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España España · valencia
Críticas de seiend
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
1
2 de enero de 2007
89 de 151 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que llama la atención de este film es su carácter eminentemente teatral. Lo que ocurre en la película parece representarse y no presentarse. A ello contribuye el uso constante, abusivo, de los planos generales, de modo que permiten abarcar lo que sería el supuesto escenario, y en el que los personajes aparecen de cuerpo entero casi en todo momento.

Tan plúmbea planificación se ve adornada de vez en cuando con algún que otro movimiento de cámara, que tiene como función seguir a los personajes mientras deambulan de un lado a otro de una manera que resulta completamente rebuscada y falsa. Lo mismo ocurre con el uso que hace Tarkovsky de los espejos en varias escenas, con vistas seguramente a enriquecer el plano, no sabemos si espiritual o estéticamente. Se trata de algo tan manido y poco ingenioso a estas alturas que llama la atención del espectador por su carácter artificial e intencionadamente buscado.

En cuanto al argumento de la película hay que decir, sencillamente, que no lo tiene. El film consta de un conjunto de escenas que no tienen ningún tipo de consistencia entre sí y que no conducen a nada. Conviene señalar, a este respecto, que los últimos treinta minutos de la película resultan completamente delirantes. Por supuesto, se habla de muchas cosas: de la vida y de la muerte, de la salvación, de la barbarie humana, del "Así habló Zaratustra", de Nietzsche, y de muchas otras cosas más, sin orden ni concierto, sin coherencia. Lo cual tal vez querría decir que se trata de una película para intelectuales capaces de aprehender el supuesto sentido oculto de la película, quizá una filosofía a la altura de la de Kant o Hegel. O que es ésta una obra maestra porque se aleja completamente del cine comercial, y precisamente por esto la película es ya, de suyo, una gran película. Nada más falso y ridículo que estos supuestos.

En efecto, una película no es buena por el hecho de no sea comercial, y tampoco lo es porque en ella haya conversaciones muy serias. En este caso, y ya resumiendo, estamos ante una película realizada, cinematográficamente hablando, de una manera pobre y muy poco inspirada (Tarkovsky tiene mejores películas que ésta, suponiendo que esta afirmación tenga algún sentido), y con un argumento completamente incoherente, que parece escudarse en una supuesta profundidad que nunca se hace patente y que deja al espectador elucubrar lo que buenamente se le antoje. Los habrá que vean aquí una reveladora y espléndida reflexión sobre el misterio de la Santísima Trinidad o sobre el Verbo divino, mientras que otros descubrirán aquí la expresión más fina del concepto de Espíritu hegeliano. Semejantes conclusiones pueden servirle a más de uno para tener su charla semanal en un café y construirse una identidad pseudo-intelectual (me consta que los hay). Para el resto de los mortales esta película es una tomadura de pelo, dicho concisa y claramente.
seiend
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1
27 de junio de 2015
30 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta significativo la cantidad de películas y series que nos ofrecen una visión apocalíptica del futuro de la humanidad. Me pregunto si tal visión pretende convencernos de que hemos de estar agradecidos con nuestro presente, por muy deprimente que éste sea, porque debemos pensar que será mejor que aquéllo que nos aguarda en el futuro. Visión conformista y conservadora de la Historia.

Si el primer Mad Max era basura reciclada, este último es sólo basura con más presupuesto, simplemente. La película nos muestra a una masa de descerebrados con comportamientos cavernícola-medievales, que exhiben una mezcla de tecnología armamentística medieval y moderna grotesca para matarse entre si, sin que pueda extraerse nada gratificante y enriquecedor de su historia, salvo las fantasías que uno quiera proyectar en lo que ve. Me recuerda algo, mientras la veo, a La matanza de Texas en versión road movie, pero en este caso sin que me importe nada la suerte de sus protagonistas.

La recomiendo a aquellos que disfruten habitualmente con un ocio embrutecedor.
seiend
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6
26 de diciembre de 2006
20 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena parte de la producción cinematográfica del director Stephen Frears tiene como fondo la ciudad de Londres y como protagonista a la clase trabajadora.

En esta ocasión el director abandona el tono de comedia habitual que caracteriza a sus películas de modesto presupuesto y nos ofrece un drama, aunque afortunadamente sin los pormenores de la tragedia y el exceso. Los protagonistas no son aquí, como en anteriores ocasiones, miembros de la clase trabajadora, sino esa cada vez más vasta población formada por los desheredados, los parias de nuestras sociedades industrializadas y modernas: los inmigrantes. Turcos, chinos, africanos, españoles, rusos son algunas de las nacionalidades que vemos representadas a través de sus protagonistas.

Y por medio de ellos, de sus miserias y avatares cotidianos, Stephen Frears desarrolla una película que tiene como hilo conductor el tráfico ilegal de órganos, aunque esto constituya tan solo uno de los motivos que conforman el argumento de la película. Pues, en efecto, se trata no tanto de mostrar las condiciones inhumanas y devastadoras en que viven diariamente estas personas (lo obvio), como la de denunciar una sociedad moderna y culta que permite y legitima este horror: en este caso, la de Londres, pudiendo ser cualquier otra ciudad occidental que forme parte de los países ricos.

No importa que sus protagonistas tengan o no estudios; ni tampoco importa mucho los motivos por los que huyeron de su país y se instalaron en Londres. Lo único que cuenta y vale ante los demás es su condición de inmigrantes. Solo cabe distinguir aquí entre ser inmigrante legal o ilegal. Y lo más siniestro de todo es que el inmigrante legal reproduce el modo de pensar y de actuar de la sociedad opulenta al ejercitar la violencia y la humillación sobre los ilegales, tanto en el trabajo como en la sexualidad. Los explotados sólo pueden redimirse de su situación de parias cuando se convierten en explotadores. He aquí la visión pesimista, sin solución, en lo tocante a la naturaleza humana, que Stepren Frears nos presenta en esta película. Una verdadera patada en el estómago al espectador bienpensante y una bofetada en la cara a tantos políticos y a sus falaces programas electorales en torno a esta cuestión.
seiend
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