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El tambor de hojalata

Drama El día de su tercer cumpleaños es una fecha determinante en la vida de Oskar. No sólo es el día en que toma la decisión de dejar de crecer, sino que recibe su primer tambor de hojalata, objeto que le acompañará el resto de su vida. Basada en la famosa novela homónima del escritor y premio Nobel de literatura Günter Grass. (FILMAFFINITY)
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Críticas 45
Críticas ordenadas por utilidad
21 de agosto de 2006
57 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
El pequeño Oskar Matzerath es la caricatura del outsider vocacional: se cree muy especial, se cree poderoso, se enorgullece de no pasar por el tubo... pero su máxima gesta consiste todo lo posible para tener una apariencia física que lo distinga del resto de la Humanidad.
Y si, tras las travesuras de rigor, lo que toca es servir al poder y hacer de mono de feria del ejército nazi, pues venga, así es la vida.

Y mira qué puñetero Günter Grass, que ahora, dentro de los actos de promoción de su último libro, va y reconoce públicamente que en sus años mozos no es que hiciera de mono de feria como Oskar sino que incluso formó parte del brazo de combate de las Schutzstaffel, la temible unidad paramilitar a las órdenes de Himmler.
Y dice que es que era jóven y crédulo... y la cosa funciona y las ventas de su autobiografía se disparan como la factura del gas de Birkenau a partir de 1940.

Pero no seré yo quién tenga los cojones de juzgar al bueno de Günter.
Por muy ex-SS que sea, también es uno de los escritores más cracks de todos los que corretean por el mundo. Vale la pena leerlo, empezando por El tambor de hojalata y terminando quizá por esta autobiografía que promociona de forma tan rastrera.

Y la peli, bueno, ya se sabe, resume un poco el asunto y da una visión más superficial de la historia del Peter Pan tamborilero, pero tiene escenas inolvidables y no deja de ser una maravilla.
Hay quién la califica de realismo mágico, pero también podríamos decir que resucita el expresionismo alemán y quedarnos tan anchos.

Nota: excelente.
Listocomics Puntocom
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21 de enero de 2009
71 de 103 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni he leído el libro ni tengo intención de hacerlo. Siendo como soy un lector en pañales me imagino que no me pierdo nada si paso un huevo del tamborilero de Grass y dedico el resto de mi insignificante vida literaria a leer otras cosas ¿no?. Existen cientos, qué digo cientos, MILES de obras de otros autores que fueron algo más consecuentes consigo mismos y no se presentaron como adalides intelectuales de los derechos humanos después de haber pertenecido a una cofradía tan filantrópica y caritativa como la Schutzstaffel. O sea que dejemos a Grass pelando cebollas y centrémonos en ese tal Schlöndorff y su adaptación cinematográfica.

La peli arranca bien. De hecho, por momentos, tuve la quimérica sensación de volver a experimentar ese estado de shock metafísico y sensorial que me dispensó “Léolo”. Pero no. A medida que va avanzando el metraje la peli se va tornando cada vez más y más aburrida y, pese a que en todo momento exhibe buenas hechuras, no hay manera de dejarse subyugar por su contenido dramático ni de empatizar con Oskarcito. Un mequetrefe que no deja de dar la lata... con su tambor de hojalata. Al final todo queda reducido a una fábula bastante desangelada, con tintes fellinianos, que adolece de lo que a “Léolo” le sobra: fascinación a borbotones.

Respecto a la palma de oro de Cannes tan sólo diré que otorgársela ex-aequo con “Apocalypse now” me parece tan esperpéntico como pedir ostras de primero y mollejas de segundo.
Taylor
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6 de diciembre de 2006
93 de 149 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mí me importa un huevo que el amigo Günter fuera un ninfo ario o un polaco forjador de titanio. Al visionar este gran pupurrí de imágenes (algunas tremendamente bellas) sentí una desazón que no conseguí quitarme hasta horas después. Veamos... ese niño... es un niño? es un enano? es una pulga antropomórfica adoradora de Satán? Lo cierto es que da el pego amigos. Pocas veces han conseguido revolverme las tripas con un ser tan atroz. ¿Crítica? ¿Parodia? Quien sabe amigos. A mi El tambor de hojalata me dejo tan indiferente como un estofado de lentejas con anchoas.

Su visión particular aunque original de la gestación del Uwe Boll de bigote sobre las masas pensantes alemanas está bien tratado aunque falto de fuerza. Destaco a la madre del diablillo entre el elenco que por allí pulula y también cada una de las reuniones familiares que de cuando en cuando aparecían en pantalla. A pesar de sus virtudes escénicas es un film bastante plano que sólo pueden seguir con interés los adeptos a la novela u otras personas con mucho tiempo libre y amplia capacidad de análisis. A mí me pareció un cuadro que se movía o alguna otra gilipollez similar. Un abrazo.
Txarly
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26 de diciembre de 2008
35 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los títulos más célebres del "nuevo cine alemán", ganador en Cannes y del Oscar a la mejor película extranjera, quizás demasiado premio para una película simplemente notable, pero del todo explicables tal es la naturaleza y el poder simbólico que tiene el film, fruto de la inolvidable novela del Nobel Günter Grass.
Es la historia de Oskar (inmejorable elección física del protagonista), un niño que al cumplir tres años y ver el absurdo mundo adulto que lo rodea, se tira por las escaleras del sótano y decide no crecer más, acompañándose inseparablemente desde aquel instante de un tambor de hojalata que le han regalado.... Son los albores del nazismo. Película por encima de todo de caracter tenazmente hipersimbólico, dónde metáforas y alegorías se cruzan y entrecruzan constantemente. Así, el hecho de no crecer (una metáfora del estancamiento de Alemania con el advenimiento nazi y símbolo de que se es mejor un niño eternamente que un adulto si hay que habitar en el horror), los chillidos con que el niño rompe los cristales cuando algo lo perturba (referencia directa a la triste noche de los cristales rotos), el propio rostro del niño/adulto, una idónea mixtura de tenebrismo y ensimismamiento (Alemania quizás también...), la parte diríamos de sátira dramática en la que un grupo de enanos al que se ha unido Oskar devierte circensemente a las tropas nazis, que a cambio les ayudarán cuando se produce un ataque (una alegoría antinazi obvia: aquellos que creían gigantes y no eran sino espectadores engrandecidos, en verdad enanos, de un espectáculo bufonesco, simplón y nada alegre en el que el amor del mundo y ejemplar caracter de raza cedieron a ser peleles arrinconados y diminutos, aunque el tardofascismo se empeñe en lo contrario...) Y así toda la película, que ya en una lectura final de las múltiples que tiene se ve cómo Oskar, tras ser derrocado el nazismo quiere (porque puede) crecer, para lo cual arroja su tambor de hojalata sobre el ataúd de su fascista padre (spoiler), pero es demasiado tarde pues su crecimiento se liquida por el atontonamiento que le produce un involuntario morrillazo en la cabeza. Todo eso, aplicable a la más tétrica y reciente historia de Alemania y acabando el film dónde comienza, o sea, con el personaje de la abuela de Oskar, el más puro e incontaminado de vicios de poder y gloria, personaje que al final recorre todo el film.
Así pues, una obra de gran calado político y social, de sólido guión, y que es tan interesante y necesaria como quizás sobrecargada de lecturas. No obstante, de una novela así partía, y demasiado meritoria es su adaptación, bastante lógica además pues está cargada de figuras literarias: metáforas, alegorías, antitesis... Es necesario ver la película una docena de veces para desentrañar todos sus significados, muchos de ellos de las formas más curiosas para reflexionar sobre el siniestro y vomitivo poder fascista.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
kafka
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26 de mayo de 2006
35 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El realismo mágico existe mucho antes que el término en sí (...) Me encantó García Márquez en cuanto lo descubrí, pero leí a Günter Grass antes; 'El tambor de hojalata' está escrito mucho antes que 'Cien años de soledad'”. John Irving.
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Como adaptación que es, la película tiene un buen punto de partida que luego se desinfla. Tengo muchas ganas de leer la novela y creo que me pondré con ella (y con 'El rodaballo', ya que estamos) este verano. Entonces podré tener una perspectiva de la peli desde la lectura de la obra de Grass. Pero prefiero opinar así, virgen, blanca y pura, valorando la cinta sin influencias de la novela.

Como digo, la idea de esta alegoría es fantástica, ese niño que se niega a crecer y va denunciando lo que tiene alrededor “a grito pelao” con su tambor; una suerte de conciencia del salvajismo de la época.

Pero la atmósfera del film es bastante seca y creo que esa aspereza acaba contagiando al espectador, que no es capaz de sentirse identificado con ningún personaje ni de implicarse realmente con lo que le están contando ni con el contexto histórico (y mira que esto último es difícil).

El equilibrio le resta encanto y la alegoría deja de ser mágica para convertirse en excesivamente reflexiva, fría y desapasionada. Por tanto ese supuesto “realismo mágico” es curioso y poco más, sirve apenas como apéndice. Supongo que esto importunará a muchos, pero a mí, concretamente, me ha molestado más que la descripción realista tampoco esté a la altura. No puedo exigirle a Schlöndorff objetivos que no encajan con su perfil artístico, pero sí puedo exigirle una película artesanal, dramáticamente interesante. Tampoco. Me quedo a medias en ambos campos.

Entiendo que ese niño (casi un símbolo), los toques de realismo mágico, la cuidada realización de Schlöndorff, la probablemente (no lo sé) certera adaptación de esta novela, las amargas contradicciones que denuncia, así como la recreación del apasionante momento histórico son elementos que pueden atraer a un buen número de cinéfilos... Pero a mí, pese a momentos de fenomenal crudeza y momentos de (menos fenomenal) humor negro, me deja indiferente y con la sensación de que había para mucho más (el sexo, por ejemplo, parece un trámite que el director no podía eludir pero que trata de soslayo).

Y sí, además se hace larga. Pero no es la cuestión principal. Que una película sea larga o aburrida en algunos tramos no debería suponer un problema para según qué films.

En conclusión y a modo resumen, que lo de Cannes y el Oscar me parecen premios excesivos.

Curiosidad: se pensó en Dustin Hoffman para el papel de Oskar. Desde luego, hubiese sido pa verlo...
Bloomsday
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