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Críticas de kubrick_is_alive
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Críticas 131
Críticas ordenadas por utilidad
6
6 de febrero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El libro de la vida” comienza con unos niños norteamericanos que acuden con pocas ganas a un museo, donde una azafata les recibe para enseñarles la sala dedicada a México. Allí la azafata les contará la disputa por el amor de una bella joven entre un joven torero que aspira a ser cantante y un héroe local cuyas medallas dan buena prueba de su valentía, mientras La Muerte y Xibalba se apuestan entre sí sus respectivos reinos, la Tierra de los Recordados y la Tierra de los Olvidados, en función de quien consiga casarse con la chica.

Con esta breve sinopsis, que prácticamente se nos desvela durante los diez primeros minutos de la cinta, el debutante Jorge R. Gutiérrez viene a resumir a su vez el espíritu del que supone su puesta de largo en la animación. Su debut no pretende más que acercar la cultura y folclore mexicanos del sur al norte en particular, y en ese sentido se convierte en un escaparate que consigue estrechar lazos entre culturas tan cercanas geográficamente, pero alejadas en su idiosincrasia.

Su propuesta acierta no sólo en contarnos las tradiciones de todo un pueblo y todo lo relativo a una celebración como el Día de los Muertos, sino que a la vez da en el clavo al reírse de todos los tópicos de los gringos hacia los mexicanos, así como al poner en tela de juicio, que no condenándolas, algunas de las características fundamentales de algunos de estos acervos, como la tauromaquia. Sin embargo, comete el gran error de confundir el acercar la cultura a Estados Unidos con americanizarla, utilizando gags más propios de una propuesta que pretende abrirse un hueco entre audiencias más amplias y se olvida de que es más importante contentar a unas más modestas. Una americanización que también se evidencia en su propia banda sonora, donde encontramos versiones de éxitos del rock en anglosajón de Elvis Presley o Radiohead al más puro estilo pop, algunas cantadas por sus propios personajes.

Lo que acusa esta película es pura falta de identidad personal. Podía funcionar perfectamente gracias a su trama, sus personajes y la lección que da sobre el peso del legado, de crear nuestra propia historia y no vivir siempre a la sombra de nuestro apellido, sin necesidad de todos esos intentos de empaquetarla y venderla a un público adicto a los productos basura. Y es algo curioso considerando que su productor es Guillermo del Toro, un cineasta que ha sabido confeccionar un cine fronterizo, encontrando el perfecto equilibrio en su filmografía entre sus raíces culturales y el cine mainstream.

Sin embargo, la propuesta de Gutiérrez compensa este grave defecto con una puesta en escena espectacular, un sentido del ritmo que la hace tremendamente entretenida y una animación de primer nivel. La historia protagonizada por estos muñecos de madera animados digitalmente divertirá a espectadores de todas las edades, pero es menos abanderada de la cultura mexicana de lo que ella misma cree ser.

A favor: el nivel de su animación, y que entretiene
En contra: el empeño por acercar la cultura mexicana al norte a base de americanizarla
kubrick_is_alive
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7
30 de noviembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay mejor objeto para describir la filmografía de Javier Fesser que la bombona de butano. Y a la vez no existe mejor elemento representativo de esta España que arrastra chapuza tras chapuza. Así la ha entendido también siempre Francisco Ibáñez. Para los dos no existe mejor forma de retratar nuestro país que reírse de él a base de botijos, cachiporras y porrazos en la napia. Ya en 2003, Fesser entendía el humor de Ibáñez como un divertidísimo slapstick de límites inabarcables, al mismo tiempo que convertía su filmografía de la bombona de butano en la única capaz de llevar las aventuras de los agentes de la T.I.A a la gran pantalla, con todo el riesgo que ello conlleva.

Por esta razón, la vuelta del universo del director al del historietista no podía ser más bienvenida, pues los dos tienen un concepto idéntico de lo que es la comedia, y la concepción de ese humor y de sus mundos no podría encajar más perfectamente. No hay nada en “Mortadelo y Filemón contra Jimmy El Cachondo” que no explotara ya Fesser en “La gran aventura de Mortadelo y Filemón”. Mismo sentido del gag patrio basado en reírse de la actualidad más inmediata, aunque ello conlleve insertar algún pasaje de comicidad discutible –la mofa hacia cierto reality revienta audiencias-, y en la idea de que no hay límites físicos para sus protagonistas.

Pero aquí hay una diferencia fundamental. Su condición de película de animación 3D le permite ir más allá al cineasta de lo que ya lo hizo hace una década. Fesser se mueve como pez en el agua en su salto a la animación y plasma con todo lujo de detalles el universo de Ibáñez, y a la vez lleva aún más al borde del imposible las capacidades físicas de sus personajes. Puede que su guión no sea todo lo complejo que pudiera haber sido, o que esté pasada por un filtro infantil que no impide que disfruten de ella los mayores, o incluso que algún gag se alargue demasiado en el tiempo, pero su modelo de entretenimiento está tan bien calibrado que no levanta el pie del acelerador en ningún momento.

Estamos posiblemente ante la mejor cinta de animación 3D española de la historia, esa que aúna algo que a otras compañeras como “Las aventuras de Tadeo Jones” o “Planet 51”, aunque muy buenas ambas, se les resistía: su capacidad de ser originales y de dar gags visuales y de guión a la altura de la factura técnica del producto. Y pese a que la filosofía del trompazo constante y el sentido del ritmo frenético de esta nueva misión imposible de los dos agentes puedan resultar a partir de cierto punto de la historia algo repetitivas y agotadoras, no deja de ser un divertimento que funciona con más precisión que un invento del profesor Bacterio. Fesser ya ha pedido disculpas por abandonar al dúo de Ibáñez tras el desastre de su secuela. No es necesario, con este film se ha redimido. Pocas veces me ha hecho tan feliz ver una bombona de butano en la gran pantalla. O más de una.

A favor: su factura técnica, sus gags, la vuelta de Fesser y las posibilidades de la animación 3D de llevar al imposible el slapstick
En contra: su sentido del ritmo y su filosofía del trompazo constante pueden resultar agotadores
kubrick_is_alive
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5
10 de abril de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si Steven Soderbergh hace definitiva algún día esa jubilación anticipada que lleva vendiendo desde hace algún tiempo, el mundo el cine lo va a sentir muchísimo. Porque estamos, posiblemente, ante el cineasta indie más prolífico, elegante y comercial de los últimos veinte años. Y, sobre todo, porque aunque haga una obra menor, siempre resulta interesante ver su nueva propuesta en una filmografía llena de desafíos y poco dada a acomodarse en la industria.

“Efectos secundarios” es una nueva muestra de su adaptación a cualquier terreno cinematográfico, de esa versatilidad de la que lleva haciendo gala desde sus comienzos. Aquí se intuyen sus constantes artísticas, esa luminosa fotografía repleta de sus tonalidades características bajo su inseparable pseudónimo Peter Andrews, ese inteligente uso de la música ambiental con fondos sintéticos que acompaña perfectamente a cada escena, ese reparto repleto de caras conocidas tremendamente correctos en sus papeles –a destacar Rooney Mara, todo un torbellino de estados de ánimo-, ese aire de elegancia en la puesta en escena.

Podría decirse que “Efectos secundarios” es prima lejana de otro trabajo suyo, “Contagio”, por la premisa argumental que aborda. Si allí jugaba con esos pequeños objetos que servían de foco de transmisión de una epidemia a escala mundial, aquí juega directamente a desenfocar a sus personajes, como víctimas de esos efectos secundarios de los fármacos que pretende denunciar el film en su primer tramo. Soderbergh juega con la composición de planos, con el sonido, y sirve su película con una inteligencia en la dirección sublime. Por algo es quien es, y en materia de dirección es un maestro.

El problema del film radica en otro terreno ajeno al director. El guión de Scott Z. Burns comienza bien, durante su primera hora es interesante, atractivo. Pasa del drama a la denuncia farmacológica sin despeinarse. Sin embargo, sus giros argumentales comienzan a jugar en su contra cuando el conjunto deriva en un thriller resultón, pero que deja cierta sensación de déjà vu -¿alguien recuerda “Las dos caras de la verdad”?-, para acabar abrazando el suspense de telefilm de sobremesa en sus últimos veinte minutos. El final feliz se vuelve entonces incluso más incómodo que el de “Contagio”, con la que comparte guionista, y ya solamente nos queda elogiar la realización de un maestro como Soderbergh, que aquí parece haber resumido toda su filmografía, algo que viene confirmando con cada nuevo proyecto. Para él, nunca existirá un producto menor, sino como mínimo trabajo alimenticio y sin pretensiones. Ojalá no se retire nunca.

A favor: Rooney Mara, la pulcra dirección de Soderbergh
En contra: el guión acaba haciendo aguas en su tramo final
kubrick_is_alive
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7
17 de mayo de 2007
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Perfectamente narrada, la segunda película de De Niro como director nos avisa acerca de quiénes gobiernan el mundo, hombres sin piedad que toman decisiones arbitrariamente y con una frialdad sorprendentes. Su discurso es tan actual que se le perdona la gelidez de la misma propuesta y su lento desarrollo y extenuante duración. Una buenísima segunda película en la que lo peor está en un protagonista tan inexpresivo como Matt Damon, incapaz de gesticular más allá de sus horribles gafas.
kubrick_is_alive
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3
22 de julio de 2015
12 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 2012, Seth MacFarlane conseguía algo tan difícil como era articular un familiar discurso narrativo deudor de esa comedia de finales de los 80 y principios de los 90, enterrado bajo finas capas de incorrección política y cierta tendencia a la comedia cafre. El creador de “Padre de familia” hablaba de buena parte de esa generación geek que creció con “Flash Gordon” como superhéroe mesiánico y paternal a idolatrar, y lanzaba una moraleja sobre la inmadurez materializada en forma de osito de peluche que servía como reflejo del espíritu del propio film. Tierno por dentro, gamberro por fuera.

El director y guionista, y también voz de su trasunto cinematográfico juguetero, combinaba a la perfección su tendencia hacia la comedia gamberra con la ternura de la propuesta. Ése era el mayor logro de aquel taquillazo, un logro que no alcanza en su continuación. Sigue haciendo acto de presencia la comedia soez –la asquerosa pero tronchante escena en el banco de esperma-, las mil y una referencias a la cultura pop en forma de diálogos –la diferencia cultural entre los personajes de Mark Wahlberg y Amanda Seyfried, la escena con los fans de “Star Wars”- o directamente secuencias completas –“Mejor sólo que mal acompañado”, “Jurassic Park”-, y todos esos momentos que tanto entusiasman a su máximo responsable, como los números musicales y los cameos de estrellas tan desconcertantes como ver a Liam Neeson comprando una caja de cereales para niños.

Pero en general, “Ted 2” es una propuesta más orientada a satisfacer a MacFarlane que al gran público. El mensaje aquí es lo de menos, prima el humor gamberro en el conjunto, y al final la película acaba acercándose en puerilidad a la nada memorable “Mil maneras de morder el polvo”. Es un refrito de lo que le hace gracia a él y a los que le ríen dichas gracias, y la prueba de que los muchos gags que atesora funcionan mejor en pequeñas dosis catódicas que en un film que roza las dos horas de duración. Puro relleno en el que, si eliminas los puntos muertos y las escenas que no llevan a ningún lado, como todo ese viaje a Nueva York para ver a Morgan Freeman o la escena musical de los créditos iniciales, acabas quedándote con un episodio de alguna de sus series televisivas.

Ted es un viejo conocido, y hasta ahí pierde la capacidad de sorpresa que pudo haber tenido la cinta. Porque pudo tenerla, pero no en manos de MacFarlane, que ha hecho lo que ha querido con el producto que tenía entre manos. Para mal en este caso, porque llega a aburrir incluso. “Ted 2” es una indigna secuela destinada a todos aquellos que no tengan demasiadas exigencias, para los que se quedaron en la parte más vulgar de la anterior entrega. Una secuela en la que no hay avance alguno con respecto a la premisa que ya conocíamos, y que antes que madurar prefiere idiotizarse a sí misma tanto como el personaje encarnado por Wahlberg. Sin nada que contar y sin la tierna moraleja. Aquí ha ganado el gamberrismo idiotizado.

A favor: algunos gags funcionan
En contra: no es más que un compendio de todo lo que le hace gracia a Seth MacFarlane
kubrick_is_alive
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