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Críticas de RickDeckard'82
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Críticas 98
Críticas ordenadas por utilidad
10
14 de mayo de 2015
102 de 159 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con estas palabras se podría resumir la experiencia cinematográfica que George Miller nos brinda con esta cuarta entrega de la franquicia ochentera Mad Max. Tomando el relevo de Mel Gibson está Tom Hardy al cual le acompaña Charlize Theron en este loco viaje de dos horas por los desiertos de Dubai. En esta ocasión, Max Rockatansky se ve involucrado en un intento de fuga, llevado a cabo por un grupo de mujeres, del tirano Inmortan Joe. Simple pero efectiva premisa la que nos propone Mad Max: Furia en la carretera.

George Miller regresa a la saga que él mismo creó por todo lo alto. El realizador australiano llevaba más de una década con esta película en mente y aunque se hizo de rogar, la espera ha merecido mucho la pena. Empezando por la acción -soberbiamente filmada- la cual da la sensación de caos organizado, haciendo de esto uno de los muchos motivos que la convierten en un espectáculo audiovisual sin precedentes. Pese a sus 70 años, Miller nos entrega una oda a la acción desenfrenada, al entretenimiento en su estado más puro y por eso su trabajo se vuelve aún más notable. Es digno de mención el esfuerzo que ha depositado en devolver a Mad Max a la cumbre cinematográfica y el mimo con el que ha llevado este proyecto desde sus inicios, buscando una fórmula ganadora y no un producto final precipitado -es admirable ese tipo de dedicación-. La fotografía de John Seale (Cold Mountain, La tormenta perfecta, Poseidón) es sublime, logrando una estética colorida muy apropiada, jugando mucho con los movimientos de cámara, dándole a la cinta aún más frenesí si cabe. Además, la impredecibilidad es un factor clave, ya que el espectador no sabe cuándo ni qué va a pasar, manteniéndonos en permanente tensión hasta los créditos finales. Las actuaciones tanto de Hardy como de Theron son de gran nivel y a este dúo interpretativo le acompaña Nicholas Hoult (X-men) el cual encarna perfectamente el papel de lunático. El villano -aunque recuerde vagamente por la máscara al Bane de Hardy- está a la altura y junto a su banda, transmite la sensación de persecución continua de nuestros protagonistas. El guión, como dije antes, es simple pero no por ello malo. Este tipo de películas no necesitan una historia elaborada para funcionar, al contrario, cuanto más directa mejor. Si a esto le añadimos unos protagonistas tremendamente carismáticas -desde Max hasta el tipo de la guitarra escupefuego- el resultado es un guión insuperable. La música de Junkie XL (próximo compositor de Batman v Superman junto a Hans Zimmer), algo no siempre destacable en el género, es vibrante y contagiosa.

En definitiva, Mad Max 4 es todo lo que se le puede pedir a una buena cinta de acción -y más-. Cuenta con buenas interpretaciones, personajes llamativos, una historia atractiva y lo más importante una incansable consecución de escenas de acción que lejos de aburrirte o cansarte -A todo gas 7- te sorprenden una y otra vez con su arsenal de armas, vehículos, personajes y situaciones variopintas. Puedo decir que es la mejor película en lo que va de año y un espectáculo difícilmente superable -casi imposible- por cualquiera de los muchos taquillazos que aún quedan por salir ¡Mad Max ha vuelto, ha arrancado su V8 Interceptor y ha adelantado a todas las grandes franquicias del momento en un suspiro!

P.D.: Esta y más críticas, análisis, noticias y opiniones las podréis encontrar en www.universolumiere.blogspot.com.
RickDeckard'82
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8
4 de marzo de 2015
75 de 114 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Inherent vice” es la última obra del camaleónico cineasta Paul Thomas Anderson -tras llevar a la gran pantalla la polémica vida de Lancaster Dodd, fundador de la Iglesia de la Cienciología- que cuenta con guión basado en la novela de Thomas Pynchon y adaptado por él mismo, un reparto de lujo entre el que destaca Joaquin Phoenix como el investigador privado Larry “Doc” Sportello, Josh Brolin en el papel antagonista de Christian F. “Big Foot” Bjornsen y un sinfín de secundarios que se complementan maravillosamente con este dúo -desde Owen Wilson hasta Katherine Waterston, pasando por Benicio del Toro, Reese Witherspoon o Martin Short entre otros-. La historia gira entorno al personaje de Joaquin Phoenix -dando vida a un híbrido entre “el Nota” de “El gran Lebowski” y el detective Gittes de “Chinatown”- quien es contratado por su ex Shasta Fay para investigar un presunto plan para robar la fortuna e internar en un manicomio a su amante y magnate inmobiliario de Los Ángeles Michael Wolfmann. Plan urdido por su mujer Sloane y su entrenador personal. Esta es la base de una historia enrevesada, liosa y frenética que en sus más de dos horas y media de metraje no para de bombardearte con información confusa y una interminable lista de personajes que guardan relación entre ellos -aunque no sabemos cual-, construyendo así una irresoluble tela de araña tanto para el detective Sportello como para nosotros los espectadores.


Me gustaría comenzar con la efectiva dirección de Anderson, que claramente trata de plasmar ese ambiente de finales de los sesenta, principios de los setenta donde el movimiento hippie -así como sus abanderados- estaba en extinción, luchando a contracorriente contra el entramado capitalista que se erigía en EE.UU. Un cierto tono melancólico se apodera de las escenas, evocando a la tristeza y al recuerdo de una época más lúcida y que también se extiende a algunos personajes como a “Doc” o al desestructurado matrimonio protagonizado por Owen Wilson y Jena Malone. La fotografía está en manos de su compañero de fatigas Robert Elswit, con el que trabajó en todas sus cintas a excepción de “The Master”, “Boogie Nights” y “Sidney”, su ópera prima. El montaje y edición de la película está meticulosamente trabajado para no resultar lento en exceso aunque sí es cierto que se podría haber acortado alguna escena y haber añadido alguna otra que indagara mejor en la historia afin de simplificarla. Digno de mención es el vestuario y ambientación de la película. El “look" de Sportello y compañía contrasta con el del tajante agente de policía “Big Foot” y ambos representan las dos caras de la moneda. En un lado del ring, tenemos al púgil conservador caracterizado por el discutido Lyndon B. Johnson -el presidente que respaldó la Guerra del Vietnam- y un Richard Nixon que, según la cronología de la cinta, recién ocupaba el cargo de presidente de los Estados Unidos y por el otro tenemos al peso welter pacifista, el estandarte de la libertad, el altruismo y la paz, un combatiente herido y cansado de antemano que, siendo sinceros, no tenía ninguna posibilidad de victoria. Como enuncia la película, EE.UU. es una madre suicida que sacrifica a sus hijos en una guerra sin sentido. La música está presente a lo largo de la cinta y por supuesto está influenciada en gran medida por esa música psicodélica y enrollada de los sesenta. Las actuaciones son convincentes en general, sobresaliendo unos por encima de otros. En mi opinión, el cuarteto formado por la parsimonia buen rollista de “Doc”, la ira de “Big Foot” y el halo de misterio que envuelven a Owen Wilson y a Katherine Waterston elevan a “Inherent Vice” a otro nivel de adicción. En cuanto a la adaptación de la novela de Pynchon, tengo entendido que es una obra densa y enrevesada -tal y como le gusta al autor- lo que vuelve el trabajo de adaptación de Anderson todo un reto que ha superado con nota y creo que el novelista estará ampliamente satisfecho tanto por la manera en la que el director logra captar la esencia de la historia que narraba -el final de un estilo de vida en Norteamérica y el cambio traducido en una generación futura encorsetada y perdida- como por el hilo conductor de la película que, a pesar de contar con demasiadas incógnitas y cabos sueltos, resulta tan simpático en su conjunto que no podrás evitar volver a verla con el fin de encajar alguna pieza más del rompecabezas.

En conclusión, “Puro vicio” es un espectáculo de dos horas y media de duración, una obra que rema a contracorriente, luchando contra los estigmas de nuestra sociedad moderna. Es una película melancólica, una oda al estilo de vida obsoleto de los sesenta y una reivindicación por una vida más simple, una vuelta a los orígenes, alejada de las construcciones megalómanas, el estrés galopante, las guerras sin sentido y las intenciones interesadas y manipuladoras de gobiernos que lejos de proteger a su país lo hacen enfermar y lo contaminan llevando a su sociedad al borde del abismo. Desde luego no es una película para todo el mundo -sino no podría conseguir sus fines- o la odias o la amas o la criticas o la alabas, no hay termino medio. Personalmente yo la amo, con sus defectos -que son importantes como mencione anteriormente- y sus virtudes ya que es irreverente y reivindicativa y cuenta con unas interpretaciones, un guión y una ambientación dignas de admiración. Siéntense y disfruten de las psicodélicas aventuras del investigador hippie “Doc” Sportello, déjense llevar por su mundo y sobretodo transpórtense a esos tiempos pasados que como reza el irrefutable refranero español siempre son mejores.

P.D. En mi blog universolumiere.blogspot.com indago más en la historia, tratando de explicar algunos de los interrogantes que se nos plantean. Esto es una aclaración desde mi punto de vista personal, son las conclusiones a las que llego tras verla, en ningún caso es una verdad única e indiscutible.
RickDeckard'82
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7
4 de noviembre de 2014
52 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
No pasará a los anales del séptimo arte, no es demasiado extensa ni profunda en su visión de la Segunda Guerra Mundial, pero desde luego te hará pasar un buen rato en compañía de cinco soldados americanos interpretados a la perfección, mención especial para Brad Pitt que nos brinda otra de esas serias y memorables interpretaciones.

Entrando en materia, partiendo por la dirección de David Ayer que filma sobriamente, alejándose de esos locos planos de "Sin tregua" o "Dueños de la calle", cumple bien con su cometido. Deja que la fotografía haga su trabajo, planos largos y detallados, crudos y violentos y siempre llevando los tiempos de la película a la perfección. En ningún momento sientes aburrimiento y eso es notable tratándose de un director novel en este género.

El guión es claramente lo más flojo, tiene algunos momentos bien ejecutados y otros algo más torpes. A mí se me hizo larga, quizás 20 minutos menos habrían mejorado la película, ya que por momentos sientes que la trama está forzada (véase la escena de las dos alemanas) intentando dar más empaque al film. Sin embargo, el punto original de la visión de la guerra desde el tanque americano es un punto muy a favor por la originalidad.

Las actuaciones son correctas, cada uno de los cinco protagonistas cumplen siendo Brad Pitt, LaBeouf y el sorprendente Logan Lerman los mejores. Al final de la película sentirás complicidad por este grupo de valientes que arriesgan cada día sus vidas.

En definitiva, véanla y disfrútenla como lo que es: una cinta de acción muy bien ejecutada y seria, con un telón de fondo interesante e histórico que mostrará crudamente las miserias de la humanidad y los ideales por los que lucharon ambos bandos.
RickDeckard'82
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6
25 de agosto de 2015
46 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el fulgurante éxito de la primera temporada de True Detective, que convirtió a la serie en una obra de culto, Nic Pizzolatto vuelve con otra historia original buscando elevar el listón que él mismo marcó. En esta ocasión, un cuarteto protagonista liderado por Colin Farrell sustituye al insuperable dúo Harrelson-McConaughey. La historia de esta secuela difiere absolutamente de su predecesora, huyendo de los asesinatos en serie para adentrarse en el oscuro mundo mafioso del Los Ángeles contemporáneo, el cual se verá agitado por la repentina muerte de Ben Caspere, un conocido empresario relacionado con el hampa. Dicho detonante conlleva una profunda, larga y confusa investigación llevada a cabo por el terceto compuesto por Ray Velcoro (Colin Farrell), An Bezzerides (Rachel McAdams) y Paul Woodrugh (Taylor Kitsch). Estos tres agentes tendrán que indagar en los más bajos barrios de la ciudad y ensuciarse las manos para conseguir la cruda verdad. Junto a ellos les seguirá de cerca Frank Semyon (Vince Vaughn), un capo reconvertido a empresario que se verá afectado directamente por el asesinato de Caspere.

Comenzando por la dirección de Justin Lin, que junto a otros cuatro directores, no logra equilibrar la balanza del genial trabajo hecho por Fukunaga en la primera temporada. El tono y ritmo de los ocho episodios que la componen está demasiado disperso; algunos abundan en acción y suspense, mientras otros están carentes de tensión dramática. El problema aquí es que no tienen un rumbo o dirección predefinido; cada uno de los realizadores interpretan la historia a su manera y ejercen su propia técnica cinematográfica. Justin Lin es el nombre más reconocible y no cumple con el cometido de enganchar al espectador con los dos primeros episodios que dirige. Respecto al nuevo guión de Pizzolatto, las similitudes con aquel de la primera temporada son escasas pero la originalidad de esta no cuaja y frustra al televidente. La historia se centra en corrupciones y conspiraciones angelinas, abandonando así parte del encanto macabro de las marismas de Louisiana y este cambio no favorece en absoluto a construir una atmósfera. La jungla de asfalto californiana resulta estéril, carente de emoción o carisma y, en parte, la culpa recae en la repetitiva e insulsa fotografía predominantemente oscura (una característica común en el cine actual) que, lejos de presumir de parajes parcos y desoladores busca esconder las evidentes carencias con insustanciales tomas aéreas de autopistas y barrios marginales. En definitiva, el guión pierde en todas las comparaciones, no estando a la altura del título ni en confección de personajes ni en trama principal. Las actuaciones son dispares entre los cuatro protagonistas, siendo Colin Farrell el mejor del grupo con diferencia. Colin y su personaje nos transmiten atisbos de lo visto en el personaje de Rusty en la temporada original; Ray Velcoro tiene un aura dramática que funciona y se complementa a la perfección con su compañera Ani Bezzerides ya que juntos comparten pasados traumáticos. Completando el terceto policíaco está Taylor Kitsch/Paul Woodrugh que emerge durante el transcurso de la serie como un personaje misterioso y atormentado pero nunca llegamos a sentir impacto alguno en su arco narrativo, porque el guión no llega a desarrollarlo. Terminando con Vince Vaughn, el cuarto protagonista en discordia que, similar al personaje de Kitsch, tampoco llega a encajar dentro de la maquinaria detectivesca y se siente forzado e innecesario. La música, de nuevo de T Bone Burnett, es lo mejor y lo más continuista con respecto a la anterior temporada. El opening de la serie mantiene el pabellón alto, siendo este último más colorido y variopinto que el anterior y poniéndole música el inigualable Leonard Cohen con su “Nevermind”.

En resumen, True Detective II no cumple en absoluto con las esperanzas depositadas en ella. Si bien Pizzolatto busca reciclarse y sorprendernos con un nuevo relato, la jugada le sale mal y falla estrepitosamente con la narrativa de esta embarullada trama que tampoco nos entrega ningún personaje memorable. Colin Farrell y, en menor medida, Rachel McAdams son las estrellas que, pese a estar desaprovechadas dentro del maremágnum de personalidades que inundan la serie, sobresalen instantáneamente. El sabor que nos deja esta secuela es agridulce, donde incluso el mayor optimista no puede obviar la evidente falta de rumbo que, desesperadamente, busca encontrar durante el paso de la serie y que termina exhausta en su fallido cometido. Aquellos que recuerden el clímax final de Carcosa, se verán decepcionados con la precipitada y risible resolución de los protagonistas aquí. HBO apresuró la producción de esta segunda temporada y buscó que Pizzolatto repitiera éxito, pero aunque la idea fuera bienintencionada, el genio jamás salió de la lámpara.

P.D.: Esta y más críticas, análisis, noticias y opiniones las podréis encontrar en www.universolumiere.blogspot.com
RickDeckard'82
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7
26 de febrero de 2020
26 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Disney anunció que Guy Ritchie dirigiría la adaptación a imagen real de Aladdin, no me lo podía –o no me lo quería– creer. ¿El mismo que barrió, cual vendaval, el panorama cinematográfico de principios del nuevo milenio retratando los bajos fondos ingleses con ingenio, comedia negra y diálogos punzantes? ¿Ese Ritchie? Quizá siga en la fase de negación, pero lo cierto es que no me he atrevido aún a ver la película que realizó para Disney en 2019, aunque eso no significa que su nuevo proyecto, titulado The Gentlemen, no llamase poderosamente mi atención. Primero, por contar con un reparto de lujo, entre los que destacan Matthew McConaughey, Hugh Grant y Charlie Hunnam; segundo, porque todo hacía indicar que Ritchie por fin regresaba a su género predilecto, ese que le catapultó a la fama; tercero… no se me ocurren más razones, pero con las dos primeras debería bastar.

La historia, ambientada en las calles londinenses, se centra en el capo de la droga Mickey Pearson (McConaughey), un americano expatriado que cuenta con el mayor imperio de marihuana de las islas británicas. Cansado de llevar una vida criminal, Pearson decide vender su multimillonario negocio, decisión que desatará una guerra entre bandas por hacerse con el “trono de hierba”.

Si eres aficionado a su particular forma de entender el cine, entonces estás de enhorabuena, porque The Gentlemen pretende ser una vuelta a los orígenes. Atención, cuando digo vuelta no significa que el Guy Ritchie de los 2000 haya reaparecido para rodar esta película, pero sí se aprecia un afán por alejarse de su faceta hollywoodiense.

La buena noticia es que sus rasgos característicos siguen ahí: el uso de voz en off como narrador de la historia, los montajes adrenalínicos, la cámara lenta y la deconstrucción espacio-temporal de la historia, una buena música rockera de fondo, la galería de personajes arrogantes, “tontolculo” y con tanta verborrea como facilidad para apretar el gatillo, etc. Sin lugar a dudas, The Gentlemen es su película de mayor autoría desde RocknRolla.

La mala noticia es que, a diferencia de sus primeros trabajos, a esta nueva historia se le intuye un regusto aburguesado que le hace perder potencia al conjunto. El guion, que no es nada del otro mundo, tien mucha floritura y poca concreción. La historia tarda en despegar no porque sea lenta o aburrida, sino porque carece del gancho y de la chulería “barriobajera” que solía tener el guionista británico. Los personajes que diseña son muy “cool” pero en ocasiones resultan impostados, denotando una falta de soltura en la materia, igual que un maratoniano volviendo a correr tras años de parón. No vais a echar de menos los giros de guion ni los personajes con tramas entrelazadas, pero ya no se sienten tan gamberros ni tan auténticos como antes. El cóctel narrativo que nos prepara sabe bien, pero ya lo hemos probado mejor.

Sin embargo, si algo mantiene intacto el director de Lock & Stock es su habilidad para rodearse de actores que saben interpretar sus líneas de diálogo a las mil maravillas. Todo el elenco saca lo mejor de sí para brindarnos la experiencia más entretenida posible; desde un Matthew McConaughey magnético, que no se lo pasaba tan bien con su personaje desde El lobo de Wall Street, hasta Michelle Dockery, que deja atrás la mansión de Downton Abbey para descubrir su lado más salvaje a la par que elegante. Mención aparte para dos secundarios “roba-escenas” como Hugh Grant y Colin Farrell, los cuales derrochan carisma en cada una de sus contadas intervenciones.

En definitiva, The Gentlemen no sólo es un buen producto de entretenimiento, sino que también es una de las primeras gratas sorpresas de este año 2020. Una película bien interpretada, dirigida y escrita por un Guy Ritchie que busca recuperar a todos aquellos que nos maravillamos con sus primeras películas. Aunque el esfuerzo es loable y la ejecución tampoco es desdeñable, el resultado final está lejos de lo que una vez fue; puede que algún día, cuando se haya alejado definitivamente de la industria hollywoodiense, vuelva a tener esa chispa sinvergüenza que tanto se echa en falta en el cine actual. Mientras tanto, los yonkis de la Ritchie-droga podemos saciar nuestro mono consumiendo este sucedáneo.

Nota: 6,5

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RickDeckard'82
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