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Wicked Woman

Cine negro. Drama. Thriller. Intriga Billie Nash, una trotamundos que aúna belleza seductora, insolencia y mente retorcida llega portando dos maletas a una pequeña ciudad innominada y a las pocas horas encuentra trabajo en el bar regido por Dora, una alcohólica. La ambición desmedida de Billie la alentará a poner pronto en marcha un plan para conseguir sus objetivos, sin importar lo que deba hacer para ello. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
15 de marzo de 2019
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El drama de una mujer que va de un sitio a otro dando tumbos intentando salir adelante para establecerse de una vez por todas.

El relato visual es preciso, y los andares de Beverly Michaels son muy lentos, pero también precisos. Deslumbra la rubia con sus 2 metros de estatura como se presenta en escena. Richard Egan a la par, entabla la tensión que se presiente.

La cámara apunta con exactitud en los pocos escenarios habidos. La expresividad de ella es crucial para entender sus estados emocionales: la apatía ante el acosador, la sonrisa malévola, la esperanza de que cambie la suerte... el destino. Y ese es el juego de Wicked Woman.

Russell Rouse no aparece en la lista de los 720 directores de cine de Augusto M. Torres, Ed. Ariel; pero aquí deja un trabajo meritorio, una película rotunda en realismo, que además produce y escribe a medias.

Herb Jeffries interpreta la canción de presentación, parecía un poco Dean Martin, pero claro, seguro que me confundo porque no ando bien del oído. Triste panorama para la mujer errante en un film interesante.
floïd blue
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29 de mayo de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la breve pero más que interesante carrera como director del guionista Russell Rouse, esta película podría pasar perfectamente por una más de las rodadas por mi admirado, pero poco conocido, director checo Hugo Hass, emigrado en 1938 a EEUU huyendo de la turba nazi.

Una joven llega a la ciudad buscando una habitación barata. Partiendo de esa sencilla premisa se nos muestra el deambular de esta mujer cínica, que destruye reputaciones o matrimonios, mezcla de perversión en estado puro con ciertos componentes de crítica social. Curiosamente, la actriz protagonista, Beverly Michaels - que borda su papel con un desprecio, un aplomo y una cara de asco memorables- era esposa del propio Russell Rouse y fue una de las musas de Hugo Hass, con el que trabajó en varias de sus películas.

Ante nuestros ojos circulan con aparente desparpajo cuestiones poco habituales en el cine de época como el alcoholismo femenino, el chantaje sexual o ciertos toques feministas, elementos todos ellos si no novedosos al menos inusuales y que constituyen algunos de los atractivos de esta película de cine B de alto voltaje y una de las más interesantes propuestas como director de Rouse.
Gould
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11 de mayo de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante propuesta de un arquetipo de feminidad tóxica, prácticamente delictiva. La verdad es que tiene algo de Fuller, de la película "Una luz en el hampa" que tanto me ha gustado siempre.
El punto de 'chica platino' sí lo tiene la protagonista, pero con más brusquedad y menos clase que otros modelos similares. No tiene la clase ni el estilo necesario para cotas mayores, pero sí el cuerpo, la desesperación y la ambición necesaria para hacer lo que tengan que hacer para llegar a no se sabe muy bien dónde.
La chica es Beverly Michaels, mujer guapa dónde las haya, sensual y erótica hasta la perdición. Fue la segunda mujer del director,
El pardillo es Richard Egan, que naturalmente no ve más allá de sus narices.
La cinta está rodeada de una sensualidad interesante, con un punto de sordidez y malicia nada sutil.
No sé muy bien qué es eso de una película de culto, pero esta tiene todas las papeletas para serlo: la temática, la música, el blanco del vestido de la chica, la sordidez de la temática.
Me ha gustado mucho.
ÁAD
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23 de julio de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues yo sí que me he quedado descolocado con este áspero, sucio, sórdido y bastante desasosegante pequeño film que nos presenta los turbios manejos de una emprendedora aspirante a femme fatal, en sus inicios de carrera, las cloacas, y sus indecibles esfuerzos por salir de ellas a base de explotar la lujuria de los hombres, aunque sin poder disimular el profundo asco y desprecio que le merecen, con una interpretación de Beverly Michaels que yo no diría que es mala, sino que su personaje requiere una vulgaridad, una afectación y un mal conseguido disimulo en sus modales que nos haga sentir a los espectadores que constantemente esta actuando en su papel de buscona, bajo una ira reprimida que a veces explota y no sabe controlar.
El movimiento incitador de sus caderas es basto, barriobajero, sin elegancia. Su mirada es dura y cansada. Su sonrisa fingida, casi un rictus. No ha aprendido a disimular y ello incomoda al espectador que adivina que en su codicia está su propio infierno.
Utilizará sus encantos bajo cualquier pretexto. Un plato de comida, algo de dinero o para ligarse al dueño del bar donde trabaja, da lo mismo, el caso es alcanzar sus propósitos, aunque una vez conseguido el objetivo cometerá el error de mostrar su verdadero rostro, algo que sus lujuriosas víctimas no podrán perdonar, como es el caso del lascivo sastre vecino suyo (Percy Helton) que se sentirá humillado y querrá tomar venganza.
Con Richard Egan está a punto de conseguirlo y sólo unos pocos pasos la separan de lograr deshacerse de su alcohólica esposa y alcanzar su ansiado sueño de una buena vida en México. Pero los errores se pagan. Y la buscona todavía no ha alcanzado el virtuosismo de la femme de saber desplumar a los pichones haciendo que se sientan agradecidos por ello.
Es una película pequeña, barata y con ciertos errores en su ejecución. Pero a mí me ha gustado. Toca temas feos, muy feos y no pretende disimularlos de ningún modo. Me ha resultado muy curiosa.
Izeta
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18 de octubre de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Acabas de conocer a una mujer, estás a un paso del mejor sexo de tu vida, pero después de seis semanas de conocer a la mujer, te culparán por un crimen que no cometiste y terminarás en la cámara de gas y mientras te atan las correas y esperas respirar el cianuro estarás agradecido por las semanas que pasaste con ella y por tu propia muerte”.

Esa puntera y socarrona definición de James Ellroy basta para cribar la médula del cine negro de toda la filmografía periférica que se le asocia, film gris, cine gangsteril, suspense, cine de tribunal, subgéneros honrosos y fértiles en sus fusiones con el noir y, desde luego, proveedores de títulos mayores, pero que deslustran los cánones intocables que han hecho del film noir el cine con mas obras maestras por metro de rollo (incluida alguna de la entrañable serie B).

Y esto porque la quintaesencia del asunto son los cuatro escaques en los que bailan todos los personajes: la ciudad, la noche, el destino y la fatal (nada más, hasta la pistola de Godard sobra); los tres primeros, paisaje de fondo, y la última, protagonista absoluta y absolutista. Una criatura de doblez misándrica provista con la ambigüedad de una sensualidad frígida y viperina y un porte de inaccesibilidad que solo parece capaz de doblegar el canalla de Dan Duryea. La lista es larga, pero la esencia permanece: las Phyllis, kathie, Alice, Ellen…pero entre ellas no está Billie Nash.

Billie no es una mantis, es una buscona de estación con el aire, entre despampanante y desamparado, que le confiere la cheesecake Beverly Michaels apenas con estrategia de carterista dispuesta a engatusar a viajeros palurdos en las kilométricas trailways. Le falta casta y le faltan artes, porque la mantis no viaja, no incurre en la servidumbre de la deambulación ni de la persecución; al contrario, posee una residencia arácnida desde donde expande las redes de sus tejemanejes y adonde entrará entregado su abnegado admirador. La Billie de estación de autobuses, inquilina de cuchitril, seductora de babosos, camarera de rijosos es un retrato espurio de la hembra bífida, ofidia y glacial que te diría “Bésame, antes de morir”. Dicho cual, la película entretiene, con pocas pretensiones y menos presupuesto, y con el que Russell Rouse escenifica más que filma un melodrama (falta noche, claroscuro y fatalidad para ser noir) casi amable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
alvaro
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