque no le conceden mucho quehacer en la trama. Marshall me gusta mucho en su corto pero imprescindible papel de lacayo del déspota y Natalie Wood está magnífica para su corta edad en un papel largo y complejo que, creo, nos va a ganar para su causa. Sin olvidar a Paige como el asesor de agricultura y enamorado de Chapman que intentará ayudar a la familia con sus nuevas técnicas.
La mayor parte del metraje transcurre sin apenas sobresaltos, casi, casi, de manera anodina aunque se compensa con el interés que genera el conflicto familiar. Pero la película alcanza altos vuelos en su cuarto final al ofrecernos un buen episodio altamente dramático. ¿ Recomendable?. Sí, aunque Russell no acierta en el ritmo.

Película amable, dulce, gratificante de ver que nos traslada a un mundo rural bastante inocente y en la que cobran importancia los personajes infantiles y adolescentes.
Una gran ocasión de ver a una Natalie Wood espléndida cuando aun era una niña pero que ya demostraba sus grandes dotes dramáticas.
Posteriormente hizo grandes actuaciones en muchas películas y en el aspecto personal no fue una mujer que la vida la tratara bien acabando con su triste final a la edad de 43 años.
Un soplo de frescura y candidez agridulce de tiempos pasados pero perfectamente válida en la actualidad.

Más conocida como 'La tierra prometida', esta no muy conocida película de William D. Russell no destaca por nada especial. No hay épica (Russell no es Ford, caramba), los actores son muy sosos, incluso Walter Brennan como malo-bueno, en contraste con la supersobreactuación de la niña Natalie Wood y el guion solo cobra interés al final, con la tormenta y los corderitos, que no desvelaremos. Un producto de la época rodado con eficacia nada talentosa.