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New York, New York

Musical. Drama. Romance Jimmy es un impetuoso y seductor saxofonista que aspira a formar parte de una gran banda. Francine es una tímida cantante de bar que sueña con ser famosa. Cuando se conocen, surge entre ellos una atracción inmediata y, cuando él toca y ella canta, consiguen hacer temblar los rascacielos. Es el comienzo de una tormentosa relación que pondrá a prueba su capacidad para encontrar el equilibrio entre su pasión por el jazz y el amor que los une. (FILMAFFINITY)  [+]
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
1 de agosto de 2005
52 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra magna del cine de todos los tiempos, producida por Irwin Winkler y dirigida por Martin Scorsese, en la que rinde homenaje a los musicales clásicos de los años 40 y 50 ("Cantando bajo la lluvia", "Melodías de Broadway 1955", "Cita en San Luís", etc.), al hilo de una historia que narra las peripecias de las bandas de música de la época, la difícil historia de amor entre los protagonistas y el triunfo de ambos tras la ruptura. También constituye un homenaje a su ciudad natal, que dibuja con cariño y pasión. Es, además, un homenaje a la música, a los músicos y a las bandas de música que, con fatigas, transportaron a lo largo y ancho de EEUU motivos de baile y alegría en los años que para ellas fueron los de mayor esplendor.

Destaca el marcado contraste que se da entre el realismo, la sobriedad y la sinceridad casi documental de la historia central y la espectacularidad del vestuario, la fastuosidad de los decorados (interiores y de exterior), la brillantez de la iluminación y la magnificencia de la coreografía, que trasmiten una sensación de pretendida ampulosidad y artificiosidad.

La banda sonora contiene una veintena de composiciones clásicas de jazz, cuya audición constituye un magnífico recorrido por la historia del jazz y del "swing" (jazz para bailar) de la primera década de la Postguerra. Además incluye cuatro temas originales, de John Kander (música) y Fred Ebb (letra), entre los que destacan "Happy Ending" y "New York, New York". Ésta última alcanzó un gran éxito y se popularizó en dos versiones (Minelli y Sinatra).

La fotografía y la cámara aportan un elemento importantísimo de brillantez y belleza plástica. El juego de multiplicar algunas imágenes, para trasmitir sentimientos, con la ayuda de espejos se repite en varias ocasiones, pero con finalidades diferentes a las de "La dama de Shangai" en la que se utiliza al servicio del suspense. En la escena del camerino de Francine, la cámara se sitúa en el lugar del espejo en el que ella pasa de mirarse a mirar con espectación. La cámara reproduce la imagen del ojo derecho de ella buscando la llegada de Jimmy hacia el fondo de la estancia. Las escenas del capítulo titulado "Happy Endings", suprimido de la versión inicial, constituye una delicia visual y musical, que finaliza de modo magistral al transformarse un gran brillante de fantasía en el foco de luz de la pila que Francine utiliza como acomodadora de la sala en la que se proyecta su interpretación. Algunas imágenes se utilizan para comunicar al espectador determinados hechos: la visión de la rueda de un autocar que gira velozmente y una breve visión de las líneas discontinuas de la calzada bastan para indicar que la banda realiza muchos viajes, a notable velocidad, para actuar en muchas localidades.

La película constituye un gozo para los sentidos, un estímulo para la mente, un bálsamo para el corazón y una fuente de emoción estética para el espíritu.
Miquel
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4 de septiembre de 2010
34 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viendo las críticas anteriores me sorprende que nadie comente el insoportable papel que hace De Niro. Es un personaje al que te dan ganas de pegarle un tiro a los 5 minutos. Lo cual me lleva a plantearme que De Niro a lo largo de su carrera ha triunfado casi siempre haciendo de trastornado (sobre todo con Scorsese). Salvo "El cazador" y "El Padrino II" sus papeles más recordados son de trastornado (Toro Salvaje, Taxi Driver, El Rey de la Comedia, Uno de los Nuestros, El cabo del miedo...) Creo que con Scorsese sólo hace algo distinto en "Casino". En fin, una pena, porque arruina la película en mi opinión un personaje tan "plomo", tal y como lo define otro de los personajes.
Por lo demás, lo más valorable de la película es la voz de Liza Minelli (su actuación me parece que dista mucho de la genialidad de Cabaret) y el repaso que Scorsese da como sin querer a la historia del Jazz de posguerra,ya que empieza con las bandas como la de Tommy Dorset, y acaba con los jazzmen negros tocando en club de blancos. Por cierto, no sabía que Clarence Clemons tocara la trompeta.
Me parece en definitiva una película fallida, sobre todo por el insoportable de Jimmy Dorsey
ernst
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16 de julio de 2010
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Martin Scorsese realiza su particular homenaje al jazz con el telón de fondo de la ciudad de Nueva York. Una ciudad repleta de rincones y calles con locales que hacen que sus habitantes vivan cada día una banda sonora llena de acordes, notas arriesgadas y partituras alocadas.
Martin Scorsese sube a su viaje a dos grandísimos actores, que realizan un trabajo bastante bueno llevándonos a los años 40 y posteriores de la esta ciudad que despertaba de la pesadilla de una guerra.
El director nos lleva a través del tiempo y nos sitúa en una época dorada, donde la música hacía a la gente olvidar todas sus penas.
Sinceramente la banda sonora, las interpretaciones y la dirección artística es lo más sobresaliente de todo el film. Durante dos horas y media podemos disfrutar con diversas canciones que hacen que uno huela el estilo antiguo de las mismas. Esas canciones están apoyadas en dos personajes muy bien defendidos por sus dos protagonistas, los cuales viven en una ciudad que no duerme que está fantásticamente recreada en la época que se describe.
No obstante, la película no me ha llegado a fascinar ya que el guión me ha parecido un poco plasta. Es una pena, ya que todo lo que he enumerado anteriormente está muy bien, pero la historia no me llega a convencer. Me ha aburrido la vida de estos dos personajes. Esto hace que mi nota baje bastante.
En fin, película que narra una historia que no me ha llegado interesar en ningún momento, pero que por suerte está muy bien defendida por sus personajes y muy bien producida y dirigida.
icaro_81
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27 de mayo de 2007
23 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Egoísta y resentido Jimmy Doyle (Robert De Niro) que juega, como buen psicópata, a seducir obsesivamente. Realismo que aplasta al romance. Es un enfermo mental (o "un cerdo", como Uds. prefieran)del cual uno espera, a cada momento, que ella, su mujer, se separe. Se podría llamar "Historia de un (supuesto) amor inexplicable". Sensación de disconfort pero también buenas bandas de jazz en los años 40 y 50, con algunos buenos escenarios. Dos películas distintas: una primera, muy larga, sobre una lamentable pareja (que parece preparar continuamente la tragedia, pues el resentimiento de ambos es mayúsculo), y otra, más corta, a continuación, un poderoso musical con el fenómeno Liza Minelli (destellantes vestidos art nouveau, increíbles peinados y sombreros). Casi tres horas, para gozar sobre todo el fragmento final. Como otros musicales clásicos, agridulce, para, finalmente, deslumbrar (los humanos pueden deslumbrar sólo en el arte, por lo demás son una calamidad). Para ver, también, los vestuarios, los estilos de muebles, la decoración de los bailables y, desde luego, ¡los automóviles!
Leonel
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1 de junio de 2018
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La idea me resulta hermosa: narrar el fin del Swing, como principio dominante del Jazz, y el inicio del Bebop. La decadencia definitiva de las Big Bands y el surgimiento sobre sus ruinas de los pequeños conjuntos de francotiradores solistas. El abandono de los grandes teatros en beneficio de las Jam Sessions. La liberación de la melodía para potenciar la armonía. También, la conversión del Jazz en un arte elitista que nunca más volvería a vender discos, y la supervivencia del concepto esencial del Swing en los estándares populares; Charlie Parker sin poder pagar la operación de su hija (una escena memorable de “Bird”, de Clint Eastwood) y Frank Sinatra llenando estadios incluso en su senectud.

“New York, New York” es una película de una obvia estilización, fotografiada de la manera menos realista posible, a veces como un sueño, como corresponde a la obra de un director que admira hasta el extremo el cine del período clásico en el que se desarrolla la historia. Hay exteriores (un bosque nevado que sirve de escenario para la discusión entre los dos protagonistas, el horizonte crepuscular hacia el que se dirige un automóvil, un tren que se mueve mientras Jimmy habla en una cabina telefónica) en los que es difícil no darse cuenta del decorado pintado, como si el cine hubiese saltado directamente de Meliès a Fellini. Los interiores son el resultado de una saturación cromática que persigue el recuerdo de los musicales de Minnelli y Donen. Esto más o menos lo hizo después Coppola en “Corazonada”, pero creo que Scorsese sí es capaz de ofrecer aquí un producto homogéneo. En parte porque, después de todo, no extrema el formalismo y lo subordina al relato.

Y en parte porque la unidad real de la película se apoya en una idea de puesta en escena que Scorsese desarrolla con brillantez, basada en la improvisación continua de los actores. No exactamente al modo de John Cassavettes, que “atrapaba” con la cámara indiscreta lo que los actores a veces ni sabían que habían creado, sino al suyo propio, planificando a la manera clásica y concediendo una libertad absoluta para modificar el diálogo y el tiempo, pero sólo relativa en los movimientos.

De esta manera, un guión bien construido pero convencional sirve de base a una película con espíritu independiente. El ritmo lo marca Robert De Niro, mucho más acostumbrado a la forma de trabajar de Scorsese. Hoy en día esto adquiere un sentido metafórico inusual: De Niro es, desde el punto de vista interpretativo, el Bebop y Liza Minnelli el Swing. Y afecta a los personajes: Jimmy es un lunático sujeto a la más bohemia improvisación vital y Francine es la estandarización. Por ello, “New York New York”, el drama concebido como una historia de amor entre dos seres que se aman pero no pueden vivir juntos, acaba convirtiéndose en un vibrante documento sobre la imposibilidad de fusionar dos estilos (de comportamiento, de compromiso humano, dos formas de ver la vida) contrapuestos. Es una canción de amor escrita para un dúo de Swing que Martin Scorsese transforma en una Jam Session.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Talibán
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