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Juana la Loca

Drama. Romance Isabel la Católica (Susi Sánchez) envía a su hija Juana (Pilar López de Ayala) a Flandes para que se case con Felipe el Hermoso (Liotti). Se trata de un matrimonio de carácter político que sirve para sellar y garantizar una alianza dinástica entre los Reyes Católicos y el emperador de Alemania Maximiliano I, con el fin de aislar a Francia. Siguiendo la misma política, se había concertado el matrimonio de Catalina y Enrique VIII de ... [+]
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Críticas 43
Críticas ordenadas por utilidad
7 de enero de 2009
86 de 119 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película carece de todo rigor histórico. Esto no es un reproche: un artista es muy libre de manipular la historia y sería absurdo reprocharle a Shakespeare las libertades que se toma en «Julio César» o «Ricardo III». Vicente Aranda no ha rodado, pues, esta película con un propósito biográfico, no quiere ilustrar de forma fiel ni exacta la vida de Juana, reina de Castilla, sino que ha tomado su figura como excusa para contarnos otra cosa. ¿Y qué quiere contar Aranda? Lo de siempre en su cine: que el sexo es una fuerza aniquiladora, un incendio en un bosque –nuestro cuerpo– atizado por vientos que lo inflaman (nuestras fantasías). Vivimos devorados por las expectativas y allí donde depositamos nuestras esperanzas de plenitud y felicidad, fracasamos. El sexo es una fuego arrasador que nos consume, nos calcina.

Esta idea, por supuesto, es simple, histérica y exagerada. El exhibicionismo de Aranda se parece al de los que cuentan chistes verdes tras un banquete. El sexo, en los labios de ciertas personas pierde todo encanto, toda poesía y todo interés. Es lo que pasa con las películas de Vicente Aranda. Podríamos admitir sus premisas si nos las supiera exponer con garra, con talento, con fuerza o con belleza. Pero su cine –al menos, para mí– carece de atractivo porque es falso y torpe. El guión de esta película es una caricatura. Las actuaciones, pésimas (Pilar López de Ayala se llevó un goya como podría haber ganado un jamón serrano, una chochona o un perrito piloto, porque debieron de rifar el premio entre los asistentes a la gala de los goya; con todo, su actuación es la mejor de la película). No hay una sola imagen memorable, una frase que no suene falsa, nada emociona ni sorprende. Es un cine bochornoso por su torpeza. Carece de verdad, de talento, está mal hecho, mal dicho (la mitad de las frases no se entienden), todo es feo, burdo, rígido y disparatado.

«Locura de amor», la vetusta película de Juan de Orduña, es cien veces mejor. Aquellas escenas en las que «Juana la Loca» quiere homenajear a su predecesora (la entrada de la reina en la catedral de Burgos para defender sus derechos, por ejemplo) demuestran la diferencia abismal de talento, de calidad, de aliento artístico.

Lo siento.
Macarrones
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7 de octubre de 2007
84 de 132 usuarios han encontrado esta crítica útil
Min 1.

Vicente: ¡Pilar, desnúdate ya!
Pilar: Joé, pero si en el minuto 1 salen los títulos de crédito. ¿Tan pronto?
Vicente: Bueno, va... Después te desnudas.


Min 4.

Vicente: Pilar, leches, desnúdate.
Pilar: Si ahora estoy en presencia de mi madre. ¿Me quito la ropa delante de ella?
Vicente: Siempre poniendo excusas. Siempre, siempre.



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Min X.

Vicente: ¡Ahora, Pilar! ¡Ahora!
Pilar: Vicente, eres un viejo verde.
Vicente: Eso... eso... eso es... mentira. Eso es. Sí. Eso es lo que es: mentira.
Pilar: ¿Cómo quieres que me desnude en una escena en la que está lloviendo y Juana está en el patio interior? Me constiparía.
Vicente: Bueno, pero así enseñas las tetas un poquito. Por lo menos deja entrever el pezoncillo. Además, podemos inventarnos la historia y decir que la loca esta de la que hago la película murió de un catarro, ¡qué más da! En la siguiente escena levántate un poquito el camisón, porfi.


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Min 105 (Final de la película)

Vicente: Joder, ni un pelo, Pili, ni un pelo me ha gustado esta película que he hecho. ¡Pero si sólo enseñas un par de segundos los pechos! ¡Y el culo casi na! No me ha gustado la peli que he rodado. Para la próxima llamaré a Paz Vega, ¡que ésa sí que se desnuda!

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Y así fue cómo terminó el rodaje de esta película histórica, con la Pili (denominada así por Vicente en torno paternal) poniéndose a sus hombros toda la película, aunque a Aranda le hubiera gustado que se hubiera sostenido la cinta en el escote.
Dromedario
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3 de noviembre de 2008
42 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está claro que hacer una película de pretensiones históricas suele suponer un importante esfuerzo (y desembolso) en atrezzo, ambientación, localizaciones... para que la cosa resulte vistosa. Pero no hay que olvidar que las buenas películas de época también se caracterizan por su trabajo de documentación para conseguir fidelidad con la historia y que las personalidades
queden reflejadas en la trama.

En "Juana la Loca" Vicente Aranda apuesta claramente por lo primero (que para eso está el dinero de todos, para suvencionar vestidos, uniformes y desnudos medievales) y se olvida de lo segundo. El que quiera conocer un poco de la historia de España, las personalidades de Juana y Felipe o las intrigas palaciegas del siglo XV que se compre un libro o que vea un documental. La única labor de documentación que se ha seguido en la película es recopilar todas las anécdotas, rumores y patochadas sobre los amoríos de los padres de Carlos V para luego mezclarlos y adornarlos en la calenturienta cabeza de Vicente Aranda. ¿El resultado? Pues el que cabría esperar: Juana era una perraca ninfómana y Felipe el Hermoso un pichabrava. Cualquier otro matiz, sobra y al que no le gusta, que reviente.

Y claro, con esa idea central de mostrar tetas y culos (eso sí, en medio de grandes salones y con mucho secundario disfrazado para disimular), ya no sorprenden tando ciertas decisiones que en principio podían parecer extravagantes, como las aficiones masoquistas de Juana la loca (es cierto que no conozco mucho de la historia concreta de esa reina, pero me apuesto virtualmente mi nónima de este mes a que no existe un solo libro ni pergamino en el que dichas tendencias estén documentadas), que Felipe el Hermoso era de raza gitana (gran labor de casting, sí señor...) o que el rey Fernando de Aragón hablase con acento de las Rías Bajas gallegas (otro acierto en la selección de actores). -"¡Qué coño!" - debió pensar Vicente - "Es mi película y si yo digo que Fernando hablaba como Cañita Brava, Fernando hablaba como Cañita Brava. Y el que no lo comparta, que pida una subvención y que se haga su propia peli".

Sigo en spolier, que me quedo sin sitio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
OsitoF
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30 de agosto de 2009
53 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues que podía haber contado lo mismo en el Carabanchel de 1998. Nos habríamos ahorrado dinero y disgustos.
¿Dónde va Vicente? Donde se esté caliente.
Viva la silicona del siglo XVI.
Qué curioso que este país nuestro, el de las mujeres más estrechas de Europa, muestre al mundo su historia entre bragas y piernas abiertas.
Y del resto de aspectos de la película... qué triste que ya no apetece ni ponerlo a parir.
Sines Crúpulos
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14 de marzo de 2009
31 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque desde luego el objetivo de Aranda no era hacer un film histórico, los años que describe la película se corresponden con uno de los periodos más interesantes y convulsos en lo político, social, económico e incluso artístico que ha vivido el antiguo área de la peseta. Pues bien, Vicentito el Gayolas lo reduce a los picores púbicos que padecen una hermosa Juana y un no menos Hermoso Felipe (que a juzgar por los cuadros de época era bastante feo), aquí convertido en un efebo culturista al que sólo le falta el Ferrari; lástima que en aquella época no existieran. Aunque a Aranda le hubiera dado lo mismo, creo yo. La chica se esfuerza, no en vano fue la primera en salir de clase, y lo cierto es que es lo único que se salva de la película. El chico tiene buena percha y es un gran follador, que es lo que a Vicentito le interesa. La ambientación da más o menos el pego, la música parece renacentista, y eso.

Para Freud, dos pulsiones básicas alimentaban la psique humana, eros y thanatos; Aranda hace una sublimación y las reduce a una que se refleja a las mil maravillas en el popular dicho que afirma que donde hay pelo hay alegría; bueno, algún grito que otro, también. Además salen una cuantas tetas. Es lo que tiene el género “Open up and say ¡aaahh!
Shinboneniná
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