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España España · Almería
Críticas de Gabriel Ufa
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Críticas 677
Críticas ordenadas por utilidad
4
3 de abril de 2011
52 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para ver esta peli hay que partir de una base un tanto infantil: aceptas que un tío se toma una pastilla y es el rey del mundo. Si eres de los que no te lo tragas, esta no es tu peli. Si puedes seguir, puede que te guste, aunque no es lo que se dice una película, ni mucho menos, redonda.

Lo cierto es que es que lo que en un principio parece un interesante descenso a los infiernos, precedido por una descomunal ascensión, poco a poco, fatigosamente, al ritmo de un guión que comulga con ruedas de molino, va derivando hacia un convencional thriller del ratón y el gato.

Una lástima porque parte de una premisa que, bien desarrollada, podría haber tenido un mayor calado. Muchos artistas han desarrollado parte de su obra bajo los efectos de algún tipo de estimulante (llámese droga, alcohol u otros), lo cual le da un plus de veracidad al tiempo que la hace interesante para analizar el proceso de creación, pero desgraciadamente, esto se deja de lado para adentrarse en un mar de aburridas incongruencias del tipo de cómo hacerse rico al instante, tramo donde interviene el que otrora fuera el mejor actor, ahora secundario de lujo, un Robert de Niro al que le va haciendo falta ya un papel de prominencia (siempre están aquéllos DVDs, pero todavía podría hacer algo más).

Todo tiene que ver con ese lastre llamado inspiración, al que incluso alguno de nosotros nos habremos enfrentado alguna vez para escribir unas líneas en Filmaffinity, y del que, aparte de ser el principal foco de preocupación de Eddie Morra (Bradley Cooper), no parece la principal cualidad entre el equipo de rodaje del film, a pesar de estar basada en la la novela “The dark fields”, escrita por Alan Glynn.

En fin, que es una película con algún que otro hallazgo visual y salpicado de un estilo videclipero de ágil banda sonora, pero al fin y al cabo, prescindible, con una molesta voz en off (trata al espectador de lelo) y una trama llevadera hasta cierto punto en que, como el protagonista, despertamos y nos acordamos que no hemos tomado nuestra dosis de pastilla que nos haga ver las cosas de manera diferente, en este caso esta olvidable película.
Gabriel Ufa
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6
7 de enero de 2012
38 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera "Sherlock Holmes" era un exceso divertido, irreverente, un soplo de aire fresco, cogiendo algún elemento del personaje de Conan Doyle (sólo lo esencial) y actualizándolo al cine de ritmo y acción que impera en nuestros días. En este sentido, Guy Ritchie dió en el blanco y la película recaudó 360 millones de € en todo el mundo. Así pues, la secuela estaba servida en bandeja.

Con esta premisa comercial, repetir la misma fórmula con algún aliño nuevo era lo fácil,y por otro lado, esperable. Lo malo es que ese punch de frescura e irreverencia que capitaneaban el factor sorpresa queda ya, en consecuencia, desarticulado.
Se excede Ritchie en el metraje y en su sello de identidad, los momentos fraccionados (por ejemplo, la cámara superlenta de las balas en el bosque, aunque espectacular, resulta abusivo). Por excesivo, roza lo cansino. La trama no tiene nada de especial, auqnue se ha sabido llenar muy bien el contexto de la época con ese interesantísimo clima pre-bélico y los viajes por media Europa. A ello contribuye enormemente el diseño de producción, unánimemente alabado. En fin, todo está encaminado al duelo Holmes-Moriarty, que, esto sí, tiene un desenlace brillante.

Respecto a las incorporaciones, una de cal y otra de arena: acierto total con Jared Harris, un Moriarty a la altura de lo esperado; en cambio decepción total al infame papel reservado a la fantástica Noomi Rapace (I am a Noomi fan), absolutamente desaprovechada y desdibujada.

En definitiva, no busquen demasiada lógica, cálculo y deducción sino mucha acción y espectacularidad elevada al cuadrado, salpicada de altibajos, en un Holmes más negro y ácido (Robert Downey Jr. se desmadra nuevamente), concebido ya en una franquicia comercial.
Gabriel Ufa
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6
17 de marzo de 2009
33 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en hechos reales. Rodada en el estado de Illinois, donde suceden los hechos.
El comienzo nos sitúa en 1932, usando imágenes reales. Entonces eran frecuentes los asesinatos a diario, incluídos un gran número de policías, todo ello relacionado con la prohibición del alcohol, es decir, la "Ley seca".
En uno de esos casos, un policía es asesinado. Frank Wiecez es condenado a 99 años. Tras 11 años encarcelado, su madre ha conseguido reunir 5000 dólares trabajando día y noche, y decide poner un anuncio en el periódico recompensando al abogado que consiga sacar a su hijo de la cárcel. James Stewart es un periodista encargado de investigar el caso.

Es una película valiente en su día, que examina los mecanismos del sistema judicial estadounidense. En esto radica precisamente el interés. Henry Hathaway consigue que vayamos identificándonos con el siempre solvente James Stewart, siguiendo su proceso de indiferencia en un principio, incredulidad más tarde y total implicación finalmente.

Si bien es cierto que comienza con aire de cine negro y que el periodista hace las veces de investigador privado, no puede considerarse como tal, al menos globalmente.

A pesar de algunos fallos y de una atenuada crítica a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y a la Fiscalía, el gran trabajo de de James Stewart, sobrio, preciso, y contundente junto con algunos momentos destacados, especialmente el detector de mentiras ( buena actuación también de Richard Conte), hacen en su conjunto una buena película que invita a la reflexión.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gabriel Ufa
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7
23 de julio de 2009
29 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda película de John Huston, tras el magnífico debut del emblemático clásico de cine negro “El halcón maltés”, demostrando ser un polivalente director, aceptando dirigir este intenso drama, con un fuerte protagonismo de Bette Davis y una Olivia de Havilland, dulce como ella sola.

Es la historia de dos hermanas de Virginia; lo único que comparten es que ambas tienen nombre de varón. Stanley (Bette) es caprichosa, engreída, hace lo que le viene en gana, sólo se importa a sí misma. Es la mimada de la casa y la preferida de su adinerado tío, Charles Coburn (quien subliminalmente siente un deseo incestuoso, en un momento dado le dice que tiene algo para ella en el bolsillo y ella se pone a hurgar para encontrarlo). Por contra, Roy (Olivia) es bella, delicada, cariñosa, servicial, exquisita en sus modales, en definitiva, a-d-o-r-a-b-l-e.

Sin desvelar nada más de los vaivenes del argumento, hay que decir que en su momento hubo voces críticas por la exacerbada actuación de Bette. Según John Huston en su autobiografía, Bette Davis le fascinaba y le dio rienda suelta. Entendía su interpretación como la expresión de su obstinada honradez como actriz. ¿Acaso debería dar un toque de ternura y simpatía a ese personaje racista y malévolo?
Lo que está claro es que ella entendió su personaje a la perfección y que su cometido no era provocar simpatías ni ser remilgada.

Quiero destacar también a la encantadora Olivia de Havilland, que le roba parte del protagonismo a Bette, comiéndose la pantalla cuando aparece, con unos planos fantásticos (posiblemente potenciados por John Huston, con quien mantenía un romance en aquellos momentos). En spoiler comento una escena.

También aparece Hattie McDaniels (ganadora del Oscar en 1940, por el inolvidable papel de “Mummy” de “Lo que el viento se llevó”) como la eficiente sirvienta y sufrida madre de Parry (Ernest Anderson). Hay un tímido alegato por la igualdad racial, sobre la base de que la sociedad no los considera iguales en el escalafón social ni en el profesional.

La dirección de John Huston es firme y sólida, con una fluidez narrativa envidiable, una puesta en escena tan sutil como efectiva, confiriendo al film la velocidad adecuada en cada momento. La película resulta, pues, de lo más entretenida, a pesar de algunos clichés y un maniqueísmo manifiesto, buscado pero elegante (Stanley/Diablo, Roy/Ángel), y sin duda, de lo más funcional, siempre en beneficio del espectáculo cinematográfico.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gabriel Ufa
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3
28 de septiembre de 2010
48 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Machete” es la máxima expresión de la violencia cutre gratuita y sin sentido llevada al extremo. Cuesta admitir que “Sin City” sea obra de Robert Rodriguez, viendo “Machete”. Aquí, desprovisto de los trucos digitales y excelsos efectos visuales, y sin la ayudita de Frank Miller y, sobre todo, de Quentin Tarantino, Rodríguez queda desnudo y se delata.
El film es pura serie B en todos los sentidos. En primer lugar, por una elección personal del director de “El mariachi”, que le imprime la estética, el estilo visual y demás intangibles de tan reivindicado género. Pero, aunque esté disfrazada visual y estéticamente, el resultado es serie B al cuadrado (el que pretende imitar y el que resulta de tan inane engendro), más que nada por la incapacidad de urdir una trama mínimamente creíble y atractiva, y dotar al film de una cierta coherencia narrativa, que además ni siquiera tiene gracia (por ejemplo, al estilo “Bienvenidos a Zombieland”) y lo peor de todo, tampoco se puede tildar de entretenida.

Robert Rodríguez es, sin duda, un director muy efectista, con unos rasgos y un estilo muy definido. Sería fácil señalar sus características: trama sencilla, gore (cuerpos mutilados, chorros de sangre por doquier), ultraviolencia, el dudoso gusto por los vómitos, las chicas ligeras de ropa y disfrazadas (¿homenaje a Russ Meyer?), el rescate de viejas glorias a lo Tarantino como Don Johnson, Steven Seagal etc. Por cierto, resulta lamentable ver a un villano como Steven Seagal - cómo no, absolutamente estereotipado-, que apenas puede moverse por su sobrepeso (¡quién le ha visto y quién le ve!).

Hay además algunas secuencias en que la credibilidad queda por los suelos como la escena de la camilla en el hospital y las sucesivas resurrecciones de Machete; en una de ellas basta con cascar un huevo (“Trata de no desangrarte”, patéticamente mediocre).
Nada se le debe exigir a Danny Trejo, que cumple sobradamente, aunque hay que reconocer su inexpresividad ante todo tipo de situaciones durante todo el film.

Se salva de la quema un Robert de Niro que casi siempre cumple (excelente senador), aunque no sé qué se le ha perdido en este film, y la brillante Michelle Rodriguez (“Avatar”), el mayor aval del film, muy por delante de una Jessica Alba bastante insípida.

Lo cierto es que no se puede tomar la película muy en serio, ya que parece estar concebida como una travesura del amigo y seguidor de Tarantino, aunque, eso sí, sin ninguna gracia y con mucho menos talento.
Gabriel Ufa
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