La alta sociedad

Tal y como había comenzado la película, una expresiva espectadora (y también maleducada) se reía, vociferando: “¿Pero por qué se cae todo el mundo?” y, al poco tiempo, “¿Pero por qué andan así?”. El jolgorio fue decreciendo, no hizo falta hacerla callar, y la señora en cuestión acabó en silencio, se perdió. Y creo que eso es lo que le puede pasar a la mayoría de los espectadores si la aguantan al completo. En mi caso no fue así, fue peor, ya que “La alta sociedad” me ha supuesto una decepción desde su inicio, porque me veía venir lo que pretendía. Y no es porque tuviera altas expectativas, nunca tengo una idea preconcebida de ninguna película, la verdad, pero en resumidas, desde el principio me resultó una propuesta fallida, considerándola una lujosa “boutade”, nada inteligente, pretenciosa y cargante.

“La alta sociedad” tiene sus defensores entre público y crítica, consiguió llevarse premios en el Festival de cine de Sevilla tras pasar por Cannes, e incluso obtuvo nueve nominaciones en los Césars del cine galo. El planteamiento era muy arriesgado: comedia negra surrealista, con personajes excéntricos y casi caricaturescos, contando con un guión ambicioso al intentar imprimir también cierta crítica político/ social, y, sobre todo una dirección en la que recaía toda la responsabilidad por parte de Bruno Dumont. Y eso es lo que ha ocurrido, que le ha venido muy grande.

En estos casos, cuando llueven palos, como siempre, le caen a los que dan la cara, es decir, a los actores. Y aunque estén todos olvidables no sería justo que ellos paguen los platos rotos. No voy a poner en tela de juicio la profesionalidad de su reparto, es más, han acatado su cometido defendiéndolo a capa y espada, pero repito, su labor acaba resultando grotesca y vomitiva, convirtiéndose más que en unos tocapelotas en unos rompepelotas. A pesar de su envoltorio, como por ejemplo buena banda sonora, precioso vestuario, conseguidos efectos visuales o cuidada fotografía en parajes bonitos hay otros factores, como sus efectos de sonido, que ayudan a la irritación, usurpando efectos creados por el legendario Jacques Tati, pero a mucha distancia de él, mire como se mire.

“La alta sociedad” posee un estúpido sentido del humor, bastante naif y reiterativo, simbolizando el mejor ejemplo de que un film lo levanta o lo hunde su director, y para mí, Dumont la ha cagado a más no poder. Para los que no conozcan demasiado las obras teatrales puede que le encuentren cierto atractivo, lo digo por los comentarios positivos que he encontrado, pero para mí, que me chupado vodevil, comedia surrealista y sobre todo Commedia dell´Arte por un tubo, veo la simiente de donde parte, y todo en el film es un error. Para colmo, Dumont no ha sido capaz de crear el universo necesario para que desenvolviera la acción. Y es que Dumont no es, por ejemplo, un Fellini. Sus personajes oscilan en un espacio vacío, sin identidad, entre chistecito o gracietas de cuarta y no se termina por contar nada, dando vueltas sobre lo mismo durante dos horas. Se podría haber valorado que no es la típica comedia comercial chiclosa, de gusto o de moral dudosa, pero da igual, porque estamos ante una mala película, sin nada de inteligencia e irritante como ella sola.

Nada que ver con las comedias francesas del estilo "Bienvenidos al Norte". Lástima de inversión y de argumento, el resultado es un film sin sustancia, con unos personajes totalmente forzados que se supone reflejan el humor un tanto "particular" del director, al cual no auguro demasiado futuro. Los actores tienen que sobreactuar constantemente para dibujar los personajes, lo que hace que haya momentos en los que las "deficiencias intelectuales" de los mismos varían de intensidad. La acción continúa con una cierta lógica hasta llegar un momento en el que la falta de visión para la continuidad de la trama hace que el director lo supla mediante el absurdo. A partir de ese momento la película navega por el sinsentido total y absoluto (ya no sólo son los personajes), y el director se pierde en un proyecto mal planteado desde un principio. Dado lo cual, el final es un "hasta aquí he llegado, y ya no sigo, aunque podría seguir desvariando en el vacío..." Falta comentar que hay una escena totalmente desagradable que supera cualquiera de los planteamientos más febriles de Tarantino, con la diferencia que Tarantino es un gran director que sabe hacer cine de primera, y en esta película demuestra el director todo lo contrario. Lástima de dinero que he gastado yo y también el productor.

Muy interesante, muy mala y bastante sobresaliente. Toda la gama. Nada le falta. Y se pasa.
Libertad, transgresión, humor, sátira, crítica, lirismo, pintura, belleza, música.
Toda apuesta estética, hasta la más desaforada y extrema, hasta la más juguetona e imaginativa, necesita un suelo firme, una o varias referencias ineludibles y concretas, una cierta coherencia aunque sea caótica, por lo menos interna, o solidez por muy absurda y extravagante que sea tu propuesta, algún trabajo o esfuerzo mínimo de artesanía, unas gotas de humildad, labor callada y pequeñez, de lo contrario todo salta por los aires y nos quedamos solamente con las mejores intenciones, con una suma de gestos inconexos, trozos hermosos y poses inútiles, en el esbozo, en el tanteo, en la aproximación, en el pueril manoteo de un dibujante inexperto.
Principios del siglo veinte (un homenaje cruel a la vez que nostálgico de unos colores y aposturas, de unos tiempos, modos y maneras, de un aire de época). De veraneo. En la costa francesa. Los ricos son muy lerdos y muy tarados, que aplauda la platea. Los pobres, muy salvajes y primitivos, eso. Los de arriba abusan y desprecian, los de abajo exterminan y aborrecen. El amor surge donde/cuando menos te lo esperas. Entre los matorrales o los cenagales, en las marismas y las brisas, entre las clases más desiguales. Ella es un niño, él es un bruto. Se quieren. Eso parece. Mientras tanto, la gente muere. Por pura inercia. A garrotazo y tentetieso. Por demasiada estupidez e inconsciencia.
El atroz escarnio no deja títere con cabeza, es feroz, contrasta con el tono contemplativo y paisajístico, con la deslumbrante fotografía y el aire impresionista de la obra. Es una mirada sobre lo humano en la que confluyen el horror y la risa, la bilis de la amargura más lúcida aviesamente se cruza con la travesura del niño más inocente. Es brutal e ingenua. Sardónica y candorosa. Como si se dijera que detrás de la farsa simpática que nos rodea diariamente, laten la idiotez más mostrenca, el disparate más radical y la barbarie más rutinaria en inefable y acostumbrada comunidad, en gélida e impávida promiscuidad.
Sorprende, aburre, desespera, pasma, fascina, admira, cansa, molesta, carga, repele, asombra.
Es atorrante, irritante, inteligente, insoportablemente caprichosa e idiota, muy botarate, sutil, burra e irreverente.
Falta peso y poso. El suficiente anclaje para que el gordo esta vez no se nos escape.
Diría que no, a pesar de tanto así. ¿O era al revés, tal vez?

Irreverente, trasgresora, descarada, irrespetuosa. Cuan funambulista inspiradora, rompemos las barreras estéticas, el corsé idealista de las interpretaciones, un vodevil impactante de despropósitos, marcando el cliché de lo estrambótico. Vemos cómo mezclar amor, sucesos e ironía, tan fina que amplía el significado de 'kitsch' hasta cuotas inspiradoras. No vamos a ver una profundidad exacerbada, pero si una trama intensamente cruel por su rupturismo y su descomposición. Un alto grado de exageración temática, interpretativa y visual para abrir mentes que puedan infligir una apertura a lo no establecido siempre teniendo de base una intensidad gramatical del conocimiento de los otros.

Y de repente te encuentras sentado en el cine TRUEBA ante una película que traspasa todos los límites de realidad y ficción en una excéntrica combinación de surrealismo, abducciones marianas, personajes salidos de un cómic de TINTÍN y asesinatos seriales con canibalismo incluido.
La ALTA SOCIEDAD es una película que se salta todos los protocolos actuales a la hora de hacer cine y se marca una especie de sainete en el que subyace una despiadada crítica a la lucha de clases, la burguesía y sus personajes grotescos, físicamente mermados por la endogamia al casarse entre los de su misma sangre. Una pareja de detectives descacharrante a lo STAN LAUREL y OLVER HARDY o los hermanos HERNANDEZ y HERNANDEZ de HERGÉ, levitaciones marianas, personajes transgénero y muchas caídas, la gente se cae muchísimo y no es de extrañar , la marisma magnífica de la costa de CALAIS , tan divina, parece ser la causante de todas esas caídas.
Es una película que parece salida de algún mal sueño compartido entre TATI, PASSOLINI, VISCONTI y BUÑUEL pero a la francaise, o sea con una elección de actores no profesionales que representan las clases más bajas con dureza y un glamuroso casting para la alta burguesía comandados por una enloquecida JULIETTE BINOCH y un exasperante FABRICI LUCHINI
¿Que si me ha gustado? Sí, me ha encantado. Todo un mundo coral pútrido envuelto en un papel de celofán precioso, es algo que a mí personalmente me ha cautivado, aunque advierto que si no vas predispuesto a ver LA ALTA SOCIEDAD en modo cómic, es muy probable que no puedas soportarlo y llegues a abandonar el cine diciendo; ¿Pero qué invento es esto?
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