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The Disaster Artist: Obra maestra

Comedia Narra la historia real de la producción de la película 'The Room', que ha sido considerada como “una de las peores películas de la historia". Dirigida en 2003 por Tommy Wiseau, 'The Room' se ha estado proyectando en salas -completamente llenas- por toda Norteamérica desde hace más de una década. 'The Disaster Artist' es una comedia sobre dos inadaptados en busca de un sueño. Cuando el mundo los rechaza, deciden hacer su propia película, ... [+]
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Críticas 145
Críticas ordenadas por utilidad
30 de septiembre de 2017
188 de 203 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace algo más de una década, se colocó la primera piedra de un culto especial.
'The Room' era su nombre: incoherente, absurda, penosa, cutre, surrealista... única. Como bien se dice al principio: "si les dices a los diez directores más talentosos de la actualidad que la repitan, no serán capaces ni de acercarse a lo que es".
Semejante despropósito solo podía crear un seguimiento equivalente, y allá que la película infló su leyenda en sesiones golfas, impactando a toda la gente del mundillo, mientras su protagonista/director/productor/guionista Tommy Wiseau ganaba fama por haberla parido.

'The Disaster Artist' no es, como podría parecer en un primer momento, sólo una comedia sobre la creación de tan magna "obra maestra": como el cartelito de "basado en hechos reales" avisa, esto es un intento por comprender a Tommy Wiseau, desde el respeto, pero sin faltar a la verdad en su descacharrante personalidad.
Su introducción ya deja esto claro, presentándolo como una figura mítica y gigantesca, mientras el tío lo está dando todo, a su aire, libre, replicando a un Marlon Brando que se revolvería en su tumba si pudiera verlo.
El público se ríe, todos nos reímos, porque es imposible hacer otra cosa, pero Greg Sestero le ve y solo piensa "quiero ser como este tío, y perder el miedo a expresar lo que me apasiona": un punto de vista a contracorriente, que le hará su amigo cuando todos los demás le tomen por loco, y que bien pensado no deja de ser razonable.

James Franco se sumerge en el pelazo, mentón y párpado caído (grandioso párpado caído) de Tommy Wiseau, metiéndonos junto a Greg en un planeta en el que nunca se grita lo suficientemente alto mientras se interpreta o nunca es demasiado tarde para visitar un homenaje James Dean, uno en el que su risa característica y sus expresiones sin sentido dibujan primero a un solitario que acaba de encontrar a alguien que le escucha, y después a un soñador que se ha llevado todas las negativas posibles.
Estamos en una comedia porque el tío es gracioso de por sí, pero las risas permiten pasar por alto el fondo trágico que hay detrás, que sólo asoma de vez en cuando y que cuando lo hace es más doloroso que cualquier otra cosa.
Para todos, Tommy Wiseau es un ridículo que ni en un millón de años (ni después tampoco) tendría una oportunidad en el cine, pero él mismo se ve como un artista incomprendido, ante una industria que cada vez que puede nos recuerda su frivolidad y superficialidad.

La película nos convierte en parte de todos los que no creyeron en él, sin quererlo: nos reímos cuando Tommy se pone a escribir para romper las ideas preconcebidas sobre su persona, nos reímos cuando su sueño compartido con Greg está pendiente de un hilo, nos seguimos riendo cuando no tiene ni idea de rodar y aún así pone todo el dinero y recursos de los que es capaz para hacer su guión realidad.
Es fácil olvidarse de que, tras los castings chorras y las decisiones cuestionables, había una persona tratando de demostrarse a si mismo que no tenía por qué ser el monstruo de Frankenstein que le dijeron que era.
Y precisamente hay un punto de la historia en el que la mezquindad de Tommy le gana la partida a la gracia que nos hacía, y a punto estamos de volverle la espalda como su amigo y colaboradores, pensando que pobre gilipollas el que está abusando de todos para conseguir una película de mierda.

Pero, en una escena clave, el monstruo se baja de sus altares y el público se sube a su particular planeta: Greg Sestero (entregado Dave Franco mediante) silencia risas inicialmente crueles que resuenan en la sala de cine, y se permite transformarlas en una bonita reflexión sobre la relación director-espectador, estableciendo que no importa si una película es recibida con premios o con burlas, sino que cuál es el recuerdo que deja.
Y, aceptándose como es, su amigo se da cuenta de que no tenía que ser otro Tennessee Williams, sino simplemente Tommy Wiseau.

Cuesta perseguir un sueño, y aún más duele creer alcanzarlo para darte cuenta de que en realidad está mucho más lejos de lo que se pensaba.
Pero Tommy Wiseau hizo una película irrepetible, que nadie más habría podido hacer como a él le salió (como se demuestra en los créditos finales, imprescindible verlos hasta el final), y solo por eso es el artista que dijo ser, aunque nos haya costado aceptarlo.
Han tenido que pasar años de mofas y sesiones golfas, pero su particular planeta ahí sigue, plasmado en película, para que volvamos a darnos cuenta de lo único que resulta.

Y si hay algo que este sentido homenaje a los soñadores y al cine consigue es que, efectivamente, ya no nos reíremos de ti, Tommy.
Pero ojala sigamos riéndonos contigo.
Charles
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28 de septiembre de 2017
62 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
James (Y Dave) Franco nos acercan a una comedia en la que se les ve como Pedro por su casa, tan cómodos que (como en "The Room") no sabes cuándo hay que tomársela en serio y cuando reírse.

La película consigue que en menos de 20 minutos ames el personaje de Tommy, y te embarques en la aventura que supone a los dos protagonistas encontrarse (o perderse) en el mundo cinematográfico de Hollywood.
Hora y media de carcajadas en cada escena, con cada diálogo, con la interpretación de James al personaje de Wiseau y de cómo consigue divertir tanto e ironizar tanto de ella mostrando tantísimo respeto por la misma y su director. Agranda la leyenda a la par que demuestra ser un gran actor y director, ya que como él mismo dice "no estamos aquí para promocionar el trabajo de otros".

Un gran número de actores (la lista es interminable aunque el mejor, de largo, es James) han querido sumarse a esa fiesta del humor y del honor, sin olvidarse de recordarnos el camino de la vida, las metas, la amistad, la confianza... no sé cómo consigue hacer algo tan completo en hora y media de película, pero desde luego es admirable.

En la rueda de prensa (San Sebastián 2017) James ha insistido en que NO es una parodia, y quizás es esa seriedad tan divertida y fresca lo que consigue que te haga reír tanto.

Vayan a verla, y quédense después de los créditos. Hasta el final.
elojodemojo
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1 de enero de 2018
51 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me cuesta admitir que la película me ha gustado bastante menos de lo que esperaba. Tampoco voy a engañarme a mí mismo: me agrada y me interesan mucho tanto el tema que aborda como el personaje principal (que, de hecho, aquí vendrían a ser lo mismo). No obstante, creo que la ejecución de la idea acaba convirtiendo la película en un producto demasiado convencional.

El personaje que encarna James Franco (papelón que se marca, por cierto) es complejo, llamativamente misterioso (¿de dónde es? ¿de dónde saca el dinero? ¿cuántos años tiene?) y cuenta con un arco bien trabajado: pasa de ser un ignorante de sí mismo (cree firmemente que es un artista incomprendido) y de querer materializar un sueño prácticamente irrealizable, a la consecuente realización de este (con muchas tomas y millones de por medio) con un resultado inesperado. Es así como logra, al final de la película, la autoconciencia. Ahora sabe quién es realmente Tommy Wiseau.

Digamos que “The Disaster Arist” prácticamente se ve sola. Tiene un ritmo ágil, remarcables actuaciones y su ameno enclave cómico (hacía tiempo que no oía tantas risas unánimes en una sala de cine) esconde, en realidad, un trasfondo más trágico de lo que aparenta en la punta del iceberg.

Sin embargo, tanto la historia que ha usado James Franco para contarnos qué se escondió detrás de “The Room” como su apartado técnico, su “look”, parecen demasiado “hollywoodienses”, por así decirlo. En primer lugar, los altibajos de la relación Tommy-Greg, por ejemplo, creo que ya los hemos visto en numerosas ocasiones: un choque de antítesis que resulta unas veces beneficioso para ambos y perjudicial otras tantas. En el apartado del guion tampoco falta el clímax "happy ending" de lagrimilla con planos cortos y enaltecimiento de los protagonistas, pero es que tampoco podemos pedirle peras al olmo. Y en segundo lugar, pienso que el apartado visual peca de luminoso, tiene una apariencia demasiado “instagramer” (supongo que, en parte, para que los gags funcionen mejor). Si nos fijamos en la historia y sus personajes principales, en la mayor parte del relato, tanto Tommy como Greg no son más que dos pobres fracasados con una ilusión que se intuye fallida ya desde el momento en que se formula. Si me plantas un plano de las luces de Los Ángeles con un hit popero sonando a toda castaña, yo lo siento, de verdad, pero no me lo creo.

Pero bueno, que esto no enturbie mi juicio final. Pienso que es una gran película que cuenta con numerosas virtudes y que, por tanto, la aclamación de crítica y público es merecida. Simplemente, hoy he tenido la mala suerte de cogerla con mal pie.
vitroxbh
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27 de diciembre de 2017
38 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al igual que hiciera Tim Burton con ‘Ed Wood’, James Franco se atreve a llevar al cine el proceso de rodaje de ‘The Room’, la que está considerada como peor película de la historia. El mayor de los Franco se toma muy en serio este proyecto, así que no te esperes que caiga en parodias o en ridiculizar a ningún personaje. Lo mejor de la comedia de ‘The Disaster Artist’ es ese respeto y cierta admiración que muestran los hermanos Franco por estos personajes tan peculiares que decidieron hacer carrera en Hollywood.

La película narra el proceso caótico de rodaje de ‘The Room’. Desde el mismísimo histrionismo de los personajes, vamos viendo paso a paso lo que tuvo que ser un proceso de rodaje infernal para cualquiera. Un delirio de una mente que creía que valía para un industria tan complicada como la del cine y que intentó contar su vida de forma seria, provocando finalmente el estallido en carcajadas de los espectadores. Eso sí, esa película hoy le ha convertido en una estrella, en el director, actor, productor, guionista… de la peor película de la historia del cine.

Al igual que ocurrió con ‘Ed Wood’, la película que contó la vida del “peor director de la historia”, aquí encontramos un puñado enorme de lo más granado de Hollywood. Además de James Franco y Dave Franco, tenemos a Josh Hutcherson, Seth Rogen, Zac Efron, Sharon Stone, Bryan Cranston… La meca del cine se ha peleado realmente por salir en este delirio sobre un delirio.

Podríamos decir que es una de las mejores comedias del año y, definitivamente, la mejor película dirigida por James Franco. Se ha tomado el papel de director y actor totalmente en serio. Para los que no hemos visto ‘The Room‘, ya tengo tarea pendiente, puede parecer que la actuación de los Franco está exagerada para provocar la risa fácil, que los personajes se llevan hasta el extremo… pero no. Muy hábil, el actor y director nos regala una comparación entre la original y el homenaje, porque esto no deja de ser un homenaje, entre Tommy Wiseau y James Franco.

Y, ojo, que esta interpretación de “lo peor” puede hacer que James Franco pelee muy fuerte por llevarse alguna que otra estatuilla en la temporada de premios. Su actuación es genial, cada plano, cada escena, cada secuencia, lo borda. Está tan metido en el papel que puede llegar a dudar el espectador si realmente está actuando o es así. Venga, va, me voy a arriesgar, además de ser su mejor película como director, esta es su mejor actuación.

Como apunte final, la ovación que recibieron los hermanos Franco en el Kursaal fue estruendoso y prolongado. Todos los títulos de crédito estuvieron acompañados de aplausos y vítores por parte de un público entregado a esta peculiar historia. El público del Festival de San Sebastián es educado, educadísimo diría yo, pero cuando algo le gusta lo demuestra, y cuando no, también. Donostia se ha rendido a ‘The Disaster Artist’. Ah, y que nadie salga de la sala hasta que terminen los créditos finales.

Lo mejor: Es absolutamente genuina, y extremadamente respetuosa.

Lo peor: Podrían haber incluido más escenas del rodaje de ‘The Room’.

Más críticas como esta en: http://blogs.diariovasco.com/fotograma/
eurofan93
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27 de diciembre de 2017
32 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para que una película se convierta en un film de culto, tienen que suceder una serie de variables dentro de la cultura popular que la hagan original, novedosa o incluso… diferente. Todavía recuerdo la primera vez que vi “The Rocky Horror Picture Show”, paradigma de película de culto dada su valentía, rebeldía e innovación. Aquella película de Jim Sharman sorprendió a todos con algo completamente diferente; un espectáculo interactivo dónde la película traspasaba la pantalla y requería que el espectador se involucrara de un modo en el que pasara a ser parte del reparto, cantando y bailando como los actores, pero dentro de la sala de cine. De un modo tan curioso como distinto, “The Room” ha conseguido entrar en el Olimpo de ser incluída (al menos por el sector más friki) dentro de este género de culto.
Cuando James Franco decidió adaptar el libro autobiográfico de Greg Sestero, damos por descontado que había visto película innumerables veces con sus amiguetes y llegó un punto en el que encontró un punto de empatía con el personaje principal. Salvando las distancias, James Franco y Tommy Wiseau son ambos personajes cuya extravagancia no deja a nadie indiferente. Si bien Franco ha demostrado que es capaz de actuar (a veces incluso con solvencia), Wiseau parece tener una personalidad tan marcada que le imposibilita hacer de alguien que no se de sí mismo. De hecho, el considerarlo actor, podría molestar a más de uno. “The Disaster Artist” es ante todo una historia de amistad, dónde dos totales desconocidos deciden embarcarse en un viaje imposible para la consecución de lo único que tienen el común; el sueño de alcanzar la fama. A lo largo del metraje, iremos viendo todas las dificultades que los protagonistas irán encontrando por el camino y cómo estas trabas irán afectando a la relación entra ambos. Sin embargo, la coherencia (si la ha habido alguna vez) irá desapareciendo poco a poco del film, debido al peculiar modo de entender la realidad del propio Wiseau.
Un dato sorprendente del film resulta el uso del humor, muy alejado de la escatología y el humor facilón que tan bien le ha funcionado a Franco en otras ocasiones. Aquí la comedia es sutil y siempre con un punto de tragedia debido a que las propias peculiaridades de su personaje principal incomodan al espectador de tal modo en el que casi se incomoda por reírse, equiparable a mofarse de alguien con una enfermedad física o mental reconocida. Sin embargo, es inevitable partirse de risa dado que en la peli hay algunas escenas desternillantes (el casting de actores es sencillamente memorable).
En cuanto a las interpretaciones, hay que destacar sin duda la labor del propio James Franco, que mimetiza a la perfección cada uno de los gestos de Wiseau, recordando inevitablemente a ese excepcional trabajo que hizo Jim Carrey cuando interpretó a Andy Kauffman en “Man on the Moon”. El otro gran protagonista es David Franco y no es de extrañar que James recurra a su propio hermano para hacer de Sestero, dado que parece haber más de un punto en común entre su personaje y la admiración que él mismo siente hacia su allegado. David cumple en su personaje, aunque es eclipsado por la arrolladora personalidad de Wiseau.
La película acaba siendo un canto a la esperanza. La moraleja que nos deja es que según como decidamos interpretar la vida (el cine en este caso), un fracaso puede convertirse en el mayor de los éxitos si decides ver el lado bueno de las cosas. Y es que si alguien tan ajeno al funcionamiento de la industria cinematográfica como Wiseau fue capaz de cumplir su sueño de ser conocido a nivel mundial, quizás cualquiera que se lo proponga, pueda conseguirlo, aunque no sea del modo esperado o deseado.
Fher
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