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Argentina Argentina · Buenos Aires
Críticas de Ratofante
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
10
26 de mayo de 2021
86 de 122 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anders Thomas Jensen es ante todo un guionista. A pesar de algunos logros bajo su dirección, hay títulos impresionantes de los que solo es autor del guion original, como Efter brylluppet (Después de la boda), Brødre (Hermanos), Elsker dig for evigt (Te quiero para siempre), y la multipremiada Hævnen (En un mundo mejor), solo por nombrar unas pocas obras maestras en una carrera de casi 25 años y 50 filmes escritos.

Su modo singular de escritura desprecia los géneros, lo que siempre es bienvenido, aunque constituye un primer escollo para el espectador que busca completar el crucigrama. Puede uno preguntarse, por ejemplo, ante I Kina spiser de hunde (En China comen perros), si uno se encuentra ante una monumental pavada o ante una obra completamente genial.

Pero si se logra dejar que vengan los estímulos que propone la obra, detrás de la máscara del absurdo se esconde un cedazo que filtra cada conducta humana, sus brillos y sus llagas, sus gracias y sus desdichas.

Es lo que sucede con el film que nos toca. Retfærdighedens ryttere (The raiders of Justice), es una pintura humana despojada de todo prejuicio, construida con ingenio y con detalles abrumadoramente precisos en cada personaje. Habla del tiempo, del duelo, de la imposibilidad de la entropía, de la triste ilusión de que un algoritmo todo lo resuelve. Habla de la inutilidad de la venganza, de que el humor puede ser el camino más directo al dolor, y a la vez su bálsamo y su vía de elaboración.

Sospecho aquí el encuentro de dos obsesiones. La de un militar parco, tosco e implacable, con la de un matemático delirante, torpe y buenazo. La luz que provoca el choque de esos mundos estalla en dados de posibilidades. El desasosiego se les viene encima como un torbellino y acapara sus acciones y las nubla. Todo ello, sin perder jamás el tono socarrón con todas sus complejidades y paradojas.

En mi opinión es un film imperdible, y tal vez el primero donde Jensen, además de su guion memorable, asume la dirección con la maestría con que otros, como Susanne Bier, han tratado sus obras en el pasado.

Y si algo de lo que aquí expreso les sucede, busquen la filmografía de Jensen como guionista, y empiecen a pasear. Encontrarán un mundo sorprendente, a veces sórdido, otras hermoso, con un ajustado sentido del humor, y con el aprovechamiento del absurdo para entonar el drama, explotar el gozo, sublimar la tragedia, y acaso favorecer su catarsis.
Ratofante
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9
8 de diciembre de 2020
31 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
La belleza acecha en todas partes, incluso en la fatalidad. Es la única explicación de que esta serie sea tan conmovedora. SI existen compañeros del foro que desconozcan qué se trata aquí, les recomiendo que se sumerjan en estos seis episodios antes de cualquier indagación previa. Ello les deparará inquietud primero, y enorme emoción después.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ratofante
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7
27 de abril de 2021
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ólafur Darri Ólafsson es un actor particularmente angelado. Transmite desde muy dentro de sus medios expresivos. Engalana todo aquello que toca desde aquel magnífico primer ciclo de “Trapped” hace ya algunos años. En esta serie la complejidad de su personaje se presenta con un verosímil apabullante. Paladeamos su euforia y lamentamos su depresión. Es, de entrada, un político tranquilo, novedoso y particularmente honesto. Es la cordura personificada, humanizada. Leves indicios, y pequeñas salvas de extraño fuego en su conducta lo llevarán a unas excentricidades que terminarán por devolver un ministro irracionalmente entusiasta hasta tocar de cerca la locura. Ólafsson cubre cada detalle de estas experiencias con una profundidad insólita.

El desarrollo del conflicto no es impecable. A menudo cae en ripios con peligro de aburrimiento. Pero la evolución de los personajes y la entrega del elenco entero nos meten profundamente en la trama. Será además ocioso hablar del paisaje islandés. Solo hay que verlo un rato para saber lo que es tomar contacto con los dioses.

Párrafo aparte, Islandia tiene sólo 350.000 habitantes y, sin embargo, se las ingenia para producir con regularidad series de alta calidad. Y no los detiene que su idioma sea exclusivo de la isla, y que toda su producción deba por fuerza ser subtitulada para el mercado secundario.

Bravo Islandia. Ojalá continúe este camino y nos entregue año a año más trabajos notables.
Ratofante
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8
28 de julio de 2021
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hemos pasado de los libros a Wikipedia, de los discos a YouTube, y de las conversaciones a los chats. Nuestro tiempo corre con más velocidad cada vez. Las pautas nos duran poco tiempo, como a los niños, pero sin su capacidad de juego. Es necesario que estemos entretenidos, que se nos ofrezca un pandemónium de ofertas para que podamos desechar casi todo y terminar por aburrirnos más que antes. Miramos en la vida del otro. Necesitamos comentar todo el tiempo sobre lo que no sabemos. Casi siempre nos equivocamos sin pedir perdón. Y cada día somos más omnipotentes.

‘Tunna blå linjen’ explora la relación de la policía con La sociedad, con el segmento que delinque, pero sobre todo con el segmento pasivo hablador. Es decir, con la gran maraña que hace que las redes sociales sean parte del problema y nunca de la solución.

El efecto es contundente y atronador. Aquí los policías no tienen la sagacidad del clásico investigador (también el de las ficciones escandinavas) que tarde o temprano todo lo resuelve. No. Aquí son seres generalmente bienintencionados y falibles, valientes y erráticos, con la ira y la compasión a flor de piel. Humanos, en suma.

La serie nos permite llegar a profundidades insólitas para un policial, tanto en la resolución de los casos, como el tratamiento de los problemas sociales de los barrios periféricos, o las historias individuales de seis policías, cuyas decisiones son siempre difíciles de tomar, tanto en su trabajo como en su privacidad.

Pero un pequeño demonio sobrevuela todos los niveles. Y es la permanencia de las voces anónimas que prejuzgan en las redes. Es el momento donde todo puede valer, porque de todos modos será criticado.

Se trata de un trabajo agudo, muy inteligente, y por lo tanto doloroso. Las esquirlas de la conducta social se nos clavan hondo, y ni siquiera nos las podemos quitar con la posibilidad de un devenir feliz para algunas historias.

Como señala el guion de un filme argentino, se trata de soportar el dolor de la lucidez.
Ratofante
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8
26 de diciembre de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ese verde terreno desigual, las carreteras angostas, los modestos autos de doble capot, el bar, los campesinos, un paisaje tan hermoso que duele, y un entorno que aún no trae la fatalidad de la Gran Guerra.

Tanta amabilidad puede parecer edulcorada, pero no es así. El clásico acento fílmico británico ofrece un pulso siempre inquieto en medio de la paz, rompe el clásico costumbrismo y tiñe su universo de las pequeñas grandes cosas que suceden en el mundo rural.

Su antecesora de 1978, que se rodó durante 7 temporadas fue un clásico para los hogares británicos, pero no tiene el esmalte de esta nueva versión, cuyo protagonista, el debutante Nicholas Ralph, tiene un carisma y un sentido de la verdad de los que carece el estilo de su antecesor, el prepotente y antipático veterinario encarnado por Christopher Timothy.

Más ardua y desventajosa es la comparación del veterinario jefe Sigfried Farnon, a cargo Samuel West. Sucede que en aquella versión de los 70, el personaje estaba a cargo de uno de los mayores actores de habla inglesa, el formidable Robert Hardy. Con todo, West se las arregla para componer un jefe igual de arrogante, cambiante, evasivo y simpático en la misma medida.

Las novelas autobiográficas de James Herriot son una serie de crónicas escritas con habilidad y buena prosa inglesa. Narran la vida de un veterinario recién diplomado que viaja a los valles de Yorkshire para hacer su residencia. Pero no deja de ser un prolijo y gracioso diario de trabajo. Esta adaptación, sabiamente, se sirve sólo de lo esencial, y se toma libertades a veces importantes, como la recreación del la adorable Mrs. Hall, a cargo de la espléndida Anna Medeley.

A los efectos de construir historias de una tensión dramática que supere la simple y complaciente autobiografía, el guión establece otras prioridades, va más allá de los personajes y entreteje las situaciones tomadas del libro con nueva y severa conciencia de trama serial.

Con todo, la serie nunca se arrebata, es siempre paciente, y apela a la percepción del espectador para colocarlo en la paciente vida diaria del campo, donde si llueve sólo se puede esperar. Y para pedir esa paciencia, brinda muchas herramientas, como un finísimo sentido del humor, y una veraz empatía entre los personajes.
Ratofante
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