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Chile Chile · Santiago
Críticas de Lawrence
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Críticas 94
Críticas ordenadas por utilidad
4
25 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los vaivenes económicos que han afectado a Estados Unidos en los últimos años no han sido ignorados por Hollywood, y sus repercusiones han logrado filtrarse en diversos títulos, aunque siempre la perspectiva suele abordar la situación en las grandes ciudades o las zonas urbanas más emblemáticas. El otro Estados Unidos, esa "América" profunda y dejada de lado -casi como si fuera la trastienda de lo oficial-, lo que el cliché suele resumir como "el lado B del sueño americano", no ha aparecido demasiado en la pantalla en este ámbito, salvo contados títulos del cine independiente que han logrado llegar a audiencias más amplias gracias a sus premios y nominaciones, como ocurrió en 2010 con la elogiada "Lazos Winter's", de Debra Granik, que ayudó a impulsar el camino al estrellato de su protagonista, la en esos momentos casi desconocida Jennifer Lawrence.

En un ambiente muy similar al de esa cinta, enrarecido, frío y gris, casi sin esperanzas y donde reinan la cesantía y el desaliento, transcurre esta película, que también nos muestra esa realidad menos grata y más oscura de los pequeños pueblos estadounidenses casi olvidados y en los que los altibajos financieros de la nación han golpeado de manera más severa e implacable. Como le ocurre directamente al protagonista de este thriller violento y sombrío, Russell Baze, encarnado por un sólido Christian Bale; mientras trata de conservar su optimismo y sobrevive trabajando en una acerería, intenta ayudar a su hermano menor, Rodney (Casey Affleck), que ha regresado de Irak y no logra encontrar un rumbo definido, lo que lo lleva a involucrarse en las peleas ilegales con el apoyo del dueño de un bar y ocasional prestamista John Petty (Willem Dafoe) y a conocer a turbios personajes, como el peligroso e incontrolable Harlan De Groat (Woody Harrelson). Una lamentable coincidencia hará que Russell no sólo vaya a parar a la cárcel, sino además terminará afectando su relación sentimental, la salud de su anciano padre y el destino de su hermano.

Quienes admiramos a Jeff Bridges podemos agradecerle al actor y director Scott Cooper que en su debut como cineasta, "Crazy Heart", dirigiera al veterano actor en la interpretación que al fin le permitió ganar su tan postergado Oscar tras cuatro décadas de trayectoria fílmica, pero de todos modos no podemos dejar de mencionar sus falencias como realizador. En este segundo largometraje, Cooper confirma que puede desarrollar otros aciertos, pero que aún presenta notorios problemas en su puesta en escena y el desarrollo argumental.

Como virtudes, de partida Cooper cuenta con una lograda atmósfera, acentuada por la muy creíble ambientación, la buena fotografía de Masanobu Takayanagi y la inconfundible voz de Eddie Vedder en una nueva canción suya, que abre y cierra la película. También logró reunir a un notable y estelar elenco, en el que algunos actores de verdad se lucen -Bale, Affleck, Dafoe y muy especialmente Harrelson en uno de esos roles desquiciados y desbordados que tan bien le quedan- mientras otros están muy desaprovechados, como Forest Whitaker y Zoe Saldana. La primera parte de la película funciona bien y logra atrapar e involucrar al espectador, pero la segunda comienza progresivamente a perder su equilibrio y a revelar las debilidades y grietas de un guión -escrito por el propio realizador junto a Brad Ingelsby- que debería haber sido más sutil y elaborado. Tampoco ayudan ciertas metáforas visuales o los evidentes ecos de esa obra maestra que es la ganadora del Oscar "The Deer Hunter", de Cimino, que retrataba de manera inolvidable cómo una comunidad muy parecida a la de "La ley del más fuerte" era afectada de manera irreversible por las vueltas de la vida.

Como historia que recorre bajos fondos y decanta paulatinamente en un violento espiral de obsesión y venganza personal, el film es menos contundente de lo que promete y se va haciendo cada vez más convencional y predecible, perdiendo en el camino los hallazgos formales y emocionales que lograra desarrollar en un principio. Sin embargo, no se derrumba por completo gracias a la fuerza de sus actores principales, y a que de todos modos su desoladora mirada a una realidad social y económica que de seguro es más cotidiana de lo que el cine hollywoodense nos ha mostrado, consigue calar hondo y sentirse real.
Lawrence
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5
5 de abril de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Además de su destacada trayectoria actoral de casi 40 años en la pantalla grande al servicio de cineastas como Bellocchio, Monicelli, Ferreri, Moretti y Tornatore, el italiano Michele Placido ha incursionado también en la dirección, con buena recepción de pública y crítica, en especial con la exitosa "Romanzo criminale". En "Il grande sogno" Placido vuelve al período histórico en el que se iniciaba aquel film, la Italia de fines de la década de los 60, pero esta vez sus ambiciones son mayores: retratar, a partir de los encuentros y desencuentros sentimentales y familiares de sus jóvenes protagonistas, la convulsionada realidad social y política de los movimientos estudiantiles que hicieron ebullición en la Roma de 1968.

Y lamentablemente al realizador tales pretensiones le quedan grandes, aunque sin dudas hay que reconocerle los indudables méritos de su película, como su ritmo ágil y dinámico y una lograda ambientación de época, y tal como era de esperar tratándose de un actor-director, el estupendo trabajo que logra de su atractivo elenco, que logra superar los clichés y trazos gruesos de sus roles para conformar caracteres convincentes y reconocibles, incluso aunque se vayan desdibujando y sus motivaciones no queden del todo claras a lo largo del metraje. Los mejores momentos de la cinta, los que están mejor filmados y planteados, y en los que el espectador puede experimentar algo más cercano a la emoción y la empatía, son precisamente las escenas más íntimas y sencillas, que se desenvuelven entre pocos personajes, para desarrollar los melodramáticos conflictos amorosos o familiares que cruzan el relato.

Pero cuando "Il grande sogno" quiere impactar con las escenas de agitación colectiva y los enfrentamientos entre los estudiantes y la policía, cae en algo muy cercano al ridículo, porque esos instantes están filmados de manera torpe y se sienten falsos y efectistas, y progresivamente va quedando claro que a Placido no se lo siente tan cómodo en el fresco histórico como en el retrato sentimental y dramático, en buena medida porque su mirada social y política es superficial y externa y no puede evitar los lugares comunes. Una lástima, porque lo que pudo ser una gran película, desperdicia un momento histórico rico, complejo y fascinante, y se queda en lo cosmético, en el resumen intrascendente y predecible, aunque sin dudas entretiene y sirve para pasar el rato. Para colmo, la música incidental es cursi, insistente y siempre inoportuna: sin dudas, uno de los trabajos más fallidos y mediocres del oscarizado Nicola Piovani, quien ha tenido tiempos mejores. Afortunadamente, las canciones de la banda sonora están mucho mejor escogidas.
Lawrence
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6
4 de abril de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sencillo y sin demasiadas pretensiones, este film explora los contrastes sociales y humanos entre dos ciudades tan distintas como Nueva York y Belgrado, a través del viaje a Serbia que emprende Robert, un individuo gris, taciturno y algo depresivo, quien ha aceptado ser parte de un matrimonio por conveniencia para traer a Estados Unidos a la novia de un inmigrante. La película no evita los clichés y por momentos es muy predecible a la hora de retratar el choque de dos culturas, pero algo hay en la forma de filmar de su director, Darko Lungulov, que termina por convencer: quizás es la mirada detallista y reposada, quizás es la humanidad que exhiben sus personajes, bien encarnados por convincentes actores, o el adecuado tono agridulce de esta comedia. O quizás todo a la vez... el caso es que el conjunto funciona, sin deslumbrar, pero funciona.
Lawrence
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6
5 de diciembre de 2009
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque aún unos cuantos críticos insistan en quedar deslumbrados con cada nuevo estreno suyo, habría que remontarse casi una década atrás, a la intrigante "Gracias por el chocolate", para encontrar una película realmente digna del prestigio que el veterano Claude Chabrol ha cimentado a lo largo de 50 años de carrera. Sus monótonas y lánguidas cintas de los últimos años, como "La flor del mal" o "La dama de honor", estaban acercando peligrosamente a este casi octogenario sobreviviente de la Nueva Ola francesa a la categoría de pieza de museo, alguien que filma los mismos temas y atmósferas sin demasiadas variaciones, mezclando la compleja moral de la burguesía en las ciudades de provincia, los relatos criminales que esconden sorprendentes vuelcos y personajes al borde de la caricatura.

A primera vista, "Bellamy", su primera colaboración con Gérard Depardieu, podría parecer más de lo mismo. Sin embargo, afortunadamente se siente como un soplo de aire fresco. De partida, por la creíble y bonachona presencia física que el cada vez más obeso actor aporta a su personaje de un detective que a pesar de estar de vacaciones en un pequeño pueblo, no puede dejar de involucrarse en un caso policial. Asimismo, por la forma en que Chabrol logra retratar la rutina de estos curiosos y a veces grotescos personajes, el ambiente de la aldea y los a menudo cómicos giros de la trama. Y en especial por la relación -teñida de resentimientos y cuentas pendientes- entre el protagonista y su medio hermano, que finalmente importa incluso más que la propia investigación policial. Sin ser sobresaliente, este film resulta ser una grata sorpresa que nos demuestra que aún se puede tener algo de fe en Chabrol...
Lawrence
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7
9 de mayo de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A una década de su debut en el largometraje y definitivamente instalado en las grandes ligas del cine internacional, el realizador chileno Pablo Larraín tuvo un 2016 particularmente agitado, marcado por su regreso a dos de los festivales más importantes del mundo: volvió a la competencia oficial en Venecia -donde ya estuvo en 2010 con "Post Mortem"- con la premiere mundial de su primer film en inglés, "Jackie", con Natalie Portman interpretando a la célebre Jacqueline Kennedy. Y unos meses antes regresó por tercera vez a la Quincena de Realizadores -donde ya estuvo con "Tony Manero" y "No"- con otra ficción basada en un emblemático personaje real, este "Neruda".

Esta producción se inspira en un episodio clave en la vida y obra del vate chileno: la persecución política que sufrió en 1948 cuando siendo senador se pronunció públicamente en contra del presidente González Videla, y debió esconderse clandestinamente en diversos lugares del país, en un periplo que terminaría inspirándolo para escribir una de sus obras más reconocidas, el "Canto General". Pero en la propuesta de Larraín, esa es sólo la premisa inicial, ya que la trama gira tanto en torno al poeta y su fuga, como en Óscar Peluchonneau, el muy particular policía que se obsesiona con capturarlo.

Entre los mayores aciertos de la película es sin duda fundamental el guión de quien es considerado como uno de los autores más importantes de la escena chilena en las últimas décadas, el dramaturgo Guillermo Calderón, quien ya colaborara con Larraín en "El club". La historia se desenvuelve a través de distintas capas que permiten abordarla desde diversos ámbitos que se complementan entre sí. Hay que entender que más que una crónica pormenorizada de lo que pasó, es una interpretación sobre hechos reales que funcionan sólo como punto de partida para una historia que entremezcla realidad, ficción e imaginario de manera inspirada y lúcida. En este ámbito, además de la espléndida y muy lograda ambientación de época -que no se siente como simples decorados en pos del lucimiento visual, sino real y palpable-, una vez más destaca particularmente la fotografía de Sergio Armstrong, quien acompaña a Larraín en sus películas desde "Tony Manero" y en este caso aporta aún más a la atmósfera de ensueño, como enrarecida e irreal, que adquieren incluso secuencias muy cotidianas. En la construcción de esa atmósfera también es muy importante el uso de la música en la sugestiva banda sonora, donde tienen recurrente presencia melodías desde autores como Grieg e Ives, hasta compositores aún vivos y vigentes como Penderecki y Bryars.

Una vez más también resalta acá una de las grandes cualidades del realizador: su habilidad como director de actores, lo que es aún más notorio en esta producción, que convoca a buena parte de las figuras más reconocidas del medio chileno -con el bienvenido aporte de rostros internacionales como Gael García Bernal y Mercedes Morán-, todos en excelentes desempeños no sólo en roles protagónicos, sino además en fugaces interpretaciones secundarias, algunas incluso tan contundentes a pesar de su brevedad, como la aparición de la actriz Amparo Noguera. Llena de pequeños detalles de observación y frecuentes matices de humor, atreviéndose a humanizar y bajar del pedestal al poeta en más de un sentido, la indagación de "Neruda" en las fronteras entre la imagen pública y privada de alguien tan rodeado de una aureola de mito como él, es tan atractiva y compleja como su mirada a las contradicciones y paradojas de la sociedad chilena, y su exploración en los recursos narrativos que a menudo tergiversan y reinterpretan la propia verdad histórica. En muchos aspectos, este trabajo bien puede ser más redondo y fascinante que "El club", y conforma uno de los filmes más valiosos de la ascendente trayectoria de su director.
Lawrence
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