Si hay algo que destaco de toda la película por encima de todas las cosas, sin dudarlo son todos los temazos musicales que nos dejó este acojonante rapero con una brevísima trayectória que consta de dos albums (bueno, una de sus joyazas es doble). Solo por eso merece la pena seguir viendo. La película es entrenida y curiosa de ver más cuando conoces de algo o te suenan los nombres de personajes que aparecen y aunque así sea te puede resultar bastante plana, tanto que no te llega a contar ni nada profundo, ni trascendental ni que indague mas de la cuenta. Con esto me refiero a que por ejemplo en la peli de Eminem "8 Milles" (que me pareció un telefilm flojo y al uso) al menos tenías una historia de superación personal, en la de 50 Cent "Get Rich Or Die Trying" tenías una trama de acción y violencia a saco pero es que en esta los contenidos son mas bajos que en las otras dos (eso sí, la musica las supera a ambas de calle) y sí lo que en realidad queremos es saber más sobrer su trágica muerte que hoy sigue siendo un caso abierto puesto que nunca se supo quién lo mato aunque se presupone, pués no te cuentan más que un reportaje de la Rolling Stone, que sinceramente era excelente y contaba muchísimas cosas más que esta.
Entretenida y con un papelazo de Jamal Woolard, eso si...

Recuerdo haber visto varias veces esta película cuando se estreno y me entretuvo bastante. El guión era original y tenía mala leche y aunque se trataba de una comedia romantica con mensaje me parecía bastante mas sinvergüenza que las comedias de la epoca (no íncluidas las de adolescentes en especial las de John Hughes). Al tiempo se me olvidó aunque la tenía bastante bien en la memoria y un buen día veo por primera vez "La Ardilla Roja" de Julio Medem y me sorprendió la semejanza de sus argumentos.
Si bien Medem aporta ese aire extraño, romantico y filosofico lo que aquí nos ocupa no es mas que una comedia americana con pareja con gancho muy de sabado al mediodía.
Además, Kurt Rusell estaba en buena forma gracias a John Carpenter ("La Cosa" o "Golpe en la Pequeña China") y una Goldie Hawk como reina de la comedia romantica hasta la aparición de Meg Ryan.

El hecho de esperar ansiosamente esta película viene dada por la admiración que sentimos algunos hacía el director Hernan Migoya y todo eso fuera de amiguismos. Algunos freaks de mi generación lo respetamos por toda su trayectoria como Coordinador y director de la revista de comics underground "El Vibora" y porque gracias a el descubrimos a autores excelentes como Daniel Clowes, Peter Bagge, Mauro Entrialgo con el "Demonio Rojo" o Beto Hernandez.
Porque también le respetamos cómo escritor de delirios como su fanzine "OjalaTeMueras" o sus libros, artículos y guiones.
Por todo eso la decepción es doble a la hora de ver su primera película cómo director.
Aunque sabíamos que la cosa iba a tirar por la caspa pensabamos que lo haría con inteligencia o muy mala leche. Porque si, "Torrente 1" puede ser cutre y casposa pero es inteligente y ver tal grado de mala hostia la convirtieron en un éxito pero es que "Soy un Pelele" juega con un humor escatológico que sinceramente a mi no me hace nada de gracia, el sexo gratuito en plan ozores podría tener su gracia si no fuera aquí tan chabacano todo el guión y los cameos podrían ser divertidos sino fueran tan delirantes o absurdos.
Confío en Hernan pero me esperaba algo más inteligente aunque fuera casposo (un ejemplo de cómo de lo llamado casposo se pueden sacar obras maestras preguntenselo a Santiago Lorenzo) y no comprendo que un tipo tan inteligente cómo el pueda dirigir esta bazofia que sínceramente es superada por la serie "Escenas de Matrimónio".

Para ser benévolos reconozco que los créditos iniciales y finales son muy ingeniosos y que de factura técnica esta muy bien. Pero nada más y lo digo tristemente.

Si bien ya sabemos que Tony Scott es capaz de lo mejor ("El Ansia", "El Ultimo Boy Scout" o "Amor a Quemaropa") y también es capaz de lo peor ("Top Gun", "Fanatico") con esta película consiguió crear un relato epico sobre la venganza con un guión en el que las cosas suceden a su tiempo, sin prisas y sin pausas y en el que los personajes ofrecen sus mejores y peores facetas para que el espectador juzgue por si mismo sin contar con veredicto propio. Esa ambigüedad de emociones que se desprende hacía los personajes es el punto fuerte de esta película. Hay que mencionar el personaje de Anthony Quinn, alias "Tiburon" que se presenta como amigo, se transforma en asesino despiadado y a pesar de todo consigue que te comprendas y toleres sus actos.
Si bien Scott se excede un poco en ese toque videoclipero tan característico de el, consigue crear una historia en la que la violencia se huele y nunca se ve al igual que su ambiente envolvente al mas estilo Peckinpak o Boorman.

No hay duda de que Linklater es uno de los pocos supervivientes junto a Tarantino o Dicillo de aquel boom de cine indpendiente que tuvo lugar en los 90. Y además de sobrevivir lo puede hacer con la cabeza bien alta gracias a películas cómo "A Scanner Darkly" o esta "Fast Food Nation".
Sin caer del todo en el sensacionalismo y fijandose más en los personajes y sus personalidades, retrata un mosaico de personas inmersas en una america oscura y depresiva en la onda de "A Quien Ama Gilbert Grape" pero con el telón de la comida basura de fondo.
También hay que valorar el riesgo que tiene abordar una temática cómo esta y de este modo desde un pais (EEUU) en el que Mc Donalds es más grande que la estatua de la libertad.
A pesar de tratar temas escabrosos, lo hace de un modo sutil y siempre reflejando el estado que estos producen en sus personajes.
Además conserva ese tono pausada digno de John Sayles y ese ritmo que recuerda más al utilizado en los 80 que al del cine actual (los créditos iniciales por ejemplo).