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Mephisto

Drama Un ambicioso actor de teatro (Brandauer) no duda en concentrar todos sus esfuerzos en adular el nazismo con tal de lograr el éxito en su profesión. Llega incluso a casarse con la hija de un importante prohombre del régimen para poder medrar. (FILMAFFINITY)
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
24 de diciembre de 2006
42 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se hace larga, eso es evidente. Es reiterativa, eso es también perceptible y tiene bastantes defectos... y sin embargo "Mephisto" tiene la magia de ser una película que va a contrapelo. El problema es que al público le da igual, la ven y se quedan tan orondos. Porque si realmente la gente entendiese la película se tendrían que salir de la sala, porque esta película va para todos esos cientos de miles de Faustos que todos los días viven entre nosotros. En el trabajo, en la escuela, en la familia, en la política, en la vida...Y todos con una meta adorar al poder y subir lo más alto posible. Ese poder tiene muchas escalas y puede ser el local o el de su región, no hace falta ninguna Alemania nazi.

Y es que el mundo de los arribistas, pelotas y demás plantas enredaderas es así. Sus principios duran lo que se tarda en producirse una situación que Está hoy de moda decir que el arte está al margen de cualquier tipo de análisis político e ideológico y que si un señor insulta a su país y a sus ciudadanos desde una parte de España y luego va a Madrid a representar una función de teatro hay que permitirlo. No importa, es arte, y no hay que mezclar lo uno con lo otro. Y yo digo: Y una mierda.

Pero es que además la película nos cuenta otra cosa, casi igual de importante.
El arte, los artistas y demás grupos masónicos no tienen ningún derecho de pernada para decir y hacer lo que les venga en gana como no lo tiene un militar, un cura o un trapecista. La Ética sectorial de las profesiones que algunos manejan es un cuento que lo único que demuestran es que no tienen ninguna.

La película como ven, no tiene desperdicio.

De Klaus María Brandauer sólo decir que es tan buen actor que por eso mismo apenas se dedicó al cine.

István Szabó es el mejor director húngaro de todos los tiempos porque sabe tocar temas que otros compatriotas suyos más modernos no si se planteasen nunca, ya que están pensando muy sesudamente donde pongo la cámara y que significa el viento entrando por la ventana.

Cualquier otro director hubiese metido, más tiros, más sexo, más morbo pero Szábo, que es grande, se dedica a escribir diálogos (o monólogos), deja la cámara quieta y permite a Brandauer que haga el resto. ¿Para qué más?.

Nota: 7,4.
vircenguetorix
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23 de agosto de 2008
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director de "Conociendo a Júlia" se inspiró libremente en la figura del actor Gustaf Gründgens que triunfó en los escenarios de los años veinte y que vió su oportunidad para huir a América con la llegada de los nazis al poder. Pero él decidió quedarse. En el cine, Gründgens aparecía como uno de los mafiosos ansiosos por cazar al asesino Peter Lorre en "M el Vampiro de Dusseldord" de Fritz Lang.

Pero no como Lang, Dietrich o sus compañeros de escena teatral, Gründgens se quedó en Alemania confiado que su imparcialidad hacia el nuevo gobierno le daría más libertad creativa. Moriría en Manila en 1963.

István Szabó saca a su Gründgens (en el film es apodado Hendrik Höfgen) a la platea y vestido de Mefistófeles (personaje que le dió a conocer). Como en la obra de Goethe, el actor desde fuera se vende al Diablo por el bien de sus amistades cercanas. Solo que en la calle están los nazis y él ya no es Mefistófeles sinó un atemorizado hombre que va escalando posiciones en el mundo teatral.

Con esta película Szabó inauguraría una trilogía compuesta por otros dos films: "Coronel Redl" y "Hanussen, el adivino", interpretados también por Klaus Maria Brandauer (Nunca digas, nunca jamás) y con la caída del Imperio Austro-Húngaro como nexo en común.

Ganó el Oscar a la mejor película extranjera en 1982
Natxo Borràs
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1 de agosto de 2012
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La metáfora de vender el alma al diablo (llámese nazis) está muy bien conseguida, Szabó nos dice que ante la infamia no se puede ser neutral que un conflicto lo puede cambiar todo y que dejarse llevar puede tener consecuencias. Como mensaje vale, pero lo cierto es que la película es lenta y repetitiva, todo el mensaje te taladra una y otra vez y aún así estoy seguro que no cala en todo tipo de público, poca praxis. Pese a la profundidad moral que tiene a la película pasa casi desapercibida, sus abismos se esconden en la sencillez formal de cámaras fijas y una historia sin grandes sorpresas ni giros, es antiefectista y eso va en detrimento de lo que quiere explicar. Dos de los detalles que le hacen subir enteros, son, por un lado la iluminación (atención al juego de luces de la escena final), y la memorable actuación de Klaus María Bradauer (quizá una de las mejores actuaciones masculinas que recuerdo), maravillosamente histérico en su papel de amante del teatro. Buenos diálogos, aunque con excesiva verborrea, que también alargan el tempo de la película en un pasar de escenas muy fragmentado. Al fin y al cabo es una película desaprovechada que habla pero cuya voz apenas se escucha, buenas intenciones, pero fallida.

http://palomitasconchoco.wordpress.com
Palomitasconchoco
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23 de julio de 2005
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Szabó y Dobai escribieron su guión tomando como base una novela de Klaus Mann (inspirada a su vez en un caso real) que retrata el ascenso de un actor y director teatral absolutamente arribista en los años en que los nazis se hicieron con el poder en Alemania.

El filme, que parte con buenas intenciones, se ve lastrado a medida que se vuelve más y más pretencioso. Se hace demasiado evidente las intenciones de hacer un producto de qualité, abundan los subrayados, hay diálogos que parecen intercambios de monólogos acatonados y quizá los temas planteados llegan a resultar excesivos (la responsabilidad social de los artistas, la esencia del arte, el manejo de la cultura durante el nazismo...).

La actuación de Brandauer polarizó a la crítica. Para algunos estuvo genial. Para otros estuvo muy desacertada. llegando a calificar su composición de "histérica".

De todas maneras, no resulta extraño que en 1981 "Mephisto" se haya hecho con el Oscar a la mejor película extranjera. Tiene todos esos ingredientes que muchas veces los académicos de Hollywood perciben como un producto europeo de calidad (personaje intelectual, fotografía, transfondo histórico, ambientación, crítica al nazismo, etc.).

Se deja ver.
Seru_Giran
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22 de marzo de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminando de ver “Mephisto” (1981) de István Szabó con Klaus Maria Brandauer, Ildikó Bánsági, Rolf Hoppe, Krystyna Janda, György Cserhalmi, Péter Andorai, entre otros.

Drama húngaro, basado en la novela “Mephisto: einer romano Karriere” (1936) de Klaus Mann, una de las primeras novelas que abordó en toda su crudeza la realidad del Tercer Reich, por lo que fue prohibido en Alemania hasta el año 2000; y basado en el ex cuñado de Mann, Gustaf Gründgens, uno de los más famosos directores de teatro y actores de Alemania, cuya carrera continuó sin obstáculos durante los años del Régimen Nazi; de ahí que se discute acaloradamente hasta qué punto esto puede considerarse una colaboración deliberada con los nazis, destacándose como el más famoso Mephistopheles del “Faust” de Johann Wolfgang von Goethe.

La película fue la primera producción húngara en ganar el Oscar como Película Extranjera, y la única hasta que ganó “Son of Saul” (2016) por lo que adapta el tema de Mefistófeles/Dr. Fausto, al hacer que el personaje principal abandone su conciencia, y continúe actuando y congraciarse con El Partido Nazi para mantener y mejorar su trabajo y posición social.

Ambientada en la Alemania nazi de los años 30, Hendrik Höfgen es un típico oportunista, sin valores, arrogante y ansioso de poder, adaptable, inescrupuloso aunque no sin conciencia, ambicioso y vanidoso; al que la situación política no le interesa, hasta que los nazis empiezan a crecer en su poder y en su influencia, entonces su influencia dentro de la política, le permite sobrevivir para que los nazis logren tener una percepción favorable de él al Partido Nacional Socialista.

De ahí que el papel de Höfgen es ambivalente, porque en varias ocasiones intenta ayudar a sus amigos; sin embargo, también teme perder su buen trabajo de manos de su adinerado mecenas.

Por esta razón, se llama a sí mismo “un actor totalmente normal” y no puede entender por qué sus amigos se han distanciado de él... pero los negocios fáusticos nunca terminan bien.

¿Cuál es el precio del éxito?

La amarga ironía es que el mayor sueño del protagonista es convertirse en el mejor actor de Alemania, pero para lograr este sueño, vende su alma; y en el proceso se da cuenta demasiado tarde de que no está interpretando el papel de Mephisto, sino el de Fausto; es el líder nazi con un papel principal en la película, inspirado en Hermann Göring, quien es el verdadero Mephisto.

En el filme se desarrollan temas como la desesperación y la ambición en un ambiente frío, dentro del conflicto político y psicológico; tanto que el propio Szabó se ha referido con frecuencia a este tema, como “la búsqueda de seguridad”; y un tema relacionado es el compromiso moral que se hace para triunfar en sistemas políticos inmorales.

También Szabó ha dicho:

“No creo que la vida sea posible sin hacer concesiones; la cuestión es sólo una de los límites... hasta dónde llegar.

Cuando uno cruza la línea, entonces el compromiso comienza a ser malo, incluso mortal.

Otro tema estrechamente relacionado está el de las artes, el teatro, pero también la música y el cine.

La actuación, enorme Klaus Maria Brandauer, es clave porque se valora la complejidad psicológica; y de acuerdo con este enfoque, se emplea tomas de primeros planos largos para enfatizar el juego de emociones, que ocasionalmente conducen alrededor de la gente, también hace transparente el cambio del juego psicológico de cámara, y la observación impotente de los procesos de poder en los que el arte está literalmente involucrado.

Así, la imponente actuación de Brandauer como Hendrik Höfgen es absolutamente impresionante:

Su rostro, estatura, apariencia, ojos, todo encaja perfectamente en la imagen de la personalidad dividida del personaje principal, indicativo de esta personalidad es la pregunta del general nazi por qué Höfgen tiene un apretón de manos tan suave; y en cuanto a las imágenes, apenas hay espectador que pueda olvidar el rostro pálido de Mephisto en Brandauer, y las tomas de los momentos de locura, estimación, megalomanía, rabia de Höfgen y crea un estudio de un personaje obsesionado por el éxito, casi maníaco, que se instaló en contradicciones extremas para poder vivir en y para su arte, dejando claro que la seguridad de una existencia separada de la vida en una torre de marfil, es sólo una ilusión.

La profesión de actor es una “metáfora ingeniosa” de “una adaptación al extremo, hasta la pérdida de uno mismo; quien hizo un pacto con el diablo, que en la figura del Primer Ministro de ninguna manera lo parece:

No necesita violencia, tiene otros medios a su disposición; de ahí que Höfgen logra el ascenso traicionando a otras personas y se entrega al poder devorado por el miedo, la ambición y el genio.

SIGO EN LA ZONA DE SPOILERS POR FALTA DE ESPACIO
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alvaro Zamora Cubillo
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