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Críticas de El Despotricador Cinéfilo
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Críticas 95
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
2 de junio de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son muchos los que encumbran a Mitchell Leisen como uno de los grandes del cine de la época dorada de Hollywood y que es lamentable que hoy en día su nombre no tenga el renombre, el prestigio y la fama de otros autores de esa época. Yo no soy uno de ellos, de hecho me parece un cineasta sobrevalorado y que tiene muchas películas insulsas y anodinas, pero eso no quita que reconozca sin problema que también dispone de joyas asombrosas en su filmografía como "Si no amaneciera", "Medianoche", "La vida íntima de Julia Norris" y sobre todo esta espléndida obra llamada "Recuerdo de una noche" por una sencilla razón: cada vez se me hace más difícil que una película o una canción me emocione (de hecho últimamente solo lo consiguen algunas canciones de Extremoduro) y por ello lo admiro profundamente cuando un film también produce esa reacción en mí.

Lo primero que me llama la atención es que la mítica química entre MacMurray y Stanwyck en esa Obra Maestra llamada "Perdición" de Wilder no fue fruto de la casualidad, y que ya quedó palpable 4 años antes en esta película. Sinceramente no se puede hacer mejor. Qué interpretaciones, qué soberbia sintonía entre ambos actores y sobre todo, y lo que más admiro, la gran autenticidad en lo que se está contando.

Siempre me ha parecido doña Barbara Stanwyck una actriz prodigiosa en todos los géneros y que brilla en cualquier papel, pues su inmenso talento la hace estar siempre perfecta. De lo que no estaba tan seguro es que Fred MacMurray llegase a estar a su altura interpretativa y que mantuviese el tipo en todas las escenas que comparten (que son muchas y muy intensas). Pues bien, se podría decir que estamos ante una de las más grandes interpretaciones de la carrera de este magnífico actor, a la altura de sus emblemáticos papeles en "Perdición" o en "El apartamento".

Esto en cuanto a las impecables interpretaciones, pero en cuanto a la labor de Leisen como director yo destacaría, una vez más, la autenticidad, sobriedad y realismo de la puesta en escena. Cómo una simple historia de amor puede ser contada con tanta verosimilitud, tanta sencillez, tanto candor y tanta sensibilidad. Se respira el calor humano de los personajes, tanto en la pareja protagonista, como en esa entrañable y dulce familia liderada por una soberbia Beulah Bondi como adorable madre repleta de ternura, comprensión y bondad. Dan ganas de que vuelvan a repetirse los momentos amargos, duros y decepcionantes si con eso consigues ser amparado, arropado y querido por estos personajes. Y que una película consiga esto dice mucho a su favor. Que cale así y que te involucres en la historia, y que solo con la mirada de los personajes ya sepas lo que están pensando solo lo consigue el cine en estado puro, y aquí los hay. Vaya que sí los hay.

Por tanto, seamos justos, pongamos a Leisen donde se merece: un realizar de filmografía muy irregular y mediocre, pero que cuando atinaba (y atinó varios veces) conseguía oro en los fotogramas que filmaba, consiguiendo además que, por enésima vez, me enamore de nuevo ante la gran Barbara Stanwyck.

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8
28 de abril de 2014
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las cosas que más me impresionan y fascinan del cine de Walsh es que, hasta el momento, debo haberme visto al menos medio centenar de películas suyas e insisto, hasta el momento, todavía no he encontrado una mala película suya, ningún despropósito o película fallida como tienen todos los demás grandes Maestros sin excepción. Pero, si encima, tras todo lo visto de repente visiono esta película tan desconocida (no tenía ninguna referencia ni conocimiento de ella) y de bruces sorpresivamente me encuentro ante un espléndido, soberbio e insólito western ya mi asombro toma proporciones extraordinarias.

Pero, por si todo esto fuera poco, este "Perseguido" me deja boquiabierto y anonadado por el tono tan lúgubre, tenebroso, fantasmagórico, angustioso y sobre todo por el constante aliento trágico que desprenden cada una de las escenas y la gran carga psicológica en toda la trama. Elementos tan atípicos e insólitos en una película del oeste. Siempre se ha hablado de que "La diligencia" de Ford es la Obra Maestra que catapultó el género del western a la mayoría de edad y le dio madurez, prestigio y valores a un género hasta entonces de segunda categoría. Pero muy poco se habla de aquellas otras películas que aportaron en el camino mucha más madurez, seriedad y revolución a dicho género. Y este "Perseguido" es un buen ejemplo.

Por una parte una vibrante y emocionante película del oeste de las de toda la vida. Con un Robert Mitchum soberbio bordando un personaje carismático y memorable, rodeado de un grupo de secundarios que aportan brío a la historia. Por otra parte una más que original e inesperada historia psicológica de traumas infantiles y de rebuscadas interpretaciones intelectuales tan poco habituales en este tipo de películas. Por otra parte una excepcional fotografía en blanco y negro, casi poética, digna en algunos momentos de película de terror o de cine negro, aportando a la historia una ambientación y tono ominoso nada parecido a otras obras del oeste. Y por último ese halo trágico, arrebatador y malsano que Walsh sabía imprimirle a sus mejores obras.

A modo de resumen, se podría decir que "Perseguido" les encantará a los amantes de las buenas películas del Oeste, pero eso sería quedarse muy corto porque tiene todos los ingredientes que también hicieron grande a los géneros del melodrama, del cine negro o incluso de terror. Y todo dirigido por Walsh con maestría, como no podía ser menos. ¿Existe pues algo más apetecible para un cinéfilo?

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8
26 de enero de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi ingenuidad cinéfila me sorprende más a menudo de lo que yo pensaba, pero vamos, yo encantando con ello, porque cuando ya pensaba que, tras verme cerca de un centenar películas del Maestro Ford, había disfrutado de sus mejores obras descubro inesperadamente que la última (y muy desconocida) película que rodó en su extensa filmografía, "Siete mujeres", es una auténtica joya a reivindicar desde ya.

No sé por qué razón nunca he tenido especial interés por verla, nunca me ha llamado la atención y de hecho de niño el único comentario que escuché (al extremadamente fordiano) Pumares fue lo suficientemente desganado como para aniquilar mi motivación por verla. Pues bien, desde ya ratifico que estamos ante una obra mayúscula fordiana a la altura de otras películas de mayor renombre de ese mismo periodo.

Puede que a muchos, empezando por mí mismo, descoloque e impacte que una película de Ford esté totalmente interpretadas por mujeres (salvo Eddie Albert en un pequeño pero decisivo papel) y que ese entorno esté tan alejado de su particular universo fílmico (siempre tan varonil, misógino, machista, testosterónico, etcétera) pero el resultado no puede ser más sorprendente y notable, así como una bofetada para todos los que creíamos conocer tan a fondo la obra de su genial autor. Ya que estamos ante una obra extremadamente liberal, feminista, transgresora y muy bien contada. Que detalla con destreza, vigor y maestría los peligros y la futilidad del falso puritanismo y la religión, lo miserable que puede llegar a ser el ser humano en sus actos, la violencia soterrada en la condición humana y sobre todo el sentido de la verdadera lealtad, generosidad, bondad y el sacrificio personificados en el personaje de una magistral Anne Bancroft en uno de los mejores papeles de su carrera, tan convincente en un difícil papel del que sale airosa, como si se tratase del mismísimo John Wayne en muchas de las demás obras fordianas. Eso sí, sería muy injusto solo alabar la labor de Bancroft cuando el resto de las actrices están todas a gran altura.

Pero no es esto lo que más me gusta de la película. Ni lo que más me ha sorprendido. Lo que me llama la atención es como muy sutilmente está inundada de múltiples matices muy políticamente incorrectos para la época (y más viniendo de un director tan… digamos… conservador como Ford): Esas indirectas, toques, deseos contenidos y miradas lesbianas entre la madura directora y la sumisa y virginal Sue Lyon, esa visión atroz del hombre en todas sus vertientes (ya sea como salvaje brutal asiático, como calzonazos domado por su dominante mujer, como incompetente de solucionar nada si se compara con las mujeres, …), esa crítica desalmada al falso puritanismo y al mal uso que se hace de la religión por muchos, etcétera.

Resumiendo ¿quién podría haber dicho o imaginado de Ford que acabaría haciendo en su última película uno de las análisis y disecciones de la psicología femenina más memorables e interesantes? La respuesta esta cuestión es la causa de porqué amamos tanto al cine.

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9
24 de noviembre de 2013
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ya muchos años que aprendí a no dejarme llevar por mis prejuicios cinéfilos y a no prejuzgar una película antes de verla, lo cual me ha reportado grandísimas sorpresas y a descubrir auténticas joyas desconocidas para mí.

Sin embargo, a pesar de tener ya todos esos prejuicios superados, persistía aún hoy en día una desgana absoluta por ver "Río Conchos". Supongo que todo viene por mi inmenso amor a esos espléndidos cuatro "ríos" hawksianos: "Río Rojo", "Río de sangre", "Río Lobo" y sobre todo la Obra Maestra "Río Bravo" (una de mis películas favoritas de todos los tiempos), y también por la aportación fordiana al género de los "riós" con la no menos espléndida "Río Grande". Por ello, equivocadamente, pensaba que cualquier otra película similar sería solo una burda imitación de serie B o Z que plagiaban y copiaban descaradamente a los maestros Hawks y Ford sin conseguir jamás igualar el talento de ellos. Es decir, sucedáneos de poco o nulo interés.

Si a eso le añadimos que Gordon Douglas no es un director que destaque por su talento (esas películitas detectivescas que hizo en los años 60 con Frank Sinatra han quedado totalmente desfasadas) e incluso su gran éxito (e incomprensible película de culto) "La humanidad en peligro" vista hoy en día solo puedes esbozar una sonrisa por los artesanales y pobres efectos especiales y por la ingenuidad, banalidad y simpleza del guión.

Por ello, no esperaba gran cosa de este "Río Conchos" pero no tarde mucho en meterme de lleno en la historia y disfrutarla como solo se pueden disfrutar y gozar los mejores western. ¿Por qué? Pues porque no se puede hacer mejor con tan pocos elementos: pocas veces se han visto en un western cuatro personajes tan bien definidos, perfilados y diferenciados entre sí. Los cuatros actores principales están espléndidos en sus respectivos papeles, ¡los cuatro!, como si hubiesen nacido para interpretarlos (sobre todo un impagable Richard Boone en el mejor papel de su carrera, sin duda).

Si la memorable interpretación de los actores no fuese suficiente, tenemos además un guión perfecto, sólido, vibrante, psicológico y efectivo que no decae nunca, que se sale incluso de los habituales cauces del western para adentrarse en una misteriosa trama de "política-ficción" sumamente interesante. Con un guión así ya el interés está captado, pero además la dirección de Douglas es enérgica, visceral e incluso en algunos momentos violenta y hasta políticamente incorrecta (ese racismo contra los Apaches).

Pero, por si todo esto fuese poco, en la recta final de la película introducen el misterioso e inolvidable personaje de Edmond O’Brien (en una interpretación realmente antológica, hay que ver que este actor siempre está bien, haga lo que haga) dando vida al General confederado obsesionado por reiniciar de nuevo la Guerra de Secesión, aunque sea a costa de los Apaches (que muchos les recordará, y con razón, al inolvidable personaje que 15 años después haría Marlon Brando en "Apocalypse now").

Por tanto, a modo de epílogo lo mejor que se puede decir de esta película es que, una vez terminada, sigues tarareando la pegadiza música de Goldsmith y gozando al recordar algunas escenas. Y eso es lo más bonito y especial que se puede decir de una película, y más aún de un género tan visto y manido como el western.

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8
13 de octubre de 2013
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El quijotesco empeño que tengo hace años de intentar visionar el mayor número posible de películas de todas las décadas ocasiona que vengan rachas nefastas de truños infumables que te hagan incluso aborrecer el cine. Concretamente a mí me estaba pasando con la década de los años 60, a la cual tenía ya verdadero espanto porque todo lo que veía últimamente de esa década era un bodrio o un truño peor que el anterior. Hecho más que sorprendente teniendo en cuenta la inmensa calidad del cine previo y posterior a esa década. Por suerte, a pesar de las miles de películas ya vistas en mi vida, siempre existe una película que te sorprende y compensa, y te hace recobrar la fe en el cine y en que merece la pena seguir disfrutando del cine de todas las décadas. La película que ha obrado dicha reconciliación ha sido: "Punto límite", una espléndida y sobrecogedora película del mejor Sidney Lumet.

El principal mérito que le atribuyo a "Punto límite" es conseguir que empezará a verla con mucha desgana y desinterés, sobre todo por sus flojos primeros 5 minutos (lo peor del film, totalmente prescindibles), y acabar totalmente impactado, entusiasmado y muy excitado por la historia que nos cuenta y cómo la cuenta. Cierto que se trata de un film muy imperfecto, para empezar, como ya he dicho, todo esos primeros minutos presentando a los personajes de Dan O´Herlihy y Walter Matthau son totalmente innecesarios, prescindibles, no aportan nada a lo que viene después. Pero una vez pasado este bache narrativo ya la película es un torrente de adrenalina, expectación, zozobra y tensión bien dosificada. Pocas veces he visto la tensión tan bien dosificada y tan bien dirigida como en esta obra. El pulso firme de Lumet al rodar es impecable, la sobriedad del planteamiento es excelente, las interpretaciones perfectas y convincentes (sobre todo un soberbio Henry Fonda es un difícil papel que todo lo tiene que manifestar con las expresiones y emociones de su rostro).

Otra cuestión es la más que discutible ambigüedad política que pretende transmitir el film y la más que cuestionable ideología tendenciosa que se pueda entrever. A mí eso realmente me da igual. Por supuesto es agradable y estimulante que una película te anime a realizar interesantes debates políticos y a reflexiones profundas sobre la inmensa paranoia e histeria que se desató en los años 60 entre EEUU y URSS, así como el peligro que conlleva la guerra nuclear. Pero a mí como cinéfilo lo que más me llena es la inmensa capacidad de entretener, que el interés no decae en ningún momento (al contrario, se acrecienta minuto a minuto), la atmósfera tensa que sobriamente se mantiene todo el metraje y, sobre todo, las inesperadas sorpresas en un guión perfecto y conciso.

Qué alegría que el cine te siga sorprendiendo, ilusionando y motivando. Sencillamente por eso es el arte más querido por todos.

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