Reconozco que las ganas que tenía de ver Patria han ido disminuyendo conforme la serie progresaba, frustrándose finalmente todas mis expectativas. Tras el visionado del capítulo de apertura las sensaciones eran favorables: contexto y estética muy logradas; dinamismo visual motivado por una destacable habilidad con la cámara; un interesante juego de saltos temporales en post de favorecer la fuerza dramática, y en general, la potencialidad y riqueza del relato; y un reparto creo que seleccionado con acierto, con algunas interpretaciones que tacharía de sobresalientes (no tanto los roles de sus personajes). Pena que todas esas virtudes caigan en saco roto, porque si en algo flaquea Patria, es justamente en lo que nunca debería fallar un producto así, la credibilidad de la narración. Sin entrar a valorar el grado de fidelidad de lo expuesto respecto a los hechos acontecidos en aquel triste, y demasiado largo periodo de nuestra historia, una serie como ésta no puede permitirse el error de caer en el maniqueo, ni en encaminar los sentimientos del espectador de forma tan simplona, a fuerza de clichés, y un sinfín de casualidades y causalidades en prácticamente cada una de las escenas. Dicho en jerga culinaria, nada o casi nada en Patria se cuece al fuego que debiera, y multitud de situaciones se dan “porque sí” de forma totalmente forzada. No sobra decir que era la parte más complicada y el mayor reto al que se enfrentaba su creador, Aitor Gabilondo, circunstancia que no quita que ello suponga, en mi humilde opinión, un gran problema que tiene la serie… bueno, a fecha de hoy habría que sumarle otro inconveniente, y es la existencia del último trabajo de Iciar Bollain, “Maixabel”, espejo en el que Patria debería mirarse. (5.5/10)

Ópera prima de un Juan Diego Botto que entra en el arte de la dirección como un elefante en una cacharrería, sin preguntar ni pedir permiso, y bien que ha hecho, porque sin otras motivaciones que no sean las de hacer cine honesto y del que dice, sería harto difícil parir una obra como la suya. Uno se puede perder en análisis formales, pero es que tras visionar el largometraje, la conclusión a la que llego es que para sentirme como un panoli prefiero hacerlo con otra película, lo que en cierta manera, podría considerarse un análisis cinematográfico en sí mismo. Que nadie se engañe, la película funciona, sobre todo en lo fidedigno de sus situaciones, en intensidad, en las sombras, en las luces… que alguna también hay, y en lo que quizás sea más difícil de percibir, los minúsculos detalles, claro que para ello, tal vez haya que haber pisado alguna vez el margen, aunque sea fugazmente o sin querer. (7.5/10)

Aunque floja en su guión y con más de una situación un pelín forzada (se lo pasaremos por alto a consecuencia del género en cuestión), "Loco por ella" consigue mantenerse con vida, siendo lo relativo al amor y lo reivindicativo quienes salen finalmente vencedores en la película, con algún que otro revés muy bien lanzado, dicho sea de paso. Luis Zahera en su buena línea habitual aunque no será su mejor papel, y el resto del reparto bastante sólido ¿Que si la recomendaría? Por qué no... (5.5/10)

Desde el trailer, "Tiempo" es una película que no pasa inadvertida, de esas que llaman a ir al cine a cualquiera que tenga curiosidad por lo que se cuece en el séptimo arte. La premisa parte interesante, las ideas desarrolladas creo que son acertadas, la localización y el contexto confeccionan una atmósfera que servirá como un sólido pilar en el que apoyarse (más en estas fechas), los elementos para la construcción del relato parecen bien escogidos a priori, tocando temas que no son baladí... Pero con todo ello, Night Shyamalan no consigue construir un film convincente, debido a una más que cuestionable construcción de personajes (el motor de esta historia), cuyas actitudes e incongruencias se convertirán en la principal limitación de la película. Y es una pena, ya que lo tenía todo para ser el "hit" del verano. (6/10)

Son muchas las virtudes y muy pocos sus defectos, el mayor "pero" de la película quizás sea, que en lugar de avanzar por el lado más original y transgresor, el relato se estanca en los recuerdos y en lo que fue, en detrimento de lo que podría ser, perdiendo con ello parte de su potencial. Aun así, brilla por su forma, su fondo, porque es una bonita historia de amor, y porque muestra a un Jim Carrey haciendo una gran interpretación fuera de su área de confort. (7/10)