A pesar de tener algunas de las escenas más estúpidas y a la vez laureadas en la cultura pop, esta secuela deja mucho que desear. Me encanta la estupidez extrema que tiene, la capacidad de reirse de sí misma y apostar por la comedia, la intención de "hacerlo mal" para que quede bien. Todo eso funciona, y bastante, y me atrevería a decir que me gustó en ese aspecto más que la primera.

Pero desgraciadamente hay un error capital en la película de Lee Harry y probablemente todos sabéis cuál es. La película dura unos 40 minutos. Todo el principio, hasta el minuto 39 (me encargué de quedarme con el dato) es un resumen de la primera película, que por si no queda claro no es Mulholland Drive. 39 minutos que incluyen hasta las escenas más insignificantes de la primera entrega. Un relleno más que innecesario. Lo que viene después, un disparate al que le falta un punto navideño (esta vez el psicópata en cuestión tiene especial repulsa hacia el color rojo navideño).

Mi consejo está claro: ved directamente la segunda parte porque será como ver la primera y la segunda ahorrando tiempo. Eso no va a pasar porque raro es el que va a la secuela de una, así que plantearos seriamente el avanzar la película hasta el minuto 39.

Estás un día con dos horas por delante y con una suscripción premium a uno de los múltiples servicios de streaming y, tras largo rato vagabundeando por un catálogo eterno y con un árbol de navidad de fondo acabas haciendo click en El Gran Desmadre. Piensas: "No existe otro escenario donde pueda ver esto".

Así que teniendo en cuenta esto, y teniendo en cuenta que no he visto la primera película, el resultado fue mejor de lo esperado. Es una mala película, pero tampoco puedo decir que me aburriera. Eso sí, no entendí qué quería contar, no entendí el mensaje detrás de las idas y venidas familiares, pero dejando el cerebro de lado encontré una... ¿comedia? que me hizo pasar el rato.

Quizá si tienes especial pasión por el género sea mejor.

Aronofsky sigue teniendo ese don maldito para crearte incomodidad, aunque esta vez lo hace desde la claustrofobia y no desde emociones más puras. Madre es una película para dejarse llevar, y aunque sí que es cierto que un alto porcentaje de sus espectadores acudirán raudos a internet para intentar entender lo que han visto no considero tampoco que sea una película experimental o surrealista.

No es lo mejor de Aronofsky, aunque sí que tengo la sensación de que ha sido un poco infravalorada.

Más allá de los videojuegos oficiales, que me parecen increíbles, no consigo encontrar nada en el universo Danganronpa que merezca la pena. He leído libros, he leído cómics y por supuesto he visto estas series de animación, y no hay absolutamente nada que se salve, ni mucho menos que llegue al nivel de la trama principal de los videojuegos.

El primer anime de Danganronpa era salvable. No es algo que recomiende, pero al fin y al cabo se dedicaba a relatar los sucesos del juego sin más. Eso sí, con un ritmo atropellado que quitaba todo halo de misterio o sentido a Danganronpa. En cualquier caso, lo que nos toca analizar hoy es otra historia.

Danganronpa 3 es una continuación del estupendo juego Danganronpa 2, y desgraciadamente se vendió como canon de la saga. Esta rama de la serie -si leéis esto probablemente ya sabéis que se dividió en dos series que alternaban capítulos- presenta un nuevo "juego de muerte" que no podría ser más aburrido. De nuevo como pasaba con el anime de Danganronpa 1 el formato serie no le viene nada bien a un reparto que necesita de muchas horas de profundidad para ser asimilado.

Pero más allá de que la historia no funcione y sea casi un insulto en comparación con los juegos -quitando el casi-, lo que duele de verdad es ese extraño ritmo y ese extraño tedio que convierte a Danganronpa 3 en una serie aburrida.

Si eres seguidor de Danganronpa es difícil que encuentres aquí algo que merezca la pena.

Muerta en su ejecución. La Autopsia de Jane Doe hace que Øvredal pierda casi toda la chispa que consiguió cazando trolls. Su película parte de una estupenda idea, y es en esos minutos iniciales de misterio donde se vuelve tremendamente atractiva. Ritmo magnífico, escenario inmejorable -de estos donde no necesitas nada más- y la sensación de estar viendo una prometedora cinta de terror.

Se estrella contra sí misma.

La película se torna en una sucesión de topicazos cuando lo sobrenatural se abre camino. Su guiño final no es más que un resumen de por qué esta película no reina tal y como se esperaba. Mil sustos vistos mil veces, que hacen que olvides todo lo que había conseguido en sus momentos iniciales. Su ejecución acaba siendo paupérrima por culpa también de un Emile Hirsch insalvable que te saca de la inmersión en más de una ocasión.

Una oportunidad muy desaprovechada para una historia e idea prometedoras. Quizá se merezca una segunda oportunidad en forma de secuela, aunque estas cosas nunca suelen salir bien.