Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Críticas de Áralan
<< 1 2 3 4 10 17 >>
Críticas 82
Críticas ordenadas por utilidad
10
13 de diciembre de 2022
122 de 129 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si el cine es también una experiencia emocional, sin duda esta ha sido de las mejores que he tenido en varios años.

De esta película se podría hablar de su bella fotografía, de la estoicidad de las magníficas interpretaciones, de la excelente puesta en escena y de la calidad de una banda sonora a base de cuerdas, pero principalmente la virtud de esta cinta es que tiene corazón, y mucho.

En apenas hora y media (soberbio el montaje y soberbia también la dirección) se las arregla para mostrarnos a una familia disfuncional y sus dinámicas, el viaje a otro mundo donde una pequeña Cait (Catherine Clinch) encuentra el amor de una madre y de un padre en las pequeñas cosas, en los pequeños gestos y en las pequeñas acciones. Es directa, simple, hermosa y verdadera. Te crees en todo momento a los personajes, la evolución de los mismos y la relación entre ellos hasta que llega uno de los mejores y más emocionales finales que he tenido la suerte de contemplar en una pantalla.

Magnífica, sin más.

Y me voy a secar las lágrimas una vez más, que solo con recordarla vuelvo a llorar, mecagoentó.
Áralan
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
3
28 de mayo de 2017
376 de 638 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si vas a contar algo a través de una distopía, más vale que esta tenga una fuerte lógica interna (ahí tenemos la maravillosa The Man in the High Castle como ejemplo). Si no es así, todo lo demás cae como un castillo de naipes.

Pues este es el principal problema con The Handmaid's Tale.

El episodio piloto y el tercero son lentos hasta decir basta (sí, sí. Me encantó El séptimo sello de Bergman, así que haceos una idea de a lo que me refiero con "lento") y con una falta de lógica interna de la distopía que clama al cielo. No se explica (ni les interersa hacerlo), cómo de una amenaza terrorista, se supone que islámica, y de un nivel de fertilidad casi 0, donde se culpa a los tóxicos y a la contaminación, se pasa a abolir los derechos de la mujeres (no les permiten trabajar, tener cuantas bancarias...) y a crear este estado (totalmente absurdo) que, para remate, tiene métodos de subyugación y ejecución muy del estilo fundamentalista islámico (ahorcamientos en grúas y ablaciones, sin ir más lejos). Si es que, conociendo a los estadounidenses, uno se pregunta todo el rato dónde han ido a parar los millones de armas que tienen en los hogares y por qué no se han liado a tiros en las calles al empezar la represión (muy mal contada en el capítulo tres, por cierto).

Pero a lo que iba. ¿Se puede saber qué tiene que ver el culo con las témporas, guionistas y escritora del libro? Vamos, que me dicen que esta sociedad de El cuento de la criada ha llegado por la desaparición de los casquetes polares y el nacimiento de niños deformes por un aumento exponencial de relaciones incestuosas en medio de un mundo donde la electricidad ha dejado de ser viable, y tendría el mismo sentido. En resumen, la historia es un cúmulo de falacias non causa pro causa mal contadas que duelen. Lo que es más, el uso que hace de pasajes religiosos, mezclando creencias cristianas, judías con otros comportamientos y costumbres de cariz islámico, dan vergüenza ajena, y mira que soy ateo. Se limitan a coger lo peor de cada casa (y todas tienen muchas cosas muy malas, de sobra es sabido), meterlo en la coctelera y lo agitan creyendo que de ahí va a salir algo mínimamente coherente y todos nos vamos a rasgar las vestiduras conmocionados. Pero no, la maldad no es caótica. Nunca lo fue. Ella también debe tener una coherencia interna. Siempre la ha tenido.

¿Y la invención del parto? O sea, que lo más importante de esta sociedad es que nazca un niño... y las criadas los tienen en las casas bajo ritos pseudoanimistas, sin atención médica especializada por si algo va mal y en una silla de partos de madera al estilo de siglos anteriores mientras a las que les hacen la ablación por transgredir la ley al cometer "tracición de género" las ingresan con todo mimo en centros hiperesterilizados.

¿Estamos todos tontos?

Cinematográficamente, se abusa en todo momento del los primeros planos y los primerísimos planos, a menudo en contrapicado. Y sí, crea un atmósfera claustrofóbica, pero cuando todo el rato se usa el mismo recurso, la verdad es que señala más falta de maña que otra cosa, lo que da como resultado desidia y aburrimiento. Lo intentan compensar con alguna panorámica fluvial y algún plano cenital, sin mucho éxito.

Interpretativamente, todos está soberbios, desde la actriz principal hasta el últmo secundario. Lamentablemente, los malos son tan malos (excepto Fiennes en sus breves y estupendas apariciones y la ambivalencia del chófer) y los buenos son tan buenos, que aburren. Los buenos sufren tanto y los malos están tan mal trazados, que te da igual lo que pase. La estructura familiar de esta nueva sociedad es de traca, por cierto. Provenientes todos de las libertades hace nada perdidas, las esposas, los maridos y las criadas las adoptan como si ya fueran centenarias. Ninguna sociedad puede sobrevivir con esos ritos de procreación e intrafamiliares. Sería una sociedad que se dinamitaría a sí misma. Se solucionaría con la fecundación artificial, claro, con más índice de éxito que el método natural. Por supuesto, esto ni se menta. Quieres pensar que es porque lo prohíben sus creencias judeocristianasislámicas, pero también prohíben la fornicación y el adulterio (sexo con quien no estás casado/a) y ahí están, tan divinamente follando a otras en la jeta de la esposa y pasándose una vez más la lógica interna por el arco del triunfo. Además, faltan personajes y otros puntos de vista. Por ejemplo, ¿por qué una lesbiana a la que le obligan a tener sexo con un varón o una heterosexual que está siendo violada (muy ritualmente, eso sí) no generan pensamientos contra la procreación, el futuro bebé o algo? No digo que aborten, porque entonces las matan (ahí sí hay lógica). Pero que el pensamiento aparezca, se esboce, se tenga en cuenta al menos.
Pues nada. A todas las criadas se les cae la baba cada vez que aparece un niño. Me están follando contra mi voluntad y lo que hago para abstraerme es... recodar la carita de mi bebita. Estoy pariendo a un niño de alguien a quien no deseo, con la propietaria haciendo el ganso detrás, y todas con cara de arrobo ante el nacimiento del bebé. Ni un leve atisbo de gesto de asco. ¿En serio? ¿Ningún pensamiento proabortista a la vista? ¿Ni siquiera la intención de tenerlo?

Pues eso.

Que la disfrute el que pueda.
Áralan
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
3
25 de enero de 2010
265 de 418 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me parece muy bien que Haneke crea que una sociedad autoritaria generó una generación que aceptó de forma natural el nazismo, que es lo que nos venden dentro y fuera de las pantallas, pero eso no se le cree ni su padre ni la Historia, ya que todos los países fueron autoritarios y reprimidos y no generaron fascismo ni nazismo (el cual se explica mejor como humillación nacional más que como trauma infantil) y ahora se empieza a comprobar que los chicos violentos, más del 60% (entonces y ahora) no tuvieron abusos ni violencia ni problemas especiales que no tuvieran otros. Sólo con esos datos debiera haber cambiando el preámbulo, pero bueno, allá él con su marketing y su pajilla mental.

Quitando eso, la pelílcula se hace demasiado pesada por el tempo cinematográfico, que llega a hacerse monótono más que crear el ambiente que se supone quería crear. Con esa forma, asistimos a los abusos del intocable y tópico cacique sobre su servidumbre, apecto que se filmó mucho mejor en Los santos inocentes hace mucho, mucho tiempo (¡pero si incluso aparece un deficiente psíquico!), al más tópico todavía cura que reparte hostias de las dos clases a diestro y siniestro, al más tópico aún tema de la masturbación, al indispensable pederasta y al que no podía faltar: el de la cara de pasmado y bueno como él solo en el personaje del profesor, que desahoga la violencia contenida.
Y no contento con eso, el final lo acaba como, cuando y donde le sale de los huevos. Vamos, que lo terminó ahí como lo podía haber terminado en otro lado.

Eso sí, hay tres momentos estelares (la conversación del médico y la asistente, la conversación sobre la muerte con el niño y el interrogatorio) enmarcado en una fotografía preciosa en blanco y negro, pero para ver exposiciones fotográficas, prefiero a Eugene Smith o Sebastiao Salgado y no pago casi 8 euros. Para eso me voy a una sala de exposiciones.

Así, una película que ya estoy empezando a olvidar, que jamás volveré a ver y que no me entretuvo apenas.
Áralan
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
4
13 de noviembre de 2017
198 de 292 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así lo sentí nada más salir de la sala de cine.

A priori, una película con elementos que me gustan: la temática, la ambientación, los actores y las actrices. Lamentablemente, bastan cinco minutos para que la decepción empiece a asomar la colita. Quieres pensar que no, que todo va a remontar según avance la trama y la relación entre los personajes se afiance, pero es un aspecto que nunca llega a producirse.

Desde mi punto de vista, la película fracasa en el montaje, en la dirección de actores, en la interpretación, en el guion y por un abuso constante de la voz en off. Todo ello da como resultado lo peor que puede ocurrir en el cine: que nada te emocione, que nada te conmueva.

El montaje se siente deslabazado sin que haya un sensación de conexión entres escenas y cambios de escena. La falta de ritmo es constante y la estupenda fotografía se queda en eso, en bellas estampas sin solución de continuidad. A esto se le suman las continuas, innecesarias e idénticas gesticulaciones faciales de Mortimer que utiliza en todo momento para toda clase de emociones a quien se le suma un James Lance sobreactuadísimo (el nihilista Mr Thorne) que produce extrañeza y sonrojo en cada escena por su aparatosidad gestual más que ser seña de personalidad. La niña, Honor Kneafsey, sientes en todo momento que está desaprovechada, al igual que Bill Nighy y Patricia Clarkson, dos estupendos profesionales. De los más secundarios y terciarios mejor no hablar.

Porque el guion también va a saltos en ese afán de soltar frases lapidarias. No funcionan en casi ninguna ocasión entre casi ningún personaje, y así poco se puede hacer. Al no tener un montaje adecuado ni un guion que defina personajes (además de la cargante voz en off), las interpretaciones fracasan, los sentimientos no llegan. Y el problema es que quieres emocionarte, empatizar, pero es imposible. No entiendes por qué adjudican a la protagonista el adjetivo "coraje" (tienes que adivinar que simplemente por el hecho de abrir una tienda y no hacer caso de la rica del pueblo que está acostumbrada a hacer lo que le viene en gana ya es muy valiente, aunque no haga nada más y luego el coraje brille por su ausencia cuando tiene que luchar de verdad), por qué la mala es tan mala (sí, hace lo que quiere... pero para abrir un centro cultural, carajo, que no va a abrir una tienda de ropa. Además, apenas aparece en la película), por qué se llevan tan bien Nighy y Mortimer hasta el punto del enamoramiento si la relación no está construida bajo ese prisma.

Termina la película de una forma incendiaria pero la apatía se ha instalado en mí y ya ni siquiera ese último gesto de resistencia llega al corazón, porque de nuevo ahí está esa voz en off que te dice lo que tienes que sentir, la moraleja.

Resoplas, te pones la chaqueta, sales del cine y sientes tanto, tanto, tanto que la película no te haya gustado...
Áralan
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
12 de enero de 2018
125 de 150 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Unwanted".
Indeseado.

Así se percibía a sí mismo Churchill antes de ser nombrado primer ministro; así era percibido por el rey de Inglaterra, por su propio partido y por buena parte de la población. El desastre de Gallipolli y ciertas acciones que llevaron a la muerte por fuego de varios anarquistas lo pusieron en solfa, así como sus actitudes hacia las huelgas mineras debido a la ojeriza que tenía a los sindicatos anarquistas, socialistas y comunistas.
Pero era el único que, a parte de Hallifax, podía tolerar la oposición cuando se descabeza a Chamberlain.

La película parte en este punto y termina con el salvamento de Dunquerke. Entre tanto, podemos disfrutar de una fotografía maravillosa que remarca los claroscuros al más puro estilo de Rembrandt o Velázquez; de una banda sonora correcta y de una cinemática que tiene sus momentos más logrados en los discursos en el Parlamento.

Sin embargo, lo más destacable son las palabras y quien las pronuncia, pues fueron sus discursos (según la película, no según la Historia), las que hiceron del 'Never Give Up' ("No rendirse jamás") casi un lema nacional.
Y es Gary Oldman el que se mimetiza con el personaje, tanto en dicción (asomboroso cómo lo hace. Por favor, vedla en versión original), en lenguaje corporal y en expresión facial aún bajo las extensas capas del oscarizable maquillaje. Magnífico. Lo borda en la que, creo, es la mejor actuación de los últimos quince años.
Y con Oldman es mucho decir.

Volvendo a las palabras, donde más deslumbran es en ese momento populista en el tren, muy bien filmado y guionizado, y en las dos arengas finales, que llegan a emocionar por más palpable que sea la manipulación emocional en la que se basa la susodicha escena del tren, pues es bien sabido que el propio Churchill era firme defensor de una coalición anticomunista y para eso estaba disspuesto a pactar con la Alemania nazi bastante antes de que pasara todo esto. Concretamente, en una reunión mantenida en 1938, Von Ribbentrop (embajador de Alemania en el Reino Unido), ya le confía a Churchill que Alemania iba a invadir la URSS. Y no dice nada. Es más, se alegra.
Cosa que se le olvida mencionar a los pasajeros del tren. Curiosamente.

Pero como la vida te da sorpresas, el que estuviera dispuestísimo a pactar con Hitler contra las soviéticos, como el novio desengañado, como el fumador desengachado por fin, se revuelve como un loco y pasa a ser el mayor enemigo de lo que antes deseaba: HItler. Y los periódicos de esa época, tras poner verde a los rusos y sus atrocidades en Finlandia y otros países, de repente pasan a ser no tan malos y el demonio pasa a ser Alemania. La prensa y su objetividad, ya saben. Cosa que dura hasta hoy.
Y debido a ello (y otras razones, pues es política, donde la integridad brilla por su ausencia y dado que, como dicen en la película, Churchill solo miraba por él mismo), se opone con uñas y dientes a cualquier tratado de paz (que ocupa buena parte del film). Y tuvo razón, por demás. Y supo ganarse a los políticos y al pueblo, al menos durante la contienda, pues al acabar esta fue vencido y desalojado del 10 de Downing Street.

Nada de esto aparece en la película, por supuesto. Como el Lincoln de Spielberg, es una especie de hagiografía donde hasta sus exabruptos nos parecen encantadores y donde se le engalana con unos valores que están en el imaginario nacional y colectivo, pero no en la realidad.

En definitiva, una película dignísima de ver, cuyos 120 minutos pasan en un suspiro y donde a veces te olvidas de que Churchill está muerto gracias a la intensidad discursiva y a la interpretación de Oldman, quien opaca al resto de excelentes secundarios hasta convertirlos en meras comparsas, por más entidad que quieran darles, como en el caso de su mujer (Kristin Scott Thomas) y su secretaria (Lily James).

Creo que no os defraudará. Incluso os puede gustar.
Eso sí, olvidaos de la historia detrás de la Historia que han dibujado.
Áralan
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 10 17 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow