Una película contundente y dura, con pegada y sin miedo a manifestarse como tal. Desde el punto de vista de la historia, esta puede parecer sencilla, pero su gracia no está ahí, sino en la forma en que esta está contada. La narración nos expone la misma trama desde los tres puntos de vistos de los tres personajes protagonistas, técnica mediante la cual el film gana en ritmo, misterio y sustancialidad, pues permite apreciar matices y sutilezas clave para el desarrollo del metraje. Junto a este elemento, el más destacable, apuntar que el director consigue captar la atención del espectador en todo momento, con una agilidad y fluidez de los planos encomiable, sin abusar de la acción ni tampoco de diálogos, muy buena medida en cuanto a la exposición de la trama.

Por lo que se se refiere a los actores y actrices, apuntar que prácticamente todos ellos están muy sólidos, desde Adam Driver, Matt Damon y Jodie Comer, pues todos ellos entrañan secretos y partes de su personalidad que permanecen ocultas y solamente se van ofreciendo a medida que el film avanza, dotándoles de profundidad y humanidad, todo ello con unas interpretaciones más que dignas y verosímiles, quizás con la excepción de Ben Affleck, el cual chirria bastante, desde su caracterización hasta su pueril interpretación del personaje al que da vida.

En cuanto al apartado técnico y visual, poco que decir, simplemente nada que reprochar, el film consigue imprimir un aspecto lúgubre, oscuro, triste y escabroso, con fuerte presencia del cromatismo marrón que da carácter a la película y sintoniza perfectamente con la historia que pretende contar, generando la atmosfera perfecta.

A modo de conclusión, podría decirse que nos encontramos ante un metraje sincero, duro y real, propio de la Edad Media, sin edulcorar, que cuenta una historia basada en hechos reales, de una forma real, sin evitar la brutalidad ni el amor, con una trabajada narración, que nos permite apreciar lo sutil que puede presentarse la propia existencia y los hechos que de ella se derivan.

Una nueva entrega de la saga Star Wars siempre es recibida con entusiasmo y pasión por su vasta e inconmensurable legión de admiradores. Por lo menos así era hasta la aparición del anterior episodio -el despertar de la fuerza- donde esa vehemencia se transformó en preocupación. En este nuevo capítulo, la catástrofe se consuma, sembrando el pánico por doquier.

Si bien es cierto que el argumento y la historia subyacente no es en absoluto desdeñable, la narración y el desarrollo es verdaderamente espantoso. Con una obsesión incomprensible por la extrema duración del metraje, el filme se encuentra plagado de escenas y secuencias superfluas, banales y algunas de ellas hasta vergonzosas. Una trama contada sin ningún tipo de encanto, de forma confusa y desconectada, haciendo un uso excesivo de un humor torpe y bochornoso.

Todo ello solo es superado por la ineptitud interpretativa de prácticamente la totalidad del reparto -salvo contadas excepciones: OSCAR ISAAC, BENICIO DEL TORO y el exiguo elenco de intérpretes originales-. El resto, con una falta total de carisma, atractivo y personalidad terminan de hundir absolutamente la cinta con su ostentosa gala de mediocridad y ordinariez en pantalla.

En el apartado técnico mucho me temo que se prolonga el declive general de la película. Con unas escasas escenas de acción, distribuidas de forma irregular a lo largo del filme, se termina por confirmar el desastre. Con un apartado visual mucho menos trabajado que en su antecesora se hace patente la falta de mimo y dedicación hacia los pequeños detalles de la cinta, la indiferencia se apodera de inicio de la película para ya no abandonarla en ningún momento del metraje. En la misma linea, y de forma sorprendente, se encuentra el apartado sonoro, contagiado por el declive general del filme, el sonido y la música se observan faltos de chispa y épica, incapaces de suscitar interés alguno.

En términos generales, y a modo de síntesis, una película decepcionante prácticamente en todos los aspectos, solamente rescatada en ciertos puntos por la nostalgia que evocan los personajes míticos de la trilogía original. Es allí donde sigue residiendo la auténtica magia y esencia de la Guerra de la Galaxias.

Una cinta que empieza de un modo prometedor y atractivo, con una historia interesante y bien gestada en sus compases iniciales. No obstante, hacia la mitad del filme, cuando las bases se encuentran bien consolidadas y se espera el salto de calidad, el metraje se va hundiendo de forma para progresiva, degenerando en un mar de incertidumbre e inverosimilitud, grotesco y decepcionante. El universo creado durante los primeros tres cuartos de hora de película queda arruinado por una narración confusa e ineficaz, con elementos extremadamente baldíos que no hacen más que generar desapego y rechazo hacia el filme. Realmente una gran ocasión desaprovechada.

Un filme de baja calaña, pero al fin y al cabo es lo que pretende ser. Una cinta desenfrenada, loca y desagradable, con un humor agrio e inmundo, dirigido a un tipo de espectador muy particular, todo aquel al que le resulte divertido lo indecente. No hace falta entrar a valorar nada más, ni la historia, ni las interpretaciones, ni el apartado técnico, habrá gente que se entretenga con las sucias sandeces de la película y otras muchas que la detestaran por su ordinariez.

Un filme absolutamente innovador, donde destaca particularmente su narración rompedora e inaudita. Tampoco se queda atrás la historia siendo ésta magistralmente demencial. Es ahí precisamente donde reside el esplendor de la película, en el transcurso enrevesado de sus múltiples secuencias, provistas de unos diálogos sencillamente excelsos, que elevan el largometraje a una posición prominente dentro del panorama cinematográfico, consagrándose como obra maestra de Tarantino.