La verdad es que Sakaguchi dió un paso atrevido al tratar de crear un filme con personajes fotorrealistas creador por ordenador.

Pero cometió varios errores: el primero de ellos, llamar "Final Fantasy" a un filme cuya relación con la famosa saga de videojuegos es nula. Su segundo error fue aceptar un guión confuso empapado de mentalidad new age que equidista entre la clásica fantasía de anime japonesa y la acción hardcore de "Aliens".

Pero hay que valorar el intento. Sin este filme, tal vez no hubiera existido "Polar Express" y numerosos filmes que probablemente cambiarán el cine.

Es decir, que aquí pasa un poco como ocurrió con "Tron": una adelantada propuesta tecnológica (tal vez planteada antes de tiempo) que no es respaldada por una buena historia.

Vale... sí... La puesta en escena es elegante, los actores están ajustados (¿qué esperaban? Están Spike Lee, Clive Owen, Denzel Washington, Jodie Foster, Christopher Plummer y Willem Dafoe todos en un mismo filme) pero la historia me falla.

De acuerdo: el guionista ha heco los deberes y es extremadamente listo. Pero mi menda está ya hasta las narices de planes perfectos tramados a base de ingeniosas trampas guionisticas.

Y lo peor de todo es que las razones del famoso robo, vistas con un poco de frialdad, no tienen ni pies ni cabeza.

Es lo que pasa cuando se quiere seguir soprendiendo al público con giros de la trama en una época en la que todo se ha hecho ya...

Que los giros se vuelven bastante risibles.

Drag Queens, banda sonora aturdidora... y sin embargo la obra de Shakespeare mantiene su poderío. Leo Dicaprio es una elección lógica para Romeo y se respetan los diálogos de la inmortal obra pese a adaptarla a la actualidad (lo cual provoca el interesante choque de ver a jóvenes contemporáneos o a agentes de policía hablando con teatral corrección), provocando que esta sea una versión de la obra menos rupturista de lo esperado.

La mayor ventaja del exceso visual del director es que logra hacer accesible la obra de Shakespeare a los y las adolescentes actuales, mostrándoles los clásicos de la dramaturgia de un modo... distinto. Por otro lado, Luhrmann propone una interesante forma de revisitar a los clásicos en la gran pantalla.

Y al final y con todo, la obra sigue siendo la misma. Imposible de alterar, dramática y poderosa.

Ni siquiera un cineasta videoclipero puede reducir su grandeza.

¿Responda?

Oootro remake insulso e inútil para la saca, muchach@s. La historia carece de conflicto, las canciones de Jagger saturan por sobreabundancia y los planos son de un videoclipero que tumban.

¿Reflexiones en voz alta sobre la relación de pareja? Olvídense. Las palabras de Law parecen surgidas de una galletita de la suerte. Sabiduría cero. ¿Una mirada crítica a la falta de compromiso de algunos hombres? Nanai. Tres cuartas partes de los mismo.

Y es que es el mal endémico del cine norteamericano actual: NO TIENE ALMA. O te inundan la duración de un largometraje con efectos digitales y batallas, descuidándose de los personajes, o hacen una película basada en relaciones humanas que fracasa por completo.

Porque... afrontémoslo: los guionistas (y el director) de "Alfie" NO TIENEN NADA INTERESANTE QUE DECIR. El comportamiento de los personajes es irreal, rozando el más cansino de los clichés. El drama carece de aristas y roza el melodrama televisivo.

Es lo que sucede cuando uno no tiene reflexiones que ofrecer: que utiliza las de otros.

Igual que en muchos filmes actuales surgidos de las ¿mentes privilegiadas? de la gente que trabaja en Hollywood: Intentan hablar del ser humano, por NO SABEN LO QUE ES EL SER HUMANO. Todo queda resumido a simplificaciones que apestan a dejá vú, adornadas con bonitos planos y una BSO agradable.

¿Y el resultado en este caso?

Romo. Cargante. Simplón. Insulso... (añada su adjetivo aquí)

Y además le hace a uno sentirse miserable: si uno es hombre, no es Jude Law, un tipo atractivo que se acuesta con bellas mujeres llenas de clase y estilo. Si eres mujer, no eres como ellas y no te beneficias al chaval ya mencionado.

Lo dicho: enervante.

Un minero mítico por sus hazañas bélicas (una suerte de Baba Yaga) se enfrenta a un grupo de nazis al final de la guerra debido a que le han robado su valioso oro.

Y no hay más chicha, oigan.

Tenía mucho bueno oído del film, así que me ha decepcionado. La violencia es extrema por locuela, pero se choca de lleno con una narrativa carente de hondura y un tono seco casi walterhilleriano.

Y sí, la cosa está bien cuando hay toñas. Pero, al igual que un Tyler Rake, no basta con ello.

Una propuesta curiosa. y ya.