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España España · BARCELONA
Críticas de MiquelC
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
7
8 de octubre de 2018
22 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al fin. Un thriller/drama de producción nacional que recrea con acierto y a buen ritmo la génesis y entresijos del panorama criminal en España, de nuestros días, a través de la historia de la familia Guerrero, sin caer en la tentación de copias anglosajonas importadas, e impostadas, que nos son ajenas. Aquí todo tiene aroma propio: el de la realidad de nuestro lumpen, nuestra marginalidad y nuestro crimen, que hunde sus raíces en el cercano mundo del barrio y de la familia, partiendo de los tan reconocibles mercados de rastrillo nacionales, como base de operaciones; extendiéndose, con el tiempo y la globalización, a ramificaciones nacionales e internacionales, con profundas implicaciones de la corrupción política y de las administraciones, que constituyen nuestro día a día.

Nadie pretende que esta serie sea brillante y elegante, pero la serie de televisión ofrece un juego trepidante y entretenido, y no menos inteligente, a través de un mundo de violencia, robos, tráfico de drogas y estafas, lealtades y deslealtades familiares, y crímenes; un juego con muchas ambivalencias, de trampas a largo plazo y con muchas aristas de drama famíliar, como la vida misma. Un producto ágil, fresco y original, no tanto por lo que cuenta sino por como lo logra.

El realizador Enrique Urbizu, en la línea de la producción de sus últimos años, nos brinda un espectáculo ambicioso, cercano y reconocible; una visión del crimen autóctono, ambicioso, con ecos de bodas de sangre y perros callejeros, con un ángulo noir, original “made in Spain” que no se anda con chiquitas a la hora de mostrarnos la violencia, árida, seca y devastadora; tanto como puedan serlo los sentimientos encontrados de los hermanos Guerrero y la rémora traumática de su herencia familiar. Se percibe aquí, ya asimilado y madurado, la aplicación de lo aprendido, de todo el currículum previo del director: “La caja 507”, “No habrá paz para los malvados”, etc. Y ahí va, lanzándose a la piscina de las series de TV, y guardando la ropa con dignidad; otra vez.

Ahí va un José Coronado que se sale, con otro personaje “malvado”, del lado oscuro, al que debería volver con más regularidad; le va como anillo al dedo. Los hermanos Guerrero, sus hijos, interpretados por Daniel Grao, Isak Férriz y Carlos Librado, magníficos en sus respectivos roles, caracteres y temperamentos. Y unos secundarios que brillan, en sus respectivas réplicas y matices, dentro y fuera de familia.

El ritmo impresionante, que si bien esto lleva en ocasiones a una exposición torpe, las poderosas interpretaciones lo excusan con creces. Una serie de televisión que a pesar de una promesa de objetividad, se atribuye calidez, aún en la frialdad de las escenas más ásperas y dolorosas. Aquí somos así.

Un “Hecho en España” con visos de calidad poco vistos en formato serie para este género, y con la sobriedad del formato británico más inteligente: temporada de seis episodios, ciñéndose al asunto y evitando circunloquios y prolongaciones postizas ¿Se puede pedir más?
MiquelC
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9
17 de octubre de 2020
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si alguien me preguntara, a fecha de hoy por la mejor serie de TV que he visto durante este aciago año 2020, fuera del género que fuera, no lo dudaría ni un instante: ENDEAVOUR. Todo un descubrimiento.

Si algún otro me preguntara si me replantearía de nuevo mi Top Ten de series, de nuevo a fecha de hoy, de la última década (2010-2020), tampoco tendría la menor duda -soy frágil y fácil de tentar, con ese recuerdo fresco a la vuelta de la esquina-. De nuevo: ENDEAVOUR, entre las diez mejores series de televisión de mi top, en esta década.

Sin embargo, la serie no es tan nueva, ya que se estrenó en 2013, con, a día de hoy, siete temporadas en el candelero; y ¡espera!, que para el 2021, se anuncia la octava temporada -producción, en curso-.

Una serie británica que se sirve bien y se digiere aún mejor: a razón de 4, máximo 5 episodios por temporada (con cada episodio de 98 minutos, como una película cinematográfica vestida de largo); con mucho poso y posgusto

Me encanta verme arrastrado por su intensidad melancólica, por la narración nítida y rica en capas que respeta y desafía a la audiencia. Aplaudo sus valores destacados que a menudo son denigrados en una guerra ideológica que los malvados parecen estar ganando.

En su forma tranquila y sin pretensiones, Endeavour se eleva fuera del ajetreo del policial procedimental para lograr una seriedad verdaderamente shakesperiana, iluminando un mundo que se ha vuelto demasiado borroso y confuso para muchos.

El joven detective Morse, lacónico pero recto y fiable, es nuestro firme faro de esperanza de que algún día la niebla se disipe; tan seguro y sólido como es toda la serie hasta hoy.

Y, si no has visto Endeavour, todavía, pensaré: "no sabes lo que te pierdes, pardillo"

Pero,¿cómo no sabía de su existencia? Verás, lo que llega aquí, por la vía de las plataformas TV habituales, de "streaming", más populares, es comercial (aunque algo pueda ser bueno, sí, no nos engañemos).

FILMIN me la descubrió y aún ahora me digo a mí mismo: ¡Idiota, idiota, idiota...! Cómo no llegué antes a...Endeavour (visto de otro modo: qué suerte la mía, siete temporadas y de una tacada).
MiquelC
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2
13 de marzo de 2023
24 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda, un logro técnico... Sin embargo, también es una tontería repetitiva, vacía, que salta entre multiversos de memes forzados cada dos segundos para tratar de ocultar el hecho de que esta película no tiene sustancia ni historia.

Pasados los primeros minutos, se convierte en un producto pedante, cansino, repetitivo y tedioso, tanto como los cómplices de su encumbramiento. De nuevo, el traje invisible del emperador se corporeiza en un producto propio de nuestro tiempo y su pseudo-sabiduría: un germen que se extiende...todo a la vez y en todas partes. Da que pensar.
MiquelC
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3
13 de marzo de 2019
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un valor subyacente, indiscutible, en “la realidad” de la Roma del nuevo neorrealismo Cuarón: nos hace hablar del sueño de(l) cine.

Mientras a unos promueve, con aplomo, la ensoñación y una suerte de exploración del paisaje artístico de la película mediante el uso de ricas y -reconozcámoslo- imaginativas y elaboradas hipérboles, que lidian entre sí para explicar el fenómeno, otros caen rendidos al sueño que les provoca, inesperadamente, aturdidos por el sopor, contra todo pronóstico, hundiéndose a plomo e irremisiblemente en su sofá chaise longue.

A partir de ahí, entramos en deriva..., y el debate de la esencia del Cine (André Bazin, con el que pocos se atreven y muchos menos saben interpretar en su contexto).

...No se recuerda tanto a Cesare Zavattini, escritor y guionista italiano que promovió muchos de los filmes neorrealistas italianos más conocidos, hoy día, de la posguerra mundial. Éste decía, y cito: “El neorrealismo no es nada, tan sólo una idea, un punto de vista, una actitud moral" -no es arte, en sí mismo, ni quiere serlo; un método de trabajo que obedece a un objetivo moral, más allá de lo estético-.

Y de ahí, al vacío. Roma, sin objetivo real, ni moral -ni reivindicativo- que rinda homenaje al método de que se sirve. Una película hueca, desarbolada, sin profundidad real más allá de la autocomplacencia estética y la "profundidad de campo" cinematográfica, notablemente orquestada; sin historia realmente desarrollada, pues es excusa pretenciosa, casi de vanagloria, al servicio de recuerdos evocadores de clase alta, mirando con cariño a "la chacha" inanimada, desangelada, que se mueve por el diorama doméstico romano, cual marioneta.

Pero nos queda Cuarón, y su autocomplacencia técnica ¿Vanidad? Hay quien afirma que un artista habría de ser, necesariamente, vanidoso. Aplaudan, por favor.

Para mí es una pena. Me recuerda aquella imagen de las señoras bien, sentadas en fila parapetadas tras una mesa, engalanadas y escandalósamente enjoyadas, que solicitan donativos para causas benéficas: enfermedades, pobreza y medios para los más desfavorecidos...Y un plano secuencia de lo más hermoso, de la primera a la última, de extremo a extremo, con fotografías en B/N en trípticos y folletos, que reposan desmadejados en dicha mesa, apenas visibles, donde abundan imágenes de "esas personas"; mientras, una de las señoras, disimuladamente, se quita una miga del croissant de la comisura de sus labios excelsamente pintados, con un pañuelo de seda bordado.

El traje invisible del emperador está servido. ¿Arte? Por el amor de..., ¡que, además, pretendan acomplejarnos!...Para mí, lo hueco no es arte.

Y, en este sinsentido de aclamación artística experta, de rugiente empacho hiperbólico, me pregunto: ¿A dónde acuden, agrupadas las moscas? ¿A la miel, o a la m...?

Seamos amables. En lo personal, no es una buena película y el Árbol de la Vida está seco, tanto como lo estuviera, en su momento, el de Malick.
MiquelC
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6
15 de octubre de 2019
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Joker, de Joaquín Phoenix, es una película brutal de gatillo fácil que apunta sin precisión a su objetivo: una víctima inocente, nerviosa, que se remueve en el patio de butacas y desconoce el porqué.

Sí, es una buena película que se sale de la media y sabe distinguirse, en una cartelera cinematográfica en la que eso no resulta difícil de lograr más allá del cine espectáculo de mero entretenimiento, y en el que las exigencias de interpretación no son de "actors studio". Es buena, sin más, cuando con un 7 sobre 10 ese objetivo se cumple. Ni extraordinaria, ni magnífica, ni superlativa. Pero juega muy bien el tanto del exploit.

Eso sí, Joker transpira dramatismo e intensidad, jugando a la baza muy humana de implicar emocional y socialmente, en la incomodidad que exuda, a la reacción del público; involucrándolo con una reacción inmediata, entusiamo y valoración que no se corresponde con su calidad real. El hype previo, los malos tiempos "reales" que vivimos, la ilusión por un cambio que no llega, el arrasar los campos; las expectativas de desear ver conexiones reales con el universo DC y su muy querido villano estrella -su reclamo, en buena parte del público-, las gratificaciones de hacerlo (independientemente de cómo se hagan, o si se hacen bien o no) funcionan un poco cual experimento de Pavlov, exagerando la reacción de gratificación de lo que has visto, en realidad. El arte publicitario de la empatía está servido. Pero, lo más importante: destaca, sin duda, una muy buena interpretación, de parte de Joaquin Phoenix, sobre un hombre triste, humilde, que en su patetismo desea ser comediante o payaso -podrías ser tú- y que por las miserias de su trayectoria vital e historial de problemas mentales se desata cuando ocurren ciertas circunstancias.

De nuevo, una interpretación por encima de la media, por sí misma, como tal; cuando encontrar una buena interpretación es aún más infrecuente -por ocasión o capacidad interpretativa- para los tiempos que corren en una pantalla poblada de blockbusters y re-versiones. Lo realmente destacable de la película. Pero como "Joker de DC", da la impresión, no consigue explicar como llega a serlo, porque nunca hubo auténtica y genuína maldad.

El problema de este filme es, precísamente, cuando abandona el terreno de la sugerencia, del Arthur Fleck, y se aventura, en un segundo tramo de la película, en el campo de minas de la explícito, no por la evolución del personaje sino por alusiones apresuradas y mal construídas al anzuelo de DC. Es entonces cuando todo el mérito de la película desfallece. Sí, puede que uno salga montado en una nube: Joaquín Phoenix te ha impactado. Y con el paso de unos pocos días se desinfla la película, como el todo que debiera ser. "No estaba mal", te dices. Te quedas con la interpretación de Phoenix, desechas todo lo demás (referencias cinéfilas por doquier, cual pastiche barroco, manirroto y apresurado), y piensas que el guión es un truco; uno de trilero. Y que todo el mundo se ha vuelto realmente loco, que estamos muy solos, muy "reventaos", y la reacción posterior fuera de órbita...

Y si lo que uno quiere recordar es un buen retrato de la locura se queda con "Alguien voló sobre el nido del cuco" o "El Resplandor" (en ambas, Jack Nicholson), o "Múltiple" (James Mcavoy); y si uno quiere ver un buen drama de personaje, de crítica social, se va a "Taxi Driver" (Robert de Niro), "Las uvas de la ira" de John Ford u otras; y si lo que se desea es una buena película, de HOMENAJE al COMIC, ve "Glass", que une una trilogía cinematográfica en un amor absoluto de Shyamalan por el comic, sacado de la manga, que "no es una edición limitada sino una historia de orígenes" (Samuel L. Jackson)...Todas estas películas son superlativas, magníficas o simplemente buenas, por sí mismas, con también magníficas interpretaciones. Sean más complejas o sencillas; más importantes o humildes en su producción. Películas redondas, al fin y al cabo. PELÍCULAS -un todo- que, en algunos casos, después de muchos años de cocción ahora se relegan, con desparpajo y naturalidad, por debajo de un top tan de gatillo fácil como lo es esta propuesta oportunista de Todd Philips, que se ahupa por arte de birlibirloque.

En resumen: el Joker de Joaquín Phoenix es una muy buena interpretación, de un hombre sin malevolencia, carente de astucia ni de muchas luces que ve como tanto sus metas como lo que daba por sentado se desmorona; que no se libra de los clichés ni de los manierismos repetidos cuando quiere mostrar lo que no es, ni logra en el corsé de su guión; encalzada en una película con un nada despreciable presupuesto que, ni de lejos, cumple con la etiqueta de maravilla -es correcta-. Algo así como un buenísimo y largo monologuista, donde lo demás no importa tanto, si el decorado acompaña la ocasión -lo mejor: la metáfora de la escalera-. Y una película es un guión y una labor de realización, y muchas otras cosas. Este filme es el Joker de Joaquín Phoenix, no de Todd Philips (su director); y eso plantea un problema "per se". Y, por supuesto , a pesar de sus aspiraciones, NO es el Joker de DC con toda la diversidad que ello implica, ni de coña; es otra cosa. Por ende, no hay película de supervillanos, ni de superhéroes, ni puede ser la mejor en esa liga, porque no compite en ella...Y eso, sí, es una Broma, pero no "asesina" sino de homicidio involuntario, sin premeditación ni nada. Un mero accidente, como la vida misma. Y ahí es donde lo borda...Phoenix como Arthur Fleck.

Ojala Arthur no se encuentre nunca con "El Joker". Lo llevaría crudo.

Un 8 para Joaquín Phoenix -con la media se llega al 7-.
MiquelC
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