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Apuestas contra el mañana

Cine negro. Drama Johnny Ingram (Harry Belafonte), un cantante negro lleno de deudas debido a su compulsiva afición a las apuestas, Earl Slater (Robert Ryan), un ex presidiario racista que vive a costa de una mujer, y Dave Burke (Ed Begley), un ex policía corrupto y jugador, se unen para atracar un banco de Nueva York. Aunque el plan parece perfecto, pronto surgen entre ellos tensiones que pueden hacerlo fracasar. (FILMAFFINITY)
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
31 de agosto de 2012
33 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable drama de crimen y cine negro realizado por Robert Wise (1914-2005) (“West Side Story”, 1961) sobre un guión de Abraham Polonsky y Nelson Giddins, que adapta la novela “Odds Against Tomorrow” (1957), de William P. McGivern. Se rueda en escenarios exteriores de NY (Central Park, Hudson …) y en los platós de Gold Medal Studios (NYC) con un bajo presupuesto. Producido por Robert Wise y Harry Bellafonte para Har Bel Productions, se estrena el 15-X-1959 (NYC).

La acción dramática se desarrolla en NY y en la localidad de Milton, situada a 160 Km. de NYC, junto al río Hudson, durante unas pocas semanas del invierno de 1959. Dave Burke (Begley), un antiguo policía, de unos 60 años, recluta a dos colaboradores, Earl Slater (Ryan) y Johnny Ingram (Bellafonte), para cometer el último atraco de sus vidas. Slater es un maduro ex convicto, desocupado, frustrado y amargado, que vive mantenido por su compañera Larry (Winters). Ingram canta y toca música de jazz en un bar de los bajos fondos neoyorquinos, está separado de la mujer y es adicto a las apuestas. Burke es un antiguo oficial de policía al que la vida ha tratado mal, vive solo en la habitación de un hotel, es aficionado a las apuestas y necesita dinero para salir de un apuro. Los tres protagonistas masculinos constituyen tres imágenes diferentes y a la vez complementarias del arquetipo del perdedor.

El film presta mucha atención a la definición de los caracteres principales, a la que dedica casi la mitad del metraje. De ese modo consigue poner el desarrollo de la acción en manos de unos personajes que el espectador conoce con un nivel de detalle y de profundidad poco habituales en cine. La caracterización de los mismos pone de manifiesto sus puntos comunes y sus diferencias de idiosincrasia y carácter. Estas referencias aportan pistas que fundamentan y explican la orientación y el desarrollo de la acción. Así mismo, otorgan verosimilitud y credibilidad a la evolución de los hechos y a las incidencias que se registran a medida que avanza la acción, condicionada y al mismo tiempo impulsada por factores psicológicos, prejuicios, fobias y filias, diferencias personales de edad y de criterio, etc.

La obra incorpora un interesante alegato contra el racismo y los prejuicios que lo sustentan. La exposición se refuerza con la caracterización sumamente antipática del personaje que los encarna. Utiliza además abundantes imágenes de humedad, charcas de agua, fango y suciedad, que se desgranan en paralelo al curso de las manifestaciones racistas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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2 de junio de 2012
30 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mi gusto, una de las mejores películas que he visto de Robert Wise, realizador que sin figurar habitualmente entre los más destacados del cine estadounidense, tiene en su haber filmes valiosos en distintos géneros, alcanzando momentos excelentes -desde el punto de vista formal- en muchos de ellos (prácticamente la totalidad de "The set-up", seguramente mi película preferida sobre el boxeo, la secuencia inicial de "West Side Story", que empequeñece el resto del filme, o el comienzo de "La amenaza de Andrómeda" en la que sucede lo mismo, son buenos ejemplos).

A falta de ver "The captive city", esta película corresponde, junto con "Nacido para matar", al género negro, siendo en mi opinión muy superior a este último título mencionado. El argumento se centra en tres personajes que encarnan -desde distintas perspectivas- el arquetipo del perdedor, o lo que es lo mismo, el negativo del también habitual triunfador que ejemplifica el cumplimiento del sueño americano. En este caso, la descripción minuciosa de los tres protagonistas (Dave, un viejo policía expulsado por corruptelas; Earl, un tipo racista, amargado y violento, cuyo matrimonio es un fracaso; Johnny, cantante en clubes nocturnos, separado y atrapado por un hampón al que debe dinero por perder en las apuestas) acapara más de la mitad del metraje, al tiempo que se nos muestra su desesperado intento por superar sus dificultades e insatisfacciones cometiendo un atraco a un banco.

El guión perfila perfectamente a los personajes, cuyos dramas respectivos (soledad, amargura y ludopatía) quedan muy bien reflejados, sin que ello suponga descuidar unos diálogos que por su ironía y causticidad resultan característicos del género. Los intérpretes trabajan a muy buen nivel, incluyendo al cantante Belafonte, aunque destacan especialmente Ed Begley y el siempre extraordinario Robert Ryan, uno de mis actores predilectos, en un rol que le viene como anillo al dedo.

Formalmente excelente, la película cuenta con una buena fotografía de Brun (muy destacable la iluminación del club en el que canta Johnny, o la oscuridad de la secuencia en la que Dave y Earl planean el robo), pero sobre todo tiene su mayor acierto en la ambientación un tanto lúgubre -calles sucias y encharcadas, tiempo predominantemente nuboso, cercano al invierno-, el rodaje en exteriores, y el estilo de dos secuencias. La primera de ellas me sorprendió mucho, y es la que más me gusta; es la que precede al robo, cuando Johnny y Dave dejan pasar las horas junto al sucio curso de un río. Lo interesante es que unas imágenes -sobre todo planos generales, alguna panorámica- que nos muestran a los dos personajes en actitud contemplativa, sugieren al tiempo las reflexiones y temores que les inundan, logrando así transmitir una sensación inquietante al espectador, mediante una pausa que no es tal. La segunda es la del robo, rodada en tiempo en real y con escasos diálogos, aportando una gran verosimilitud a las imágenes.
Acaba en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Quatermain80
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18 de febrero de 2012
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque de buenas a primera pudiera parecer una película para el lucimiento del cantante Harry Belafonte, Apuestas contra el mañana no es nada parecido, es una película de cine negro puro y duro. La carrera interpretativa de Belafonte, si bien no se ha caracterizado por unas grandes actuaciones, si lo ha hecho por una sabia elección de películas, en las que en lugar de primar su lucimiento de cara a vender más discos, ha optado por actuar en buenas películas si bien poseen cierto mensaje antirracista, como es el caso, en cierta medida, de esta película.

Robert Wise es uno de los grandes directores de la historia del cine, pero también uno de los más menospreciados, pese a participar en muy diversos géneros, desde el musical con West Side Story o Sonrisas y Lágrimas a la ciencia ficción con Ultimátum a la Tierra o Star Trek la película, pasando por el cine de terror, el bélico o como es el caso el cine negro.

Apuestas contra el mañana resulta una película excelente, una gran muestra de cine negro, un retrato de los bajos fondos urbanitas, un retrato oscuro de la sociedad, ya sea de la alta o de la baja, gente que es o se ve obligada a ser delincuente. La película, una pequeña anécdota, un atraco a un banco, pequeño, simple, se le puede reprochar que los féminas de la obra simplemente estén para retratar a los personajes masculinos, pues son estos los que llevan todo el peso de la acción, pese a ello ellas están estupendas, destacando a Gloria Grahame, que en su breve aparición y sin estar particularmente hermosa resulta de lo más erótico y provocativo.

Robert Ryan está enorme, logra con su papel uno de los grandes protagonistas del género, personaje tan antipático como a la vez no puedes dejar de apreciar.

Fantástica fotografía, tan propia del género, picados, contrapicados, la cámara a ras de suelo, mostrando la acción como si de una oscura fantasía se tratase, llenándola de sombras, provocando una sensación de ensueño.

El guión simple pero inteligente y tremendamente funcional, a destacar la "broma" final... toda una declaración de principios.

En suma una magnífica película de cine negro, todo un disfrute, imprescindible para los amantes del género.
Meinster
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19 de junio de 2011
26 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo que soy un personaje grís me gustan los directores grisáceos. Eso es lo que dice el señor Carlos Aguilar sobre Robert Wise. Claro que a Carlitos tampoco le gusta John Huston y a Chaplin así así. A mí tampoco me gustan Clint Eastwood, Kurosawa, Dreyer, Murnau, Welles, Rosselini, Bergman, Hitchcock, Tarantino y muchos más. Gano yo por K.O. Apuestas contra el mañana que se podría emparentar con La jungla de asfalto quedaría en empate técnico. Las dos son de las mejores retratando personajes quedando en segundo plano el atraco. Mención está el racista más cabrón de la pantalla: Robert Ryan. Aquí la toma con los negros, en Conspiración de silencio con los japoneses y en Encrucijada de odios con los judíos. I Love a los grisáceos.
RONNIE JAMES DIO (CUENTA BLOQUEADA)
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20 de septiembre de 2012
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las calles desiertas y las vías repletas de coches que circulan con normalidad sumidas en un acompañamiento sonoro que rezuma tensión es ya ideal para contextualizar un relato en el que Wise empieza llevando la madeja desde el primer minuto; en una ciudad aparentemente tranquila, las cicatrices de una sociedad envuelta en las secuelas de la pos-guerra y en la que todavía se respiraba un ambiente viciado por el racismo, surgen dos personajes totalmente antagónicos: el primero que aparece en pantalla, Slater, es precisamente uno de esos seres desequilibrados y casi amorales que todavía siente el horror de la guerra en sus entrañas, al que acompañan un comportamiento anárquico y un sentimiento racista más que patentes que contrarian la figura de Johnny Ingram, un muchacho al que las enormes deudas han alejado de ser el hombre de familia que probablemente le gustaría, y en el que no parece que haya visos de escapatoria o redención en una vida que él mismo ha decidido vivir así, pero en la que quizá hubiese merecido más.

De todos modos, Wise prefiere plantear y no juzgar, y aunque habla en alguna ocasión por boca de sus personajes (como cuando Burke reprende a Slater por sus comentarios hacía Johnny), simplemente se aleja de ellos construyendo secuencias que les definen y dejan que sea el espectador quien juzgue por si solo. Así, en la primera secuencia del film y en una misma acción que ambos personajes repiten, ya está detallando un carácter que les acompañará a ambos, y que derivará uno de los puntales del film, no en vano a raíz de esa relación Wise sabe construir un noir «racial» —por otorgarle una definición entendible— que nos habla sobre una situación muy vigente por aquel entonces en Estados Unidos, y ello se ve reflejado en muchos de los comentarios que dirige Slater a Johnny que, incluso siendo irónicos y no tan directos en alguna ocasión, siempre intentan hurgar en la herida de un muchacho que ya se sentía herido de necesidad en su entorno.

Esa herida también nos habla sobre una de las «convenciones sociales» establecidas en la época que apuntaban a la necesidad de la raza negra por rodearse de gente de raza blanca en un intento por escalar socialmente. Instaurada en el propio seno de la familia de Ingram y puesta en tela de juicio por el propio personaje más en un intento de dudar acerca de la vida escogida por una mujer que le rechaza por el bien de su hija, no por el suyo propio, que de transformar esa duda en un sentimiento exclusivo y la otra cara de la moneda, quizá no cobra tanta importancia pero sí se eleva como uno de tantos detalles que remachan ese discurso —o realidad, incluso— forjado por Wise que prefiere no aludir a ninguna víctima pero recrudece constantemente a través de los diálogos de un Ingram que parece saberse perdido e incluso muerto de antemano.

No obstante, no olvida el cineasta norteamericano el género en el que se enmarca su propuesta y administra a la perfección las bazas necesarias para hacer que el último tramo de su noir no caiga en el descuido que demostraría alguien ajeno a éste que simplemente lo emplea como herramienta para transmitir su discurso. De hecho, el desarrollo psicológico de los personajes, tan cercano a otras propuestas de género como Sed de mal o La jungla de asfalto, ya es buena muestra de que Apuestas contra el mañana tiene todos los alicientes del género —desde esa atmósfera cuasi fatalista, hasta los típicos entresijos generados a raíz del conflicto base, o la propia procedencia/naturaleza de los dos personajes protagonistas—, que combina con la suficiente pericia para terminar otorgando una conclusión significativa que sólo puede bailar en la cabeza del espectador a modo de diálogo: «Which is which?»


Crítica para www.cinemaldito.com
@CineMaldito
Grandine
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