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Críticas de Benjamín Reyes
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Críticas 117
Críticas ordenadas por utilidad
7
26 de marzo de 2018
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Loving Pablo” tiene en contra la sobredosis de Pablo Escobar a la que hemos sido sometidos en los últimos años a través de varios documentales, la película “Paraíso perdido” (en la que Benicio del Toro encarnaba al narcotraficante colombiano) o la serie “Narcos” (con el inconmensurable Wagner Moura), pero, una vez superados los prejuicios disfrutamos de una notable película.

Más allá de la atracción del mal que producen personajes que desprecian la vida humana, como es el caso de Hitler, aquí el interés reside en que la historia del capo del Cartel de Medellín está contada desde el punto de vista de la periodista Virginia Vallejo, que mantuvo una relación sentimental con Escobar entre 1982 y 1987 y que reflejó en el libro “Amando a Pablo, odiando a Escobar”. En una entrevista reciente que concedió al programa de “La noche de Adolfo Arjona”, en la COPE, declaró: “Casi todos lo han endiosado para vender la leyenda”.

Fernando León de Aranoa muestra su lado humano y su lado inhumano, haciendo hincapié en lo inhumano, incluso ofrece una versión paródica del personaje como ejemplifica la escena en la que corre desnudo por la selva, su acentuada barriga o la secuencia en que aparece con las manos impregnadas de salsa de tomate, que refleja que tenía las manos manchadas de sangre con miles de asesinatos.

Aranoa sigue haciendo cine social, pero su cine además ahora tiene vocación comercial, lo cual no le resta mérito a su buen hacer habitual. En el apartado de interpretaciones, Javier Bardem vuelve a ofrecer una recital interpretativo. Por contra Penélope Cruz solo está correcta, muy alejada del brillante rol que encarnó en “No te muevas”. No faltan las escenas sanguinolentas como el doble asesinato de un hombre y un perro o el desmembramiento de unos contrincantes con una motosierra que muestran en imágenes la elocuente frase pronunciada en el filme: “Esto no es un país, es una fosa común”.

Pablo Escobar murió como se merecía: acribillado huyendo por una azotea. No todos los que llevan su sangre han seguido su camino. Su hijo, Juan Pablo ha renegado de su padre y a escrito un libro y rodado un documental (“Pecados de mi padre”) contando su versión de la historia. Es un hombre de paz que busca la reconciliación con su pasado.
Benjamín Reyes
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8
24 de marzo de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya desde los precisos planos iniciales de las noctámbulas calles de Los Ángeles sabemos que estamos asistiendo a un filme más que notable. Nada hacía presagiar que el debut en la dirección del veterano guionista Dan Gilroy fuera a provocar tal estallido cinematográfico. Su trabajo como guionista en títulos mediocres como “Freejack: sin identidad” (1992) o “Misión explosiva” (1994) no eran precedentes nada halagüeños.
La singular historia de “Nightcrawler” está protagonizada por un suministrador de “porno trágico” que aprende rápido a trepar, llegando a manipular pruebas, e incluso a cambiar cadáveres de ubicación para alcanzar un mayor efectismo en sus grabaciones clandestinas que vende al mejor postor. Louis Bloom pasa de robar material de construcción a “robar” imágenes de accidentes de tráfico o robos con violencia para venderlas a cadenas de televisión sin escrúpulos, a las que lo único que les importa es la cuota de pantalla, y, consiguientemente, los pingües beneficios económicos.
“Nightcrawler” plantea de forma muy elocuente el tema ético de quién es la responsabilidad de que se emitan imágenes macabras en televisión: ¿De quién las graba?, ¿de quién las emite? o de ¿quién las ve? El filme de Dan Gilroy, que conecta con la parte más abyecta del ser humano, no se decanta por resolverle tales cuestiones al espectador. Sin embargo, el que suscribe estas letras siempre ha pensado que la responsabilidad última es del espectador porque nadie te obliga a consumir este tipo de “entretenimiento”. Lo que sí se colige de la película es que las imágenes sensacionalistas y epatantes son una forma de controlar a la población, amedrentándola, inoculándole el mensaje: “El siguiente puedes ser tú”.
El hilvanado guion, nominado en la última edición de los Oscar, incluye el personaje de la editora sensacionalista, encarnada por Rene Russo, que da pábulo a la inmoralidad del arribista Louis Bloom (un espléndido Jake Gyllenhaal). El contrapeso lo ofrece Rick. Este personaje, que hace las veces de ayudante de Bloom, tiene el cometido de mostrarnos el contrapunto moral.
A diferencia de “15 minutos” (2001), “Nightcrawler” no se basa en la acción sino en la reflexión, por eso presenta un ritmo contenido, que juega a su favor. Además, presenta un atractivo diseño de imágenes que recuerda a “Drive” (2011) o “Locke” (2014), películas recientes que transcurren también en horas nocturnas. Asimismo, ofrece la visión opuesta a la reciente “Matar al mensajero” (2014), en la que la vida del protagonista se ve alterada por sacar a la luz los trapos sucios de la CIA. Son modos muy dispares de concebir el periodismo. Si escarbamos en el cine clásico encontraremos joyas como “El gran Carnaval” (1951), “Chantaje en Broadway” (1957) o “En bandeja de plata” (1966) que ofrecen vitriólicos retratos de la profesión periodística y de la condición humana.
En definitiva, “Nightcrawler” es un diáfano ejemplo de que en Hollywood, de vez en cuando, también se ruedan buenas películas en contra de la opinión de parte del público. Las recientes “Foxcatcher”, “Whiplash”, “Boyhood” o “Birdman” son un claro exponente de este argumento. Mejor ir al cine sin prejuicios.
Benjamín Reyes
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7
13 de junio de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el mustio panorama del cine de terror estadounidense actual, en el que se estrena un innecesario remake de “Poltergeist” y un nuevo capítulo de la insípida saga Insidious, resulta reconfortante ver una película como “It Follows”, un ejercicio de estilo que vigoriza y revitaliza el género de terror.
David Robert Mitchell en su segundo largometraje demuestra ser un alumno aventajado de John Carpenter. La localización inicial de “It Follows” retrotrae a la de “Halloween” (1978), el filme que sentó las bases del cine del terror moderno. “It Follows” es un filme que juega inteligentemente con el miedo a lo desconocido del espectador. Incluye todos los ingredientes clásicos del género (una inquietante banda sonora, imágenes desasosegantes, espacios deshabitados…), dotándolos de identidad propia y apoyándose en una multiplicidad de planos (panorámicas circulares, planos generales, medios, cenitales, detalles…) y encuadres que llevan el filme al paroxismo formal. Aunque está protagonizada por adolescentes nada tiene que ver con “El proyecto de la Bruja de Blair” (1999) o la saga Scream, ya que aquí hay un sabio uso de la puesta en escena y una inteligente forma de transmitir el terror, de origen desconocido, a los personajes: a través del sexo. Robert Mitchell, que ya había innovado en la comedia con su ópera prima “The Myth of the American Sleepover” (2010), a la que inoculó dosis de tristeza, vuelve a hacer lo propio en el género de terror, revelándose como un auténtico devorador de filmes de todas las épocas. Se puede rastrear en su película, las huellas de Jacques Tourneur, Alfred Hitchcock, David Cronenberg o David Lynch.
“It Follows” es un diáfano ejemplo de que con imaginación y los efectos especiales justos y necesarios se puede construir una sólida e hipnótica película, que sabe jugar con los tiempos cinematográficos, alternando tempos cadenciosos con otros más ágiles. Por eso no es de extrañar que participara en la Semana de la Crítica de Festival de Cannes 2014, así como en la sección oficial de largometrajes del último Festival de Cannes y en la sección Géneros mutantes, del Festival de Gijón 2014. Su final ambientado en una piscina la emparenta con “Déjame entrar” (2008), esa filigrana fílmica rodada por Tomas Alfredson. Aunque el largometraje de David Robert Mitchell no llega al nivel de maestría de la deslumbrante versión sueca de “Déjame entrar”, sin lugar a dudas, “It Follows” es la mejor película de terror estrenada este año en la cartelera española, en la que también han despuntado “Somos lo que somos” (que pudimos ver en enero) y “Tusk” (en febrero). La primera muestra a una familia de antropófagos en la sociedad actual. La segunda es una desconcertante historia protagonizada por un psicópata que crea hombres-morsa. Lo que deja a las claras que el cine de terror es el contenedor idóneo para plasmar el reverso tenebroso de la especie humana.
Benjamín Reyes
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2
25 de junio de 2016
13 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Billy Wilder dijo en una entrevista concedida en 1975: “Ahora nos enfrentamos a un público que en su mayoría tiene menos de 25 años y carece de toda tradición literaria. Prefieren la violencia sin sentido a una trama sólida; las palabras de cuatro letras a un diálogo inteligente; el desarrollo pectoral al desarrollo de los personajes. Ya nadie escucha. Simplemente se sientan ahí, esperando que se les asalte con una sucesión de choques y sensaciones […]”.
Han pasado más de 40 años y la cosa ha ido a peor. En los últimos años hemos asistido a toda una amplia gama de filmes que parecen competir entre sí por obtener el dudoso honor de ser la película más estúpida de las últimas décadas: “Dos tontos muy tontos (1994), “Vaya par de idiotas” (1996), “Yo, yo mismo e Irene” (2000), “Virgen a los 40” (2005), y un largo etcétera (que invito a que cada espectador complete). En este sentido, la descerebrada comedia “Malditos vecinos 2” presenta su candidatura a este hipotético trono gracias a sus manidos chistes, basados en un humor escatológico, de caca, pedo, culo, que llega a su culmen con el lanzamiento de compresas ensangrentadas de un grupo de díscolas universitarias contra la ventana de sus sufridos vecinos. Si le hace gracia ver a una niña con un consolador en la mano en presencia de sus progenitores o contemplar como una persona le vomita encima a otra mientras copulan debería replantearse si su sentido del humor no linda con el mal gusto.
Lo curioso del caso es que han necesitado hasta cinco personas para escribir un guion repleto de chistes de baja estofa, que se puede resumir en la frase: sexo, drogas y humor de garrafón. Lo más lamentable de “Malditos vecinos 2” es que pretende vendernos un mensaje supuestamente de liberación de la mujer. Algo así como que las universitarias también tienen derecho a desfasar. La igualdad de la estulticia. La única buena película que recuerdo haber visto en los últimos años que muestra la fauna y flora de las juergas universitarias es “Spring Breakers” (2012), del ínclito Harmony Korine, simplemente porque contaba una historia e iba más allá de una fachada de superficialidad.
Ni la presencia de Chloë Grace Moretz, que comparte cartel con la inefable Selena Gómez y el descamisado Zac Efron, ayuda a que “Malditos vecinos 2” sea mínimamente digerible. Una advertencia: si ya ha pasado la pubertad (física o mental) mejor abstenerse de ver semejante memez fílmica.
Benjamín Reyes
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6
18 de marzo de 2018
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
El pasado noviembre pudimos ver en el festival Isla Calavera la película “Bajo la rosa”, de Josué Ramos. Generalmente este tipo de película de bajo presupuesto no suele llegar después a las salas comerciales, sin embargo, en esta ocasión se han roto los pronósticos, de lo cual nos alegramos ya que la cinta del realizador tinerfeño consigue atrapar al espectador desde el principio hasta el final.
“Bajo la rosa” no es su ópera prima, ya que ha rodado previamente “Involucrado”, una cinta que plantea el tema de la violencia de género en clave de falso documental, y que se pudo ver en el extinto festival CinEsCena. No está muy lejos “Bajo la rosa”, de “Involucrado”, tanto temáticamente (ambas exploran en el terror cotidiano) como en sus magros recursos. Como él mismo dijo en la presentación en Isla Calavera se grabó en diez días de rodaje, con el obstáculo de que el equipo técnico lo dejo tirado a solo tres días de empezar a rodar, e, incluso tuvo que poner dinero de su bolsillo.
Sin embargo, la falta de recursos técnicos es suplida con una puesta en escena sencilla y eficaz y un plantel de cuatro actores liderados por Ramiro Blas. Si “Bajo la rosa” es una buena película es en gran medida gracias a este actor argentino, que con su inconmensurable actuación y presencia sustenta la película. Le secunda un notable Pedro Casablanc (que conocemos, sobre todo, por su rol de Bárcenas en “B”), una solvente Elisabet Gelabert y un irregular Zack Gómez (en el papel del hijo).
El tema del filme es que todos tenemos un secreto que ocultar, y en torno a ello gravita esta historia sobre el secuestro de una niña en el seno de una familia media. Y hasta ahí puedo contar... Lo que que se dice bajo la rosa se queda bajo la rosa.
Benjamín Reyes
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