La primera vez que una película de estas características no sólo me engancha de la manera que lo ha hecho en mucho tiempo, sino que tiene el detalle de mejorar conforme avanza. Toda una sorpresa. Más allá de una correcta presentación, una fotografía y ambientaciones reales que delatan el presupuesto invertido, está la historia. Una que arranca a medio gas y que se crece con cada secuencia hasta la revelación final.

Por supuesto hay cosas que nos tenemos que creer en este tipo de películas y el factor denuncia está ahí (descubriremos la procedencia de varios de los elementos de teléfonos móviles cotidianos que usamos y desechamos cada día sin importarnos de dónde ha venido: de las ensangrentadas minas de coltán). Belén Rueda vende de forma convincente, aunque para mí la verdadera estrella de la película (la cual hasta su personaje desprende bastante más profundidad tan sólo con la mirada) es el debutante Iván Mendes. Tenemos la historia de amor y desilusión familiar de fondo que funciona como catalizador de la trama y la mantiene en movimiento.

Todos los elementos están ahí y todos funcionan bien. Pero cómo la historia se resuelve con la confesión final de un personaje clave acerca de lo que de verdad pasa en la selva, así como escenas impactantes como la descarga virulenta de violencia en un poblado o campamento familiar que nos conduce a su acto final -en la que vemos cómo los "futuros" soldados son despojados de su inocencia de un tiro mortal obligados a apretar con su propio dedo- son detalles significativos y hasta arriesgados que elevan el conjunto por encima de muchas otras apuestas. Sólido entretenimiento de buen guión y buena factura.

Steven Spielberg no nos ha dejado, por mucho que a veces se le vaya la mano con la historia (‘Lincoln’) o con sus propios mitos (‘Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal’). Nunca se ha traicionado a sí mismo, aunque sí que parecía alejarse por momentos del nivel de maestría (‘La lista de Schindler’) y suspense (‘Tiburón’) que lo lanzó al estrellato. Se ha dejado endulzar el oído por los éxitos históricos y está tirando de ese hilo más que por el del cine de entretenimiento de calidad. Con esta ‘Los archivos del Pentágono’ la verdad que me esperaba otro ladrillo narrativo adornado con grandes estrellas. Y lo que me he encontrado ha sido el mejor Spielberg en bastante tiempo. Y uno especialmente enérgico para sacar adelante una historia de redactores y diálogos digna de ‘Todos los hombres del presidente’. Ahora bien, no la encuentro como una nueva joya del director.

Meryl Streep y Tom Hanks están fantásticos, pero ellos siempre están fantásticos. Necesitan algo más para destacar por encima de su media -que es extraordinaria-. Sobre todo Streep se apodera de la cámara con ganas cada vez que aparece (Hanks se halla aparentemente tan cómodo que no le veo ni esforzarse), pero veo más a los actores haciendo de sus personajes que a los actores desaparecidos en sus personajes. Ese es el problema para mí. El resto del reparto responde positivamente. La dirección de Spielberg conjuga vista y oído de forma tan maestra y elegante como cabe esperar. Pero ahí esta, es como esperaba. No hay nada especialmente tenso o fresco en la cinta. Vale que está basada en hechos reales fidedignos, pero es más un discurso elegante acerca de los eventos que perfilaron la historia como la conocemos hoy antes que una película de suspense que te tiene a su merced total (que creo yo que lo podría haber sido sin muchos problemas). Y mira que se mueve con soltura. Pero el nervio lo imprime el director con su cámara y se nota. A pesar de los posibles paralelismos con las “fake news” de la era Trump y el alzamiento de la figura silenciada y maltratada de la mujer, no hay nada especialmente sobresaliente.

‘Los archivos del Pentágono’ da dos horas de buen cine. Su limitación reside en que en sólo contados momentos consigue ser gran cine. Spielberg debería dejar las bienintencionadas -aún oscuras y reales- clases de historia a un lado e intentar ser un orador tan tensamente entretenido como su Indy de antaño, lidiando con la historia pero acelerándote el corazón al mismo tiempo. Es tan sólo mi opinión. Ahora bien y todo dicho: un trabajo bien hecho por parte de todos los profesionales involucrados.

He conseguido ver Annabelle: Creation en versión original tras todo el hype positivo que la rodeaba en sus críticas en general y he de decir que una vez acabada la pongo al mismo nivel de su primera entrega (la cual nunca consideré la basura que muchos parecen considerarla, aunque sí coincido que distaba bastante de ser correcta o buena).

La historia sigue los tópicos y clichés de manual en términos argumentales e interpretativos ("no entres en esa habitación", personajes desobedientes, sabes que hay algo amenazador al otro lado de la puerta y aún así -mención especial a Stephanie Sigman en un personaje principal tan mal interpretado que no lo merece, queda un poco mejor como la fugaz chica Bond de "Spectre"-), así como los sustos o "jump scares" se antojan de abusivos -un problema muy común, por desgracia, del cine de terror actual pues parece que ya no se concibe un terror de verdad sin un screamer- y es realmente triste pues sólo la atmósfera de esta película es capaz de llevarte al límite en sus mejores momentos (*zona de spoliers) y aún así depende de sustos y trucos efectistas de sonido que pueden buscarse en tráilers o spots de YouTube perfectamente sin necesidad de ir al cine.

No obstante, hay mal rollo de verdad en buena parte de la cinta (¡maldita muñeca!, ella sola se roba la película), no traiciona su lógica interna en virtud de asaltar al espectador como sí pasó en Nunca apagues la luz y cómo la historia conecta con la primera es inesperadamente inteligente. Esta secuela entretiene y te saca sobresaltos facilones, pero si este universo terrorífico quiere mantener el nivel de sus memorables películas madre con los Warren de protagonistas va a tener que dedicar más tiempo a pulir sus historias antes que a buscar subidas de sonido más altos.

Cuando Netflix mete gol ('Forgotten', 'El juego de Gerald' o la expectativa a la inminente 'Aniquilación') se le reconoce. Y cuando nos trae apuestas disfrutables, divertidas o pasables ('The Cloverfield Paradox') también. Pero cuando trae castañas, las trae bien quemadas. Ya pasó con 'Puertas abiertas'. También con 'Mudo (Mute)'. Y ahora con 'The Outsider'. No es que sea la peor película de la historia, pero sí es la peor película que se nos podía entregar sabiendo el nivel de la plataforma y teniendo a un peso pesado como Jared Leto dentro.

La trama es una sucesión de clichés ya vistos y sin gracia. Deliberadamente lentos, Aupados en prolongados silencios y miradas vacías que estiran un chicle que ya se ha roto hace mucho (los que se quejaron de 'Blade Runner 2049' -para mí, fascinante- mejor que ni vean esta). Leto necesita un mejor olfato como en la mencionada secuela del clásico de Ridley Scott y no meterse a estas cosas. Ya sabemos que mola, que tiene un porte envidiable. Pero que la película sean dos horas de su mirada intensa me cabrea.

No cuenta nada nuevo y no cuenta nada relevante tampoco. Dos horas de silencios y miradas, de gente golpeándose y matándose entre ellos que no me han llevado a ninguna parte. Una absoluta pérdida de tiempo, a mi juicio indefendible se mire por donde se mire. Igual le hacía falta una mano más comercial. Igual más ritmo. O igual un guión decente como mínimo.