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Críticas de Natxo Borràs
Críticas 2.192
Críticas ordenadas por utilidad
6
6 de junio de 2012
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la prometedora ciudad de Edison, existe una unidad de élite de la policía llamada FRAT especializada en asaltos. En una batida, dos agentes, Lazerov (Dylan McDermott) y Deed (LL Cool J) se ven implicados en un homicidio premeditado por el primero. En el juicio el periodista Pollack (Justin Timberlake) sospechará de algún que otro asunto turbio. Su investigación, basándose en el testimonio de Deed, le verá envuelto en un conflicto de intereses que puede llegar a salpicar la reputación del jefe de policía Tilman (John Heard) e incluso la del Fiscal del Distrito Reigert (Cary Elwes). Pollack, con su vida colgando de un hilo, se ayudará de un investigador, Wallace (Kevin Spacey) y su propio jefe, Ashford (Morgan Freeman) dueño de un periódico.

Aceptable thriller policíaco planteado en unos pilares institucionalizados por una ciudad dónde se intenta erradicar la delincuencia y los bajos fondos pero que en el fondo la corrupción reina en las instituciones (de un lado a otro tenía que salir tanta inmundicia). David J. Burke, un director todavía no reconocido, firma con elegancia un producto casi destinado al entretenimiento que al simple ejercicio de intriga habitual en éstos filmes.
Natxo Borràs
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6
29 de abril de 2012
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque es su segundo trabajo, “Amblin” se constituye como el “primer” trabajo oficial de Steven Spielberg y su tarjeta de visita que le abrió las puertas a la televisión (dirigiendo algún capítulo de “Colombo”) y presentándonos dos magistrales piezas de terror cotidiano como son “El Diablo Sobre Ruedas” (Duel, 1971), estrenada primero en la televisión por cable para estrenarse, debido a su éxito en la gran pantalla, y la sobrenatural “Algo Diabólico” (Something Evil, 1972), a la que posteriormente vendrían la comedia dramática “Loca Evasión” (The Sugarland Express, 1974) y el horror de los horrores a pie de playa en “Tiburón” (Jaws, 1975).

Pero ya en 1964 había montado un corto casero, entre otros desde 1959, titulado “Firelight”, un híbrido de terror y ciencia-ficción de andar por casa en que unas esferas lumínicas del espacio terror invadían la tierra y atacaban a la gente. Posteriores obras como “Algo Diabólico” y “Encuentros en la Tercera Fase” (Close Encounters of the Third Kind, 1977) son deudoras de una curioso trabajo que llegó a prolongarse a casi tres horas de metraje.

“Amblin” sin embargo es un trabajo de campo. La gran oportunidad que le ofrecieron a Spielberg para aventurarse en su carrera. El final de una etapa y el principio de otra que ya el gran público conoce. Es una historia de dos almas que se juntan, dos autoestopistas que se conocen por circunstancias derivadas a la prescindible hospitalidad de los conductores que no se resignan en recogerlos y que se aventuran a pie por el desierto en busca de alguien que les recoja. Pero antes descubrirán sus afinidades, participaran de sus chistes y juegos para matar el aburrimiento hasta que conocerán el amor. Pero la pregunta está en el aire… ¿Están hechos realmente el uno para el otro?

Sin diálogos pero con música “Amblin” (que dio nombre tambien a su productora Amblin Entertainment) resulta un cortometraje curioso por la rúbrica que lleva a la hora de mostrarnos el desencanto e una juventud (de mitad de los sesenta), rebelde y sin rumbo fijo.
Natxo Borràs
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9
7 de marzo de 2012
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película que lanzó a la fama a Rita Hayworth, acompañada eso sí, por una descomunal bofetada propiciada por Glenn Ford, y que hoy en día esa secuencia pasa desapercibida así como su desnudo de guante negro mientras canta el “Put the Blame on Mame” o el “Amado Mío” (aunque no lo llegó cantar pero sí danzar con un movimiento que no tiene desperdicio pero sin la sensualidad recatada en el mítico tema del guante).

“Gilda” la recreó como icono un año antes que Orson Welles la retuviera para realizar “La Dama de Shangai” (The Lady From Shangai, 1947), junto con ésta, su mejor película. Porque esta actriz, de padre sevillano y madre de ascendencia irlandesa, representaba todo un icono. El blanco y negro no retuvo su fama de pelirroja y, por otra parte, ayudó a convertirle en una descarada, venenosa como atractiva “femme fatale” en potencia. Capaz de quitarle el hipo a policías de esmoquin, gángsters de toda condición y camareros de salas de fiesta que ya de por sí son la tapadera perfecta para que se desarrolle el juego ilegal con mesas atestadas de jugadores, controladas por croupiers sigilosos de no ser llamados por la atención de los vigilantes matones de rigor.

Éste es el marco donde la película de Charles Vidor (Canción Inolvidable) se ambienta; en el Buenos Aires dónde deberían imperar la Ley y las buenas maneras allí está el americano Johnny Farrell (Glenn Ford), un trotamundos jugador en busca de fortuna con trampas es rescatado, después de una reyerta con marineros, por el enigmático Ballin Mundson (George Macready) y su bastón que esconde el filo lustrado de un cuchillo. Poco tiempo después un inesperado reencuentro con Ballin, después de ser pillado en una de sus trampas, revitalizará su amistad con el que resulta ser tan extraño individuo propietario del casino. Farrell se convierte en su socio número uno después de ganarse su confianza antes que mantenerse al margen. De aquí en que no se aprecie un distanciamiento hostil, dato que revela en su argumento la presunta atracción homosexual (como así se llegó a entender) que sienten ambos personajes masculinos. Pero allí está Gilda (Rita Hayworth) como punto de discordia; el objeto instrumentalizado por Ballin que se casa inesperadamente con ella ante la sorpresa de Farrell. Éste, deduciríamos que quedaría sorprendido por el atractivo de tan bella dama, sinó que ya de antemano se intuye un resentimiento cercano al odio y la perplejidad, probablemente por un antiguo “affaire” sentimental en el pasado.

No es fácil deducir algunos momentos de la trama. Pero por allí juega un papel clave el secundario personaje que interpreta el gran George Macready (conocido por su papel del general Mireau en “Senderos de Gloria” (Paths of Glory, 1957) de Stanley Kubrick. Duelo de pasiones con pinceladas de cine negro en un clásico que hace honor a su principal estrella femenina.
Natxo Borràs
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6
25 de junio de 2011
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de fugarse de la prisión la madrugada de Año Nuevo de 1970, Euleterio (Imanol Arias) se reúne con sus hermanos con la idea de rehacer su vida, mientras los periódicos no le quitan el ojo ante la ira de la Guardia Civil por detenerlo y llevarlo de nuevo ante la Justicia. Después de ser condenado a muerte, amnistiado por Cadena perpetua, el Lute quiere llevar una vida de ciudadano pero para ello tendrá que saltar los barrotes. Pero no lo tendrá fácil ya que su familia se verá implicada en la huida. Decide rehacer su vida en Granada y casarse por el rito gitano con la Frasquita (Silvia Rodriguez), a pesar de la negativa de Esperanza (Pastora Vega), hermana de Euleterio.

Segunda parte, y no tan mísera y gris, que Aranda retrató al personaje de “El Lute”, alzando al fugitivo a la categoría de leyenda (su nueva vida en Granada así como su relación con el Pueblo Gitano dada su condición de merchero), poniendo de relevancia la supervivencia y la capacidad de seguir viviendo un día más en libertad en un personaje que durante mucho tiempo dio para titulares en los diferentes periódicos y medios de comunicación amparados por el Régimen Franquista.
Natxo Borràs
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9
17 de agosto de 2009
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yukio Mishima fue considerado uno de los escritores más transgresores de la posguerra japonesa. Fue tan contradictorio como controvertido. Llegó incluso a decir que no pudo ser alistado en la II Guerra Mundial por tuberculosis cuando en otros circuitos se lamentaba de que fuesen otros motivos de fuerza mayor que lo impidiesen. Su visión neofascista de una sociedad dogmatizada por las antiguas reglas del Emperador y de las viejas doctrinas Samurai le impulsaron a crear el grupo paramilitar "La Sociedad del Escudo" con quienes tomaría una base del ejército antes de su fatídico final, mediante el ritual del seppuku o harakiri.

Mishima, autor de obras como "El marino que perdió la Gracia del Mar" o "La Casa de Kyoko" (que aparece visualizada en el film) fue odiado y venerado a la vez. Los estudiantes de izquierdas de su país le odiaban a muerte por sus románticas ideas basadas en recuperar los viejos valores de la tierra medieval y jerarquizada de lo que antaño fué Japón. No así en el resto de Europa que parecían encariñados por el estilo de vida hippie y las culturas lejanas, especialmente orientales. Curiosa paradoja.

La película de Schrader (seguramente su obra maestra y la mejor de su filmografía como director) se centra en varios episodios de la vida del autor japonés repartidas como un despedezado puzzle. Desde el último día, cuando decide vestirse de uniforme y asaltar el cuartel del ejército en un vía crucis en coche por las calles de Tokio que irá recordando episodios de su vida en forma de los cuentos y relatos que él escribió y con la excelente banda sonora de Philip Glass acompañando la función. La premisa perfecta para que Paul Schrader nos ofrezca una de sus más atormentadas criaturas del celuloide en todo su esplendor y conflicto tanto espiritual como carnal. Una obra maestra biográfica tan dificil de elaborar que contó en la producción con dos gigantes como Francis Ford Coppola y George Lucas.
Natxo Borràs
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