Como algún que otro título del cine USA de ciencia-ficción de los años 50, esta película, dirigida por Nathan Juran como Nathan Hertz (su verdadero apellido), da mucho menos de lo que promete, y la película promete en primer lugar por su título, de un tono absolutamente "exploitation", y también por su famoso cartel, en el que la protagonista parece que va a sentarse sobre una autopista. El cartel es, ciertamente, memorable, pero aquí hacemos crítica de cine, no de carteles de cine, y, si nos centramos en la película, hay que decir que es bastante mala, tanto por el guión como por las interpretaciones del reparto, y, por supuesto, por los efectos especiales, muy pobres. Tal vez Bert I. Gordon, cineasta especializado en cambios de tamaño, la hubiera hecho mejor.

Este film es un film de culto en los Estados Unidos, pero desde luego es un film de culto sobrevalorado, que se puede encuadrar en una corriente del cine USA de ciencia-ficción de los 50 que une ciencia-ficción y melodrama, como por ejemplo "I Married a Monster from Outer Space" (1958), de Gene Fowler Jr. A destacar que pocos años después Federico Fellini homenajearía el film de Juran en el episodio que dirigió en "Boccaccio 70" (Boccaccio 70, 1962).

Por cierto, la protagonista, encarnada por Allison Hayes, minimito del "cinema bis", no es una
sufrida ama de casa, como dice la sinopsis de Filmaffinity, sino una riquísima heredera engañada por su infiel marido (William Hudson), que quiere "deshacerse" de su mujer para heredar su fortuna, y gastársela con su amante (Ivette Vickers).

Parece un documental hecho a toda prisa entre las elecciones municipales y autonómicas del 29 de mayo de 2023 y las generales del 23 de julio de este mismo año, con la idea de dar un repaso general no sólo al presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, sino también a su trayectoria política desde junio de 2018, desde que se impone a Mariano Rajoy en la moción de censura, hasta ahora, y a su ideario político, suponiendo que lo tenga.

Parece un documental hecho con la sensación de que Sánchez estaba ya acabado como político, y de que iba a perder las elecciones generales, cosa que no ha sucedido, pues se da por ganador pese a haber perdido, como Donald Trump entre noviembre de 2020 y enero de 2021. Es como si la propia decisión de Sánchez de adelantar las elecciones generales hubiera hecho que este documental se realizara, de ahí la urgencia.

Lo que se dice es interesante, y seguramente cierto, y la idea de presentar a los militantes y votantes del PSOE (ese rancio partido de derechas que se hace pasar constantemente por "progresista") como ovejas revela ingenio y creatividad, pero un maestro de la mentira y la propaganda como Sánchez merece una crítica más ingeniosa y contundente, con más duración, con algo más que una concatenación de entrevistas a políticos ex-socialistas o situados fuera de la política activa. "El autócrata" es una crítica que se queda corta. Resalta su elegancia, sin duda, pero, por desgracia, con un político así no valen gran cosa las elegancias.

Nunca un título impuesto por la distribución española fue tan estúpido e injusto, pues el ex-preso del título viene sin duda de Vietnam, como indican todos los datos que nos da este film, impactante, seco, lacónico y a la vez modelado con un curioso estilo naturalista, que da una gran verosimilitud a la durísima odisea personal del protagonista, un William Devane convertido en un héroe de la Guerra del Vietnam capturado por el enemigo y sometido a cárcel y tortura. Este hombre, el Mayor Charles Rane (Devane) sale de un infierno para caer en otro: la vuelta al hogar no garantiza nada, el peligro acecha incluso en casa.

Lógico es, pues, que un superviviente nato como Rane salga de su pasividad inicial para iniciar una violenta venganza, y aunque este personaje parece, a veces, haberse vuelto loco, la historia nos obliga a ponernos de su parte, pues parece arrastrar con él todo el dolor y la pena del mundo. La participación de Paul Schrader como autor del argumento y co-guionista de la cinta es significativa, y tal vez permite entender mejor obras coetáneas como "Taxi Driver" (1976), de Martin Scorsese.

Es una película sucia y violenta, que tiene que ver con el cine protagonizado por Charles Bronson en aquellos años, en cuanto a que el personaje de Devane opta por el individualismo más absoluto, y también recuerda al cine de Sam Peckinpah, concretamente a "La huida" (The Getaway, 1972), y no sólo por los escenarios de la frontera entre los EE. UU. y México. Hay que rescatar a este film de John Flynn del olvido, redescubrirlo, y reivindicarlo. Y, por supuesto, echar de menos los tiempos en los que las actrices (como la muy atractiva Linda Haynes en este caso concreto) ni llevaban sujetador, ni estaban operadas.

Con el título de esta crítica resumo en pocas palabras el contenido y el enfoque de este largometraje dirigido por Antonio Fraguas, más conocido como "Forges", merecida estrella del humor gráfico español, que antes de dedicarse de lleno al humor gráfico trabajó en TVE. En los años 70 comenzó una carrera cinematográfica como director, siendo "País, S.A." su ópera prima, una comedia disparatada que lleva a la gran pantalla su crítico y agudo humorismo gráfico publicado en la prensa. Unos ladrones de poca monta (María Luisa San José, Paco Algora, Antonio Gamero y Roberto Font) se unen a un gánster aficionado (Manolo Zarzo) para secuestrar a un empresario corrupto (Fernando Delgado), que, deseando desaparecer del mapa para librarse de la ley, colabora con sus secuestradores en su propio secuestro.

En este universo de ficción todo el mundo roba y engaña a todo el mundo, describiéndose un panorama social desolador. Entre situaciones que rozan el absurdo y lo surreal, y citas de notable cinefilia (en cuanto al cine español, sobre todo), "Forges" da al conjunto una gran frescura, vitalidad e irreverencia, e incluso ciertos toques de poesía. El reparto de actores, reforzado por sorprendentes colaboraciones episódicas, añade interés a la historia. Y la música de Víctor y Diego es muy bonita.

Sin duda es una obra a descubrir o redescubrir. Es una verdadera pena que "Forges" no dirigiera muchas más películas.

Veo que, en cuanto a su título en España, a este largometraje le ocurre lo mismo que en cuanto a su título original, pues en la "Guía del Cine" de Carlos Aguilar aparece como "La línea de la muerte". Dicho esto, este film de terror, que especula con la existencia de una comunidad de supervivientes adaptados a la vida en el subsuelo de Londres, que habrían degenerado y caído en el canibalismo, es muy curioso, sin ser perfecto, y el estar dirigido por el director de "Muertos y enterrados" (Dead & Buried, 1981), le hace aún más interesante.

Tal vez le falta algo de ritmo, y el guión no exprime del todo la premisa argumental, y, en fin, la película no ofrece todo lo que promete -todo lo que promete, al menos, su muy sugerente "poster"-, pero, a pesar de todo, es un film de terror tan sugerente como original, que plantea la existencia de una raza oculta de mutantes, o casi, que se alimenta de carne y sangre humanas. Hay además una soterrada crítica del clasismo de la sociedad británica, no tan desarrollada como se merecía: los mutantes son descendientes de obreros decimonónicos sepultados tras un accidente en el que no cuesta mucho imaginar las malas condiciones laborales reinantes, y, en fin, estas víctimas viven abajo, en el subsuelo. Por supuesto, el caníbal superviviente es un verdugo, pero también una víctima.

Pese a sus fallos y limitaciones, "La línea de la muerte", el primer largometraje de Sherman, es una película que llama mucho la atención. Es, además, la película favorita de Guillermo del Toro, lo que se advierte en "Mimic" (1997).

La breve aparición de Christopher Lee como un misterioso agente del MI-5 es un "bonus".