Roa

Hay que decir que el director de cine colombiano Andrés Baiz es de ese grupo de cineastas colombianos realmente interesantes. Respecto a este, su reciente film, podemos decir que si bien hoy día no resulta fácil recrear la Bogotá de los años cuarentas, la producción se atreve a contarnos una historia que dividió a Colombia en un antes y un después.

Esto (la Bogotá de los años cuarentas), sin lugar a dudas es un elemento importante, que obligó quizá a una puesta en escena muy meticulosa, sobre todo cuando no hay un presupuesto suficiente para la dirección de arte en exteriores, y, que si bien luce válida, las lentes y las distancias focales, contextualizan una profundidad de campo en casi todo el film que no permiten visionar mucho el espacio filmado.

Aunque lo anterior no resta mérito a una cinta que desmitifica a Juan Roa Sierra como el asesino del gran caudillo colombiano Jorge Eliécer Gaitán, podemos significar que el guión debió ser cuidadoso en los diálogos (yo creo que los bogotanos de los años cuarentas no decían: ¡Me importa un culo!)

De todas formas con un ritmo pausado y sin ser una crónica judicial, en el último tercio de la cinta, vemos una dirección correcta y con el sentimiento de aquellos films (y es precisamente el plus del film de Baiz) que con templada trama, su mayor acierto radica precisamente en su tono adusto, huraño, incómodo; aunque sin hastío y sin diseccionar un terrible asesinato (sobre todo cuando conocemos de antemano lo ocurrido).

Gonzalo Restrepo Sánchez
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Ocasionalmente el cine colombiano abandona los estereotipos a los que nos tiene acostumbrados.

Desafortunadamente solo unas pocas producciones se alejan de los lugares comunes, los personajes sobreactuados y la ramplonería; que se mezclan para presentar historias de narcotraficantes, prostitutas o chistes flojos acerca de nuestra “idiosincrasia”.

Andrés Baiz es uno de los directores que se ha alejado de estos clichés, para presentarnos historias diferentes, estructuradas y realmente atractivas (Para aquellos que no las han visto, vale la pena observar Satanás y la cara oculta).
Roa no es la excepción, presenta una historia basada en los acontecimientos vividos en Bogotá el 9 de abril de 1948, fecha conocida como “el bogotazo”, una jornada donde la capital colombiana vivió y sintió la violencia de forma descarnada y que marcó una ruptura en la historia del país, siendo la semilla de muchos de los problemas que actualmente nos agobian.

La película se centra en Juan Roa Sierra, famoso personaje sindicado de ser el autor del crimen más conocido del siglo pasado. Indaga acerca de la vida de este hombre del común, sus posibles motivaciones y su efímera relación con el caudillo Jorge Eliecer Gaitán.

En resumen, una muy buena película que cualquier cinéfilo no debe perderse, además que refleja una madurez en el cine nacional que se debe fortalecer, para evitar el continuar presentando producciones de corte: El paseo, el carro, In fraganti y demás películas subnormales.

Varias dimensiones de la película causan ruido. Una de ellas -la más grande, a mí parecer- que se retrate al principal asesino de Jorge Eliécer Gaitán como un resentido, y un hombre loco; y, en segundo lugar, casi que invisibilizado, aparezca como asesino un grupo del cual, en el filme, se desconoce su procedencia y hasta su esencia. Esta película parece para la formación de masas, de unas que olviden el asesinato del caudillo en manos de intereses elitistas, y lo dibujen como un asesinato por motivos personales y sin motivaciones políticas.

Es buena, tiene buena fotografia, buen vestuario y la ambientación de la Bogotá de los años 40 es magistral. Es una película basada en el libro El Crimen del Siglo de Miguel Torres, a el director que es de los mejores que tiene Colombia en la actualidad le faltó argumentar más el porqué de los motivos de Roa para espiar a Gaitán, es una película buena, el director se arriesgó a cambiar el final del libro original y eso es bueno, el final resulta siendo muy dramatico. Buena película.

Lo que sabemos de Roa, tristemente, lo sabemos por la ficción. Su elección como asesino de Jorge Eliécer Gaitán parece haber sido tan inteligente que nos vinculó precisamente con un "criminal" que en toda perspectiva solo se puede intuir. La idea que ha socorrido a este hombre pasa tranquilamente por la de un alma ingenua que fatídicamente está en el lugar equivocado en el momento equivocado.
Miguel Torres escribió El crimen del siglo como una novela de tono histórico donde le apuesta a una versión de quién era Roa a partir de unos escasos datos sobre la vida del asesino. Luego, el autor saca el as bajo la manga para decirnos "¿y si las cosas no ha sido como las pintan?" Y, por lo menos, literariamente, el personaje ha ganado hondura. En otra novela titulada El jardín de las delicias, el autor antioqueño Guillermo Cardona ha hecho lo mismo, retratando la vida y milagros de un muchacho que el día del crimen tenía una corbata amarilla. Todo en un universo plagado de fanatismo, brujería, lujuria e ingenuidad.
¿Quién eras, Roa? La pregunta queda en la garganta apenas se termina de ver esta adaptación que contiene mucho del sabor a Bogotá de los años cuarenta y de la realidad nacional de toda una vida.